Tomando en cuenta que la obesidad afecta a más del 20% de la población en los países occidentales queda claro que ella es un importante factor de riesgo para el desarrollo de hipertensión arterial.
La hipertensión arterial en los pacientes obesos suele estar acompañada de una constelación de factores de riesgo metabólicos asociados como dislipidemia y resistencia a la insulina. Esto explica la frecuencia de alteraciones del metabolismo de los hidratos de carbono y la propensión a la Diabetes tipo II que muestra esta población.
Los obesos hipertensos también muestran una tendencia acentuada a la hipertrofia del ventrículo izquierdo, disfunción endotelial, hiperfiltración renal, microalbuminuria y marcadores inflamatorios en niveles más elevados.
El patrón hemodinámico de la hipertensión del obeso se caracteriza por: retención de sodio, expansión de volumen e incremento del gasto cardíaco.
Estos fenómenos han sido reiteradamente atribuidos a la sobreactivación del sistema simpático y a la insuficiente supresión del sistema renina angiotensina.
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