Primera parte | 18 AGO 04

La nueva generación en la resucitación del shock

Nuevas tecnologías pueden mejorar la atención temprana prehospitalaria para prevenir o revertir más rápidamente la hipoxemia, hipovolemia y el comienzo del shock.
Autor/a: Dres. Moore FA, McKinley BA, Moore EE. Lancet. 2004 Jun 12;363(9425):1988-96.
INDICE:  1. Desarrollo | 2. Desarrollo | 3. Desarrollo | 4. Desarrollo
Desarrollo

Los glóbulos rojos de banco han estado disponibles ampliamente desde la 2º Guerra Mundial, pero las indicaciones para su administración continúan siendo debatidas. Los animales con shock hemorrágico muestran sobrevida mejorada con una concentración de hemoglobina mantenida en el rango de 120-130 g/L [24,25]. Los modelos en animales de hemodilución isovolémica sugieren que la concentración óptima de hemoglobina para mantener la entrega de oxígeno sistémico (DO-2) es 100 g/L, pero en voluntarios humanos sanos la hemodilución isovolémica es tolerada a concentraciones tan bajas como 50 g/L [26].

Hasta recientemente, los estudios clínicos en pacientes críticamente enfermos concluían que 100 g/L de hemoglobina era el óptimo para la resucitación del shock [27], pero paneles de consenso más recientes han juzgado que una concentración más baja es adecuada. La American Society of Anesthesiology recomienda mantener la hemoglobina por arriba de 60 g/L, mientras que el National Institutes of Health recomienda una concentración mayor de 70 g/L. Un ensayo prospectivo randomizado controlado ha mostrado que pacientes de UTI randomizados para transfusiones de sangre restrictivas (transfusión si la concentración de hemoglobina < 70 g/L y mantenimiento entre 70 y 90 g/L) respondieron tan bien o posiblemente mejor que aquellos que fueron libremente transfundidos (transfusión si < 100 g/L y mantenimiento entre 100 y 120 g/L) [30].

Este estudio fue hecho en un grupo seleccionado de pacientes euvolémicos. Malone y colaboradores reportaron la transfusión de sangre como un factor de riesgo, independientemente de la gravedad del shock, por los pobres resultados en pacientes con trauma [31]. Se cree que la mejora en la sobrevida a corto plazo es debida a la reducción de las consecuencias inmunológicas adversas de la transfusión de glóbulos rojos de banco.

El concepto de la inmunosupresión relacionada con la transfusión viene desde principios de la década de 1970 con la observación que las mayores transfusiones pretransplante se asociaban con una mejora en la sobrevida del transplante renal [32]. Seguidamente, la transfusión intraoperatoria se asoció con inmunosupresión mediada por células, recidiva tumoral e infecciones postoperatorias

 

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