Ciclo de biografías “Encendidos” | 10 JUL 23

Virginia Woolf: la escritora que defendió su rol y su cuarto propio

Una historia de vida. Una historia clínica. Una biografía sobre personalidades que brillaron hasta su extinción, pero que permanecerán iluminándonos para siempre.

“Una mujer debe tener dinero y un cuarto propio para escribir ficción”, es una de las frases célebres de Virginia Woolf, la escritora británica que no solo es considerada una de las grandes figuras del modernismo anglosajón del siglo XX, sino también del feminismo internacional. En su vida no faltaron las contradicciones: se autodefinía como “la hija de un hombre educado” porque nació en el seno de un ambiente culto, pero no la dejaron ir a la universidad por ser mujer. Tampoco faltaron las tragedias, como las prematuras muertes de su madre y su hermana y más tarde la de su padre, eventos que gatillaron sus problemas de salud mental. Hoy se presume que Woolf, quien se suicidó el 28 de marzo de 1941 a sus 59 años, sufría trastorno bipolar, lo que se evidencia en tanto en su escritura “encendida” como en las fuertes depresiones que la llevaron a internarse. Aquí, un repaso de su vida, desde las pistas sobre su creación hasta su descreimiento a la hora de pedir ayuda.

Nacida en Londres bajo el nombre de Adeline Virginia Stephen el 25 de enero de 1882, Virginia Woolf fue una adelantada a su tiempo en materia de protesta contra el patriarcado, ya que en su obra criticaba la situación de la mujer en la antigua sociedad victoriana. Algo que presenció en carne propia, ya que en su familia consideraban que las mujeres debían quedarse en su casa para cuidar al padre y por tanto, solo sus hermanos varones accediaron a la educación formal.

A los trece años, sufrió un golpe del cual no se recuperaría jamás: murió su madre de forma repentina a causa de una fiebre reumática. El hecho sirvió de gatillo para la primera crisis depresiva de la autora, agravada cuando, dos años más tarde falleció su hermana Stella. A causa de esos decesos prematuros, se decían que apodaban a su vivienda “La casa llena de muertes”, pero esa no era la única tragedia: Virgina había deslizado que tuvo que soportar abusos sexuales por parte de su hermanastro y que, a raíz de estos episodios, desarrolló una reacción de desconfianza hacia los hombres que derivó más tarde en aversión.

En 1905, su padre murió de cáncer y tiempo después, Virginia sufrió una crisis nerviosa por lo que tuvo que ser internada. Además, desde siempre sufrió de insomnio y migrañas. Para los 23, ya había tenido dos intentos de suicidio y poca confianza en los médicos de la época, que no parecían darle los consejos indicados para poder ayudarla. De hecho ella parece caricaturizarlos con el personaje del Dr. Holmes en la novela La Señora Dalloway, quien recomendaba como consejo “ir al music hall y jugar al golf”.

Por sus síntomas, hoy se asume que Virginia Woolf sufría un trastorno bipolar, para el cual “ir al music hall y jugar al golf” no es la medicina adecuada. Lo evidencian sus palabras, que parecían fluir como un río agitado y por ciertos personajes de la autora, que parecían develar señales de ansiedad, delirio, tristeza y escepticismo. Las fases depresivas fueron sin dudas, las más fuertes. En 1913 ingirió cien gramos de veronal en otro intento por quitarse la vida. No es casual que, en ese contexto, Woolf, haya sido la autora de la frase célebre: “Para disfrutar la libertad, tenemos que controlarnos a nosotros mismos”.

Dos pasiones: obra y afectos

Tanto Virginia, como su hermana Vanessa Bell (pintora de profesión) pertenecían al famoso Círculo de Bloomsbury, integrado por un conjunto de intelectuales británicos que se destacaron en los terrenos literarios, artísticos y sociales. En una de sus múltiples reuniones, Virginia conoció a su marido, Leonard Woolf, teórico político, escritor, editor y antiguo funcionario público quien cuidó de la autora durante esos años, aunque no mantenían relaciones. Por su aversión a los hombres, ella tenía intimidad solo con mujeres. Su relación más apasionada fue con la también escritora Vita Sackville West, quien tenía un matrimonio abierto —algo muy infrecuente para la época— con Harold Nicholson, que era homosexual.

Pero más allá del rechazo hacia las relaciones con hombres, Virginia sí quería tener hijos. Fue su esposo Leonard el que se opuso, por pensar que la maternidad iba a jugarle una mala pasada a la salud mental de Virginia. Con todo, Leonard fue un buen compañero que alentaba la profesión de su esposa.

El hecho de desarrollarse en lo suyo era prioritario para la autora. Su madre siempre se había dedicado a los demás y, cuando ella falleció de forma repentina, se preguntó por qué las mujeres debían someterse a grandes sacrificios. Esta frase, perteneciente al ensayo Un cuarto propio, refleja esa disconformidad: “Las mujeres han vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre, el doble de su tamaño natural”.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024