Introducción
La ingestión y digestión de los alimentos es una función vital, que está controlada por la interacción entre el tracto gastrointestinal (TGI) y el cerebro. Las señales hormonales y neuronales del GIT son actores clave en esta vía de señalización bidireccional. Cuando la comida está ausente del GIT, se generan señales de hambre y se estimula la ingesta de alimentos.
Por el contrario, cuando la comida está presente en el TGI, las señales de saciedad anularán las señales de hambre y se inhibirá la ingesta de alimentos. La interrupción del delicado equilibrio entre las señales de hambre y saciedad induce un desequilibrio entre la ingesta de energía y el gasto de energía que puede conducir a un aumento o pérdida de peso.
Se espera que el hambre sea máxima antes del comienzo de la comida. Durante la comida, el hambre disminuye y la saciedad aumenta, lo que contribuye a la decisión de interrumpir la ingesta de alimentos. Inmediatamente después de la comida, se espera que el hambre esté ausente y la saciedad sea máxima. El ciclo se reinicia con el regreso del hambre y el desvanecimiento de la saciedad como preparación para la siguiente comida.
Diferentes procesos controlados por el TGI pueden contribuir a dos aspectos cruciales del control de la ingesta de alimentos:
La última década ha visto varias publicaciones sobre cómo el GIT detecta la ausencia, presencia y cantidad de nutrientes y cómo esto impacta en la ingesta de alimentos. Con base en este progreso, parece oportuno hacer un balance evaluando la comprensión actual e identificando cuestiones de incertidumbre que indican direcciones para futuras investigaciones.
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