Escepticemia por Gonzalo Casino | 08 OCT 15

Mensajes de salud exagerados

Sobre la responsabilidad de médicos y comunicadores en la difusión de información errónea
Fuente: IntraMed 

En las informaciones médicas abundan las exageraciones. Muchos de los mensajes de salud que difunden los medios de comunicación –y que luego recirculan por internet– no se ajustan a los hallazgos científicos. Los médicos e investigadores pueden detectar fácilmente estos errores, pero a la ciudadanía le es difícil apreciarlos y suele dar por ciertas las noticias sobre los últimos logros de la investigación médica. Cada vez más gente, sin embargo, es consciente de que muchas informaciones no son veraces y las recibe con desconfianza. Los mensajes equívocos y equivocados no solo pueden influir en las decisiones de salud de los ciudadanos, sino que también repercuten sobre los médicos, que tienen que deshacer numerosos entuertos y ofrecer información veraz. Tanto los expertos como el público en general suelen culpar a los periodistas de todas estas distorsiones, pero ¿son realmente ellos los principales culpables? Sigan leyendo porque hay sorpresas.

Si una investigación médica identifica, por poner un ejemplo imaginario, que el consumo habitual de ostras se asocia con un mayor riesgo de cáncer y se lee en un periódico que las ostras causan cáncer estamos ante un caso flagrante de exageración. Confundir una simple correlación epidemiológica con una asociación causal es una de las formas habituales de exagerar. Pero también se exagera cuando se habla de la salud humana basándose en estudios con animales, se informa de un aparatoso riesgo relativo sin mencionar el riesgo absoluto y se dan consejos de salud que no se ajustan a los hallazgos científicos. Ejemplos de estos tipos de exageraciones –y de otros– abundan en la prensa. La cuestión es cómo averiguar quién es responsable de estas exageraciones. Y la respuesta no puede encontrarse si no es investigando.

Un grupo internacional de investigadores, en su mayoría de la Universidad de Cardiff, ha acometido esta tarea analizando los tres eslabones de la cadena de la información: el artículo original de una revista médica, el comunicado de prensa de la institución investigadora y la noticia que finalmente sale en la prensa. Tomando como base el artículo original, analizaron en las noticias y en los comunicados de prensa tres tipos de exageraciones: afirmaciones causales a partir de correlaciones, inferencias en humanos de estudios con animales y consejos de salud sin base en la investigación. Los investigadores, que habían sufrido en sus propias carnes el sensacionalismo mediático, suponían, como casi todo el mundo, que las exageraciones eran un problema de la prensa y no de la Universidad y los investigadores. Pero ellos mismos comprobaron que su hipótesis no era correcta.

Los resultados del estudio del equipo de Petroc Sumner, publicado el 9 de diciembre de 2014 en BMJ, mostraron que más de la tercera parte de los comunicados de prensa de 20 importantes universidades británicas contenían exageraciones. Cuando los comunicados de prensa exageraban, el 56-86% de las noticias periodísticas relacionadas contenían exageraciones similares; pero cuando los comunicados de prensa no exageraban, solo el 10-18% de las noticias difundían exageraciones. El periodismo científico, como ya es notorio, atraviesa una época de precariedad, se limita a menudo a ser correa de transmisión de las revistas y presenta múltiples carencias. Pero el problema de la tergiversación de la información de salud, como muestra este estudio, parece originarse en la propia comunidad científica.

Afirmar que las exageraciones de los comunicados de prensa causan las exageraciones periodísticas sería caer en el error que se trata de mostrar y prevenir. Los autores han realizado un estudio observacional, concretamente un análisis de contenido cuantitativo y retrospectivo, que simplemente pone de relieve correlaciones novedosas y hace algunas sugerentes revelaciones. La primera, que las exageraciones originadas en las informaciones periodísticas son poco frecuentes; la segunda, que las exageraciones en los comunicados de prensa no favorecen la publicación de una noticia. Los periodistas, a pesar de sus carencias y limitaciones, no parecen echar más leña al fuego de la exageración y el sensacionalismo. Pero para ir más allá en el esclarecimiento del problema hay que realizar otro tipo de investigaciones: hay que hacer un experimento. El mismo equipo de investigadores, según anunció en un artículo en The Guardian, está realizando un estudio aleatorizado para comprobar cómo distintos tipos de comunicados de prensa influyen en la cantidad y calidad de las noticias. Veremos qué sorpresas nos depara este imprescindible estudio.

Sus conclusiones servirán, sin duda, para mejorar la calidad de los comunicados de prensa. Pero esta es una tarea que no se puede aplazar y en la que deben implicarse más los investigadores. Los comunicados de prensa deben ser considerados como una parte importante de la investigación, como bien apunta Ben Goldacre en el mismo BMJ, para así delimitar mejor las responsabilidades. Los médicos, aunque en su mayoría no son investigadores, no son ajenos a este problema y tienen una doble responsabilidad: por un lado, la de estar al tanto de la investigación médica y, por otro, la de desarrollar las habilidades comunicativas necesarias para informar con claridad y veracidad a sus pacientes. Ahí es nada.

 

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