Una médica recién graduada nos cuenta su experiencia por el mundo | 11 AGO 15

"Buona sera dottoressa", (con el estetoscopio en la valija)

Una joven médica argentina cuenta en primera persona sus experiencias en una rotación por hospitales de Europa y Estados Unidos. Hoy su paso por Roma, Italia.
Fuente: IntraMed 

Malena acaba de recibirse de médica en la Universidad de Buenos Aires. Ha sido una alumna brillante que trabajó en el equipo de IntraMed durante su carrera impulsada por la vocación y la voluntad. Cargada de sueños, emprendió un viaje iniciático hacia hospitales de otros países para dar sus primeros pasos en la profesión. Entusiasmada y con los temores de quien abandona una etapa para emprender otra, la vimos partir con su melena rubia y su sonrisa de niña. ¡Contanos todo!, le pedimos en la despedida. Y ahora Malena cumple con estos relatos en primera persona que nos permiten compartir su experiencia y extrañarla un poco menos.


Primera parada: Roma
Por Malena Daich Varela

Planchado el guardapolvo, calzado el estetoscopio, y con libreta nueva en el bolsillo, ingreso al Policlínico Umberto Primo en una hermosa mañana de verano. Habiéndome ido a presentar algunas semanas antes, ni bien llegué a Roma, conozco el camino en este colosal hospital pabellonado. Auténtica emoción me recorre todo el cuerpo, y mis expectativas van in crescendo a medida que llego a destino. ¿Así me sentiré mi primer día de residencia?

Arribo con rapidez y me encuentro con médicos amables, dispuestos a mostrarme cómo acomodarme y las actividades que se llevan a cabo todos los días. La historia clínica es redactada en la PC e impresa en papel. No tiene el motivo de consulta de forma tal que se vea y entienda a simple vista, sino la enfermedad actual directamente. Las imágenes se ven en la pantalla, en la carpeta solo aparecen los informes. Las leo y me empapo con el vocabulario y las siglas italianas. Antes del pase de sala, junto a una estudiante, registramos la TA, FC y saturación de O2 de todos los pacientes internados (seis le corresponden a mi grupo).

Llega mi tutora, con ella y todo el equipo recorremos la sala. Se debate frente a cada cama, no se toca al paciente en ningún momento. No se le da la mano. Ni siquiera cuando a uno le informan el diagnóstico de cáncer pulmonar con metástasis cerebral. Nadie se inmuta.

Hacemos un ECG a un paciente con una arritmia de alta frecuencia, la semiología del aparato respiratorio y abdominal ante un paciente cuyos leucocitos habían repuntado súbitamente. Café de por medio, solicitamos por computadora los estudios para el día siguiente y debatimos contraindicaciones y efectos adversos de los antiarrítmicos.

Mientras salgo del hospital, aún con el guardapolvo, me sonríen y me dicen "buona sera, dottoressa".

El segundo día ya voy conociendo el camino, los detalles, los pacientes me hablan de Maradona, de Messi y del asado. A uno de ellos se le hará una TC coronaria para darlo de alta con todos los estudios pertinentes (había venido para ser cardiovertido luego de cuatro semanas de anticoagulación post fibrilación auricular) y nos sorprende con una caja de gelatinas dulces a modo de agradecimiento por nuestra atención. ¿En Argentina hubieran sido facturas? ¿Alfajores?

Al mismo paciente que ayer había aumentado sus leucocitos, fiebre, varios le hacemos el examen físico y la anamnesis buscando el foco. Ante la negativa, se llama a la enfermera para que le tome tres hemocultivos y se solicita la opinión del infectólogo. La primera llega con un camisolín cerrado al vacío y procede con la venopuntura sin traspiés. El infectólogo tras escuchar la historia, lo interpreta como SIRS y prescribe carbapenem.

El día de hoy es un día de transición. Se junta  todo el equipo para escribir la carta con la que los pacientes se irán a sus casas. En ella de redacta no solo la epicrisis, sino también cómo debe continuar el tratamiento en su casa y cuándo debe regresar a control. Se adjuntan los estudios pertinentes en caso de que tenga una cita con otro especialista.

Se monitorea a los que restan internados y, al igual que en Argentina, se llama y solicita de manera especial (o más bien se demanda) el turno para la ecografía transesofágica, y el resultado de la biopsia. Esta semana estarán listos.

Los pacientes que se van de alta me estrechan la mano y me agradecen. "Piacere", respondo yo. Salgo del hospital y emprendo viaje a la Capilla Sixtina.

Los pacientes que se fueron dejaron sus camas libres pero para pacientes de otro grupo de trabajo, no del mío. Por lo tanto restan solo dos enfermos para nosotros, son cardiópatas. El primero me dice que pasó la noche en vela debido a lo preocupado que está por su salud. Le duele el estómago y el vientre, además. Es el paciente tratado con carbapenem por fiebre sin foco, a quien, según leo en la historia clínica, le hicieron ayer un tacto rectal y se llegó a la conclusión de que padece una prostatitis. Doy aviso a la médica de planta de la situación.

El otro, presenta una arritmia de alta frecuencia, mañana sería sometido a una ecografía transesofágica y cardioversion eléctrica, si la presencia de trombos resulta negativa. Viene el hijo a actuar como traductor, ya que el paciente es de Romania. Tras explicarle la situación, el internado rechaza ambos procedimientos y dice que se quiere ir a su casa, a su país, y tratarse allí. Sin importar cuantos hablaron con él y con su hijo, no hubo caso. Se le indicó Amiodarona para el día, hasta que llegara al país limítrofe, y adiós...  La relación médico paciente fue la culpable de esta situación de riesgo, según mi consideración.

El sistema sanitario en Italia

El sistema de salud en Italia está dividido en medicina pública, privada y el convenzionato. A la medicina privada acceden aquellos que pagan la cuota, que según entiendo es una proporción muy baja de la población. El convenzionato es un homólogo a la obra social, son clínicas puestas a disposición por los empleadores para sus empleados.

La medicina pública es a la que accede la mayor parte de la población y se sustenta gracias a los impuestos de los ciudadanos. En los hospitales públicos se pueden atender italianos, otros europeos y extranjeros. En la internación no se abona nada, mientras que en la guardia ("pronto soccorso") es posible que se pague un importe según la urgencia y la severidad de la atención y del cuadro. Asimismo, a cada ciudadano, de acuerdo a donde habita, se le asigna un médico de base y un pediatra a sus niños cuyas visitas son gratuitas.

En caso de que fuera necesario acceder a algún especialista en el hospital o bien a un estudio de sangre o imágenes, éste debe abonarse costando como máximo 50 euros, me comentan los médicos del staff. Este ticket puede ser evitado si la persona no tiene los ingresos para pagarlo, y los jubilados tienen descuentos y estudios exentos de pago.

Se estila abonar a los médicos en forma particular para agilizar los procedimientos y evitar las esperas del hospital. De esta forma, en el mismo hospital, el mismo médico puede pasar de operarte en tres meses a en 5 días.

El Policlínico Umberto Primo, donde estoy haciendo mi rotación, es el hospital público más grande de Italia. Se erigió en el siglo XIX (contemporáneo al Hospital de Clínicas de Buenos Aires) y cuenta con 8 pabellones, 62 edificios, 300.000 metros cuadrados de superficie cubierta, más de 5000 trabajadores, 1200 camas y una media de 400 accesos diarios a la guardia. Tiene todos los servicios, desde Imágenes, Cirugía y Oncología a Odontología, impresiona ser la clase de lugar donde se puede resolver cualquier problema.

Las habitaciones son de a cuatro personas como máximo, divididas como siempre entre hombres y mujeres. Los horarios de visita son acotados. Todo impresiona limpio y cuidado, hay bastante personal a disposición.
Mi equipo de trabajo se compone de una residente de quinto año y uno de primero de Medicina Interna, un médico de planta y la jefa. Por sobre ella, está el jefe de piso. También nos acompañan alumnos de los últimos años de la carrera.

Los residentes tienen aproximadamente la misma edad que en Buenos Aires. La secundaria en Italia termina un año después, a los 19, pero no tienen CBC obligatorio sino un examen de ingreso, así que ahí se equiparan con nosotros. Éste se hace una vez al año y se evalúa cultura general, matemática, biología y anatomía. A partir de segundo año ya tienen que hacer prácticas obligatorias en el hospital junto con la teoría en la Universidad. La carrera dura seis años en total y es necesario hacer una tesis para graduarse. Luego, tres meses de prácticas obligatorias y están listos para rendir el examen de residencia.

Los residentes tienen tres o cuatro guardias por mes, sin importar el año de residencia, y su sueldo, el nivel de vida es bueno. La residencia de Medicina Interna, por ejemplo, dura cinco años.

 

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