Los niños y el terror | 18 AGO 14

Médicos atienden las secuelas mentales de la guerra en Gaza

"La primera vez que un niño pasa por un acontecimiento traumático como éste es simplemente aterrador".

Por Nidal al-Mughrabi

GAZA (Reuters) - En un pabellón del hospital de Shifa, el mayor de Gaza, el terapeuta infantil Rabeea Hamouda trata de sacar una respuesta de dos pequeños hermanos, Omar y Mohammed, de tres y 18 meses, esperando que digan algunas palabras, o que sonrían.

Durante siete minutos seguidos, los niños, con el cuerpo lleno de quemaduras y heridas de metralla por un bombardeo israelí que alcanzó su vivienda en el norte de la Franja de Gaza, lo miran inexpresivamente, sin mostrar emociones.

Finalmente, mientras Hamouda bromea con ellos, pretendiendo confundir sus nombres y mostrándoles un regalo, y otro terapeuta canta suavemente, una sonrisa nace en la cara de Mohammed, mientras que el mayor Omar dice su nombre en voz alta.

"Al principio, Omar no respondía en absoluto, no estaba dispuesto ni siquiera a decirnos su nombre", explica Hamouda, quien encabeza un equipo de 150 psicoterapeutas que trabajan para el Centro Palestino por la Democracia y la Resolución de Conflictos en Gaza.

"Se han hecho grandes progresos con estos niños", dijo con cierto alivio y sensación de logro. "Al principio no hablaban, se negaban a comunicarse. Pero ahora, en la sexta sesión, estamos viendo buenos progresos", agregó.

Omar y Mohammed son solo dos de los 400.000 niños de Gaza que la ONU calcula necesitan atención psicológica como consecuencia no solo de la última guerra en el territorio mediterráneo sino de los anteriores tres conflictos con Israel desde 2006.

La conflagración más reciente ha sido la más mortífera, con 1.945 palestinos muertos, muchos de ellos civiles, y unos 457 de ellos niños. En el lado israelí han muerto unos 64 soldados y tres civiles.

Sea como consecuencia de los bombardeos israelíes, de la muerte de padres o familiares delante de ellos, o por el lanzamiento de cohetes de milicianos palestinos desde sus barrios o por haber sufrido heridas personalmente, el trauma psicológico para los más jóvenes es muy profundo.

Los síntomas van desde pesadillas a mojar la cama y regresiones en el comportamiento a ansiedad mental, como la incapacidad para procesar o verbalizar lo ocurrido.

Al otro lado de la frontera, las consecuencias también se hacen sentir. Decenas de miles de niños israelíes sufren ansiedad por el habitual lanzamiento de cohetes de los milicianos durante la guerra de un mes y desde que hace siete años Hamas tomó el control de Gaza.

Aunque la destrucción de edificios y modos de vida es fácil de ver y aparece diariamente en televisión, el daño a la mente es casi invisible, pero puede tener consecuencias mucho más perjudiciales y duraderas.

"La primera vez que un niño pasa por un acontecimiento traumático como éste es simplemente aterrador", dijo Chris Gunness, portavoz de la agencia de la ONU para los palestinos UNRWA, que tiene 200 psicoterapeutas trabajando en unas 90 clínicas en Gaza.

"La segunda vez es aterrador más uno, porque el niño recuerda las peores partes de la guerra anterior y el impacto de la actual. Así que la tercera vez es un más más, a medida que se acumulan los recuerdos de las guerras", indicó.

"Esta vez, para un niño de ocho o nueve años en Gaza es muy, muy intenso, desde luego, porque hay un balance acumulado de todos los conflictos desde 2006", agregó.

PASOS PEQUEÑOS

Hamouda y su equipo, como otras unidades de psicoterapia que trabajan en el pequeño territorio, en el que se calcula que viven 1,8 millones de personas -más de la mitad de las cuales son menores de 18 años-, apenas pueden dar abasto con el número de pacientes que necesitan ayuda.

El tratamiento es obligatoriamente básico -un intento de que los niños saquen sus emociones, las pinten o las expresen.

Aunque con unas técnicas tan sencillas se puede conseguir mucho, la mayoría necesita un tratamiento a largo plazo y un cuidado psicológico personalizado debido a la enormidad del daño mental sufrido.

"Las casas pueden reconstruirse y algunas heridas pueden curarse, pero el estado psicológico de una persona necesita más que tiempo y dinero", dijo Hamuda. "Necesita un gran esfuerzo y dotes de persuasión, y sobre todo, necesita calma y estabilidad", concluyó.

 

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