Es una patología de género que afecta principalmente a los hombres | 31 ENE 14

Por qué se suicidan cuatro veces más los hombres que las mujeres

egún cifras del Ministerio de Salud de la Nación, en los últimos doce años se quitaron la vida 26.940 personas; 21.331 fueron varones; especialistas explican las razones de esta tendencia histórica y mundial.

Por Verónica Dema  | LA NACION

En los últimos doce años se suicidaron 26.940 personas en la Argentina; 21.331 fueron varones. Según estos datos del Ministerio de Salud de la Nación, se quitan la vida cuatro veces más hombres que mujeres. Esta es una tendencia mundial que se replica en el país. ¿Qué condicionantes tienen unos y otros? ¿Qué temas desesperan a varones y cuáles, a las mujeres?

El psiquiatra y psicoterapeuta Enrique De Rosa considera que el suicidio es "una patología de género" por el impacto predominante en los hombres. Explica por qué ocurre. "Los hombres presentan una tendencia al comportamiento motor más que a la respuesta emocional", señala. Es lo que clínicamente definen como acting físico. "Entonces la descarga motora frente a la frustración se produce como violencia a otro o a sí mismo". De allí que el especialista defina al suicidio como una violencia autodirigida.

"A diferencia del varón, la mujer tiende a canalizar las frustraciones introspectivamente", contrasta. Y se explaya: "Las modalidades depresivas en el hombre son diferentes de las de la mujer. Una mujer depresiva puede tener una parálisis de todo tipo -cognitiva y comportamental- y estar tirada en su cama; y el hombre, una tendencia posiblemente más a sentirse desesperado".

Según las cifras de Salud, el suicidio está entre las 15 principales causas de muerte en la Argentina. En los últimos doce años murieron 3.205.039 personas por diferentes razones (lideran el ranking las enfermedades del corazón).

El licenciado en psicología Carlos Martínez, referente del tema de suicidios en el Centro de Intervención en Crisis y Rehabilitación psico-social de Río Gallegos, único en su tipo en el país, lo expresa así: "En general, la psicología del varón culturalmente está más dominada por la impulsividad y la acción; mientras que históricamente la mujer es más introspectiva". Aporta un dato complementario que resulta significativo: "La proporción es la misma pero inversa en los intentos de suicidios: las mujeres intentan cuatro veces más que los varones".

Martínez explica que la mayoría de ellas no llega a concretarlo porque, dentro de la construcción psíquica de la conducta destructiva (en la cual el suicidio es el último eslabón), no todo aquel que se suicida quiere matarse. "El suicidio es una disfunción personal, es un modo de comunicación", agrega. Así, por su experiencia agrega que, a veces, "cuando ocurre este intento hay una toma masiva de conciencia de parte de la familia y esto hace que se acompañe a la persona y ya no haga falta que se lastime, ni nada porque se logra la comunicación en el ámbito familiar".

El psicoanalista Miguel Espeche, consultado por LA NACION, también se refiere a esta patología que afecta principalmente a los varones como una "tendencia mundial". Aporta otras razones para explicar este fenómeno. "Los varones son menos dados a tender redes afectivas, ponen mucho en la cuestión laboral, en su performance económica; eso es más volátil porque el trabajo no te quiere, te usa", dice. "Las mujeres, en cambio, tienen como propósito tejer lazos emocionales, aún en sus propias labores profesionales", observa.

"Los varones son menos dados a tender redes afectivas, ponen mucho en la cuestión laboral, en su performance económica; eso es más volátil porque el trabajo no te quiere, te usa", dice el psicoanalista Espeche
Este contraste explica que, ante dificultades de la vida, las mujeres cuenten con más contención y les impacten menos los momentos críticos. "Son más amigas entre ellas, si rompen con una pareja tienen más posibilidad de encontrar contención, de tener confidencias; mientras, un varón se la está bancando heroicamente". El experto lo sintetiza así: "Las mujeres habitan más fácilmente el reino de la palabra afectivizada y eso juega a su favor".

La psicoterapeuta Felisa Chalcoff coordina un taller de suicidio en el Hospital Pirovano. Allí, cada semana, se reúnen unas quince personas que, o tuvieron intentos de quitarse la vida, lo pensaron, o tienen familiares cercanos que amenazan con hacerlo. En el grupo hay más mujeres que varones, algo que -informa- ocurre en todas las propuestas de talleres históricamente. "En general, a los hombres les cuesta más expresar sus emociones y mostrar su debilidad", comenta, y esto ratifica la mirada de sus colegas. Pero aclara que los que se acercan al grupo se entregan, se comprometen y hablan de cuestiones muy profundas e íntimas. "Acá uno cuenta las miserias más espantosas", dice.

 A diferencia del varón, la mujer tiende a canalizar las frustraciones introspectivamente. Foto: Archivo  
Según ella, si la persona se siente contenida en un grupo, tanto sea varón como mujer, es más probable que pueda elaborar lo que le pasa. "Empieza a fluir una solidaridad, un compartir que permite que lo que sea se exprese con claridad e incluso que se digan cosas que ni en su terapia cuentan. Muchos dicen: 'Nunca he hablado de esto con nadie".

Chalcoff explica que cuando las personas sienten que no pueden más, cuando están demasiado desesperadas y con bajas defensas es más fácil pensar que la solución es suicidarse. Y contrasta las realidades que observa en el taller: "Los hombres quizá tengan una intolerancia total a sentirse fracasados como hombres, en su trabajo, a la hora de conseguir dinero, una casa, un auto. Las mujeres tienen un sufrimiento mayor en cuanto a su lugar en la vida, pero no tanto de éxito profesional".

Cuenta que en ese espacio reflexionan sobre esta cultura "que parece señalar que sólo se puede ser feliz si sucede lo que queremos que suceda, en vez de estar preparados para afrontar lo que venga". Y se detienen en el planteo de "cuáles son los valores de esta sociedad y cómo hacer para no guiarse por valores que no lo son; oponerse a la idea de éxito, de triunfo y no creerse eso como valor fundamental sino asumirlo como algo vendido y comprado por todos".

"Hay un valor de la sociedad actual que es la idea del éxito que se impone y si no lo alcanzás parece que sos un fracasado", reflexiona la socióloga Wortman.

 

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