Diálogo con Mariano Sigman, físico, neurocientífico | 11 ENE 12

Regularidades del pensamiento

El Jinete Hipotético se maravilla una y otra vez frente a los misterios del cerebro. Y ciertamente le gustaría que alguien descubriera, y le explicara, la compleja y aún desconocida estructura del pensamiento. Aquí se tratan algunas hipótesis.

Por Leonardo Moledo
 
–Usted dirige el laboratorio de neurociencia integrativa en el Departamento de Física.

–Sí.

–Y aparte tiene una línea de investigación.

–Claro. Lo que hacemos es estudiar el pensamiento humano, desde un punto de vista mecanicista, algorítmico y un poco arquitectónico. Trato de entender cuál es la estructura, las reglas y el lenguaje del pensamiento humano. Para eso combinamos muchas herramientas, algunas puramente psicológicas y comportamentales. Dejamos que el pensamiento se exprese, buscamos reglas como cuando un biólogo lee un gen y trata de buscar estructuras o cuando un lingüista trata de encontrar regularidades en el lenguaje..

–¿Soñar es pensar?

–Sí, es una forma de pensamiento con reglas distintas. Yo creo que el sueño es a la vigilia lo que la poesía a la narrativa.

–Más desestructurado todavía...

–Bueno, hay poesías muy desestructuradas. Pero además, ni siquiera es tan desestructurado; si no, no habría tantas recurrencias ni tanta repetición de temas.

–Eso tiene una derivación interesante. Si el sueño es pensamiento y los animales sueñan... los animales piensan.

–Yo creo que sí. De modo diferente, pero piensan. No es la misma estructura del pensamiento la de un animal que la de un humano, así como no es la misma estructura de pensamiento la de la vigilia y la del sueño, la de la infancia y la de la adultez.

–¿Cómo es la estructura del pensamiento humano?

–La idea más vigente de todas es la postulada por Noam Chomsky, que supone que lo más distintivo de nuestra arquitectura es que tenemos un “operador de recursión”, que es algo que permite aplicar algo sobre sí mismo. El ejemplo clásico es el lenguaje: es la capacidad de generar frases tan finas y precisas como uno quiera, y eso se puede hacer gracias a la presencia de un mecanismo generativo que puede producir elementos combinativamente enriquecidos por el operador de recursión.

–Todo esto es muy abstracto. ¿Cómo trabaja en esto?

–Hacemos dos clases de trabajo. Experimentamos y postulamos modelos a partir de las observaciones. Pero también hacemos teoría, planteamos artilugios computacionales que nos sirven como ilustraciones para poder consolidar las ideas que vamos forjando.

–Veamos los experimentos...

– Por ejemplo, traemos gente al laboratorio, le mostramos algo en la pantalla y analizamos qué es lo que ven. Lo que tratamos allí es de descubrir las reglas de la asimilación de la imagen visual. Podemos decirle a la gente, también, que elija entre dos cosas (por ejemplo, la más brillante) y ver cómo lo hacen. A partir de los errores que cometen podemos ver qué es lo que ven y lo que no ven.

–¿A qué se refiere cuando habla de algoritmia?

–Qué tipo de cómputos está resolviendo y de qué manera. Por ejemplo, para tomar una decisión. Yo parto de la premisa de que nuestro comportamiento y nuestras acciones son el resultado de una especie de maquinaria que computa cosas, que procesa información, la articula y obra en consecuencia. Lo que tratamos de hacer, entonces, es descubrir las piezas de esa maquinaria. Al principio, no observamos directamente la maquinaria sino el producto. En una segunda etapa, nos metemos directamente en la máquina. Hay muchas maneras de hacerlo. Como trabajamos con humanos, sólo podemos usar herramientas que sean no invasivas, que no hagan daño. Las típicas son la resonancia magnética funcional, que se basa en que cuando hay actividad neuronal, esa actividad consume oxígeno y entonces la proteína que transporta el oxígeno, la hemoglobulina, cambia sus propiedades magnéticas y eso puede verse en imágenes. Otras herramientas son las encefalográficas. La moneda de cambio del cerebro son las corrientes eléctricas, es la manera que tienen las neuronas de comunicarse entre sí. Esas corrientes eléctricas forman grandes avenidas eléctricas, y eso tiene que ver con cómo están arregladas las neuronas: forman una especie de surcos eléctricos que son observables desde el exterior, sin necesidad de plantar un electrodo. Con el electroencefalograma nosotros detectamos grandes eventos conectivos.

 

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