"Fobia a las vacunas" | 01 FEB 11

El temor a las vacunas tiene una historia larga y persistente

Expertos señalan que múltiples factores hacen que la gente sospeche incluso de las vacunas de rutina.
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Desde que surgieron, las vacunas han tenido oponentes empecinados que están convencidos de que hacen más daño que bien.

Este tipo de "fobia a las vacunas" tal vez nunca se ha expresado con mayor vehemencia que contra la vacuna infantil estándar para el sarampión, las paperas y la rubéola (SPR), que muchos insisten tiene que ver con el autismo.

Incluso después de que la revista The Lancet publicara el año pasado una retracción del controvertido estudio que propuso dicha relación por primera vez, y acusaciones posteriores de fraude contra el autor principal, el 18 por ciento de los estadounidenses entrevistados para una encuesta reciente de Harris Interactive/HealthDay afirmó que creía que la vacuna SPR podía causar autismo.

¿A qué se debe que las vacunas atraigan sospechas y miedo, a pesar de las pruebas científicas de que las campañas de inmunización han ayudado a millones de personas de todo el mundo a vivir vidas más largas y saludables? De lo que no cabe duda es que la tendencia no es algo nuevo.

Según un artículo reciente publicado por la New England Journal of Medicine, el miedo a las vacunas ha existido desde que Edward Jenner administrara su primera vacuna contra la viruela en 1796. Sin embargo, el escepticismo aflojó a mediados del siglo XX, mientras las primeras campañas de vacunación a gran escala vencían antiguos asesinos como la difteria, el tétanos, la polio y el sarampión.

Pero a principios del siglo XXI, el temor a las vacunas ha surgido de nuevo. Un estudio publicado en la edición de marzo de 2010 de Pediatrics encontró que aunque el noventa por ciento de los padres encuestados pensaban que las vacunas ofrecían buena protección a sus hijos, casi el doce por ciento había rehusado al menos una vacuna para su hijo.

Los expertos señalan que esos temores conllevan un costo real en salud pública. Los declives en las tasas de vacunación se han relacionado con brotes recientes en EE. UU. de sarampión y tos ferina, enfermedades potencialmente letales que cuentan con vacunas para su prevención.

Los médicos han observado esa tendencia incluso entre pacientes adultos.

"Cada vez me frustro más con los esfuerzos por vacunar a la gente en mi clínica y cómo mis intentos de convencerlos, que son formidables, no funcionan", apuntó el Dr. Len Horovitz, neumólogo del Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York.

"Las vacunas están rodeadas de mitología", dijo Horovitz. No siempre es lógico, y algunos pacientes se rehúsan "a meterse algo foráneo [como una vacuna] al cuerpo", mientras fuman alegremente, añadió.

Y las vacunas parecen ser particularmente tendientes a la sospecha. Pocas personas sospechan que otras terapias comunes, como los jarabes para la tos o los antibióticos, causen autismo u otras enfermedades en los niños. Entonces, ¿a qué se debe esa sospecha inextinguible, a pesar de tantos datos científicos sólidos que sugieren que las vacunas son seguras y además salvan vidas?

Según los expertos, un motivo podría ser que las campañas de vacunación se han convertido en víctimas de su propio éxito.

"Ya no vemos esas enfermedades [infecciosas]", señaló el Dr. Paul Offit, jefe de enfermedades infecciosas y director del Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Pediátrico de Filadelfia. "Para mis padres y para mí, las vacunas eran una opción fácil. Tuve sarampión, paperas y varicela. Afortunadamente, no sufrí de polio, aunque podría haberme sucedido".

 

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