Publicación en "Nature" | 11 NOV 10

La esquizofrenia se redefine, un siglo después

Las alucinaciones y la paranoia son la fase final de una enfermedad que se podría diagnosticar en la adolescencia.

MALEN RUIZ DE ELVIRA  -  Madrid 
 
Cuando se manifiesta en forma de brote psicótico, con delirios, alucinaciones de voces y comportamientos paranoides, normalmente en el inicio de la edad adulta, la esquizofrenia está ya en su fase final y podría haber sido detectada antes. Esta es la opinión generalizada de los expertos, según el amplio informe que publica hoy la revista Nature sobre esta compleja enfermedad mental, que afecta al 1% de la población mundial y que se definió hace un siglo.

Los expertos, sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre la conveniencia de realizar campañas de detección precoz, dado el peligro de falsos positivos y que todavía no existe un tratamiento preventivo eficaz. En lo que sí coinciden es en que es una enfermedad asociada al desarrollo del cerebro de la que la psicosis es sólo una parte. Algo muy alejado del enfoque psicoanalítico que prevaleció durante buen parte del siglo pasado. "Pensar en la esquizofrenia como un desorden del desarrollo neurológico en el que la psicosis es una fase final que potencialmente se puede prevenir, (....) nos da nuevas esperanzas de prevención y cura para las próximas dos décadas", escribe Thomas R. Insel, del Instituto Nacional de Salud de Mental de EE UU.

En los últimos 20 años se ha acumulado una gran información sobre los aspectos genéticos (se han asociado 43 genes al desorden), metabólicos, de estructura cerebral y de síntomas asociados a la esquizofrenia, pero las causas de la enfermedad siguen siendo un misterio. "Ni siquiera entendemos la esquizofrenia en el aspecto biológico", reconoce Thomas Laughren, director de medicamentos psiquiátricos en la agencia estadounidense del medicamento FDA. De hecho, los científicos se están planteando considerarla como un conjunto de síndromes en vez de una enfermedad única.

Aunque no es la enfermedad mental más común (el primer puesto lo ocupa la depresión), los pocos casos que cursan con actos violentos hacen que el paciente esquizofrénico sufra un estigma adicional y el coste social es desproporcionadamente alto, señala la revista en un artículo editorial. Por cierto que tampoco es correcto el uso metafórico del adjetivo esquizofrénico, ya que los pacientes de esta enfermedad (quizás el caso más conocido ahora sea el del premio Nobel de Economía John Nash) no sufren de desdoblamiento de personalidad.

 

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