De “Funes, el memorioso” a la conciencia del yo | 23 JUN 10

Los laberintos de la memoria

Diálogo con Carlos María Baratti y Mariano Boccia, de la Facultad de Farmacia y Bioquímica.

Al jinete hipotético no le gustaría ser Funes el memorioso, pero sí averiguar qué es la memoria. Porque considera que la memoria es el basamento del “yo”; hace que en cualquier momento uno se reconozca como lo que es, y se diferencie de lo Otro.

Por Leonardo Moledo

Mariano Boccia y Carlos Baratti, de “Funes, el memorioso” a la conciencia del yo.–¿En qué consisten los planes que están desarrollando?

Mariano Boccia: –Hacemos neurofarmacología de los procesos de memoria. Investigamos cómo los fármacos modifican o modulan los procesos de memoria. Puede haber dos objetivos fundamentales. El más importante es dilucidar mecanismos neurobiológicos de la formación de la memoria. Otro, que tendría una mayor aplicabilidad pero que a veces raya con la ciencia ficción, es encontrar la “píldora de la memoria”, es decir, encontrar drogas que faciliten la adquisición de memoria. El primero creo que es más interesante por lo que constituye en sí. Hay un sistema con el que nosotros trabajamos, que es el sistema colinérgico, que tiene una relación muy importante con el Alzheimer.

–¿Qué es la memoria? ¿Dónde está guardado lo que yo recuerdo?

Carlos María Baratti: –No hay una definición universal de la memoria, se la define de acuerdo con el campo en el que se está trabajando. En términos generales, la memoria es la capacidad que tiene un sistema biológico para adquirir, almacenar y, llegado el caso, recuperar esa información, de tal manera que pueda dirigir su comportamiento en el momento en que lo necesita.

–¿Y cómo se almacenan esas cosas tan complejas?

C. M. B.: –Comienzan por mecanismos que son relativamente simples, pero recién estamos empezando a conocerlos. Se ponen en marcha señales celulares que van evolucionando y, en un momento dado, se transfieren de un nivel celular a un sistema. Eso se puede almacenar durante tiempos indefinidos. La memoria no se pierde nunca, sólo se pierde cuando el sistema deja de existir. Lo que es probable es que no podamos expresar esa memoria en determinado momento. Lo cierto es que, si uno no adquiere información, no puede tener memoria, pero sí se puede tener memoria sin que se exprese. Por eso hay una descripción de una serie de eventos que son celulares y de otra serie que son sistémicos.

–Bueno. Yo recuerdo que me caí de la bicicleta cuando tenía diez años. ¿Dónde está eso?

M. B.: –No se sabe. Lo que sí hizo Kart Lashley en su momento, tratando de buscar dónde estaba el engrama (la traza de memoria), fue mostrar que cuanto más lesionada estaba la rata, menos se acordaba del laberinto. Parecería que el engrama está distribuido en la corteza...

C. M. B.: –En definitiva, el receptor final, el que almacena, parecería ser la corteza cerebral. Pero a partir de eso, cuando se necesita esa información, de alguna forma eso vuelve a sistemas más elementales para poder ser utilizado.

–Ustedes me están hablando de sistemas, pero yo pregunto otra cosa. La bicicleta de la que me caí era roja... ¿Dónde está esa unidad de información?

M. B.: –Lo desconocemos. Debe estar codificada a nivel de sinapsis. La memoria, en última instancia, es una representación interna del mundo exterior expresada a través de una red neuronal, de una comunicación entre neuronas.

C. M. B.: –Piense que la memoria es fundamental: en definitiva, la necesitamos para mantener nuestro pasado y utilizar esa información en el presente. Lo más probable es que todos los fenómenos comiencen por un cambio de naturaleza electro-fisiológica, que después va a llevar a un cambio en la bioquímica de la neurona (lo que llamamos cascada de señales) hasta llegar, en algún tiempo, a guardarla de alguna manera. Lo interesante es que cuando se trata de recuperar esa memoria no se reactiva una sola zona sino muchas.

–¿Y cómo se selecciona lo que se va a olvidar y lo que se va a recordar?

C. M. B.: –Hay que diferenciar lo que es memoria de corto plazo de lo que es memoria de largo plazo. La memoria de corto plazo es la que se adquiere inmediatamente y puede durar unas horas, y tiene la posibilidad de ir transfiriéndose a otro sistema de memoria que va a perdurar toda la vida. Antes pensábamos que esa transferencia era obligada: una de corto plazo se transformaba siempre en memoria de largo plazo. Hoy sabemos, gracias a estudios de investigadores argentinos, que esas memorias pueden estar en paralelo, y no necesariamente procesarse de manera secuencial. La de corto plazo se guarda un tiempo, porque tiene una función de inmediatez.

 

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