Escepticemia por Gonzalo Casino | 12 ENE 10

Cruzada antivacunas

Sobre la razón y la sinrazón del riesgo de autismo tras la vacunación

 

Pauloffit.com, la web que lleva el nombre del codescubridor de la vacuna del rotavirus que causa la diarrea infantil, no está hecha precisamente por su club de fans. En ella se acusa al inventor de una vacuna que salva cada año a cientos de miles de niños de estar vendido a la industria farmacéutica. Paul Offit es el blanco preferido de los ataques de los nuevos cruzados de la antivacunación, sobre todo tras publicar su libro Autism’s False Prophets, en el que desautoriza al movimiento que cuestiona la inmunización de los niños por un supuesto riesgo de autismo de ciertas vacunas. Esta cruzada es especialmente virulenta en EE UU, pero se expande como un virus por la red, dibujando un escenario en el que se mezclan los datos objetivos con la ignorancia científica y el inquebrantable deseo cualquier padre de buscar lo mejor para sus hijos.
 
La sospecha de que las vacunas, concretamente la triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) o MMR, pueden favorecer la aparición del autismo en niños fue lanzada por la revista The Lancet en febrero de 1998. El artículo firmado por Andrew Wakefield y otra docena de autores describía 12 casos de niños que desarrollaron una extraña enfermedad intestinal y un trastorno del desarrollo (en nueve niños fue diagnosticado como autismo). En ocho casos, los padres asociaron la aparición de este trastorno con la inmunización de sus hijos con la triple vírica. Aunque el artículo y el editorial adjunto de la revista no establecían una relación causa-efecto entre la vacuna y el autismo, cuando la noticia saltó a los medios de comunicación la frontera entre la simple asociación casual y la relación causal, como ocurre tantas veces, se difuminó. A muchos padres de niños autistas les cuesta creer que se trata de una casualidad. Pero cada año cientos de miles de niños reciben la triple vírica y, con o sin vacuna, también muchos niños empiezan a desarrollar autismo: por ello, lo más probable es que en algunos niños coincidan ambas circunstancias.
 
¿Por qué publicó The Lancet el artículo de Wakefield aun sabiendo que la posibilidad de que haya una asociación causal es remota? Muchos creen que el impacto que la noticia podía tener y realmente tuvo en los medios de comunicación influyó demasiado en la publicación. Con el tiempo se ha sabido que Wakefield ocultó un conflicto de intereses (recibió dinero de un grupo de padres para ver si existía alguna base científica para emprender una acción legal) y 10 de los 13 autores del artículo se retractaron de la interpretación de que pudiera haber alguna relación entre la vacunación y el autismo, según ha contado el ex director del BMJ Richard Smith. Pero la cruzada antivacunación sigue adelante, inmune a las evidencias científicas y espoleada por algunas pifias de las farmacéuticas y los expertos. La consecuencia es que en EE UU las tasas de niños no vacunados empiezan a ser alarmantes. Y algunos prevén que la situación no cambiará hasta que muera un número suficiente de niños por infecciones infantiles fácilmente prevenibles por vacunas.

 

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