Actualización | 19 OCT 09

Prevención de la infección del sitio quirúrgico

En este trabajo se actualiza el tema de la infección del sitio quirúrgico, sus factores de riesgo, microbiología, prevención y manejo.
Autor/a: Dres. Kirby JP, Mazuski JE Surg Clin North Am 2009; 89(2): 365-389

Introducción

La infección del sitio quirúrgico (ISQ) es una complicación postoperatoria importante. Sólo está precedida por la infección del tracto urinario como la infección nosocomial más común en los pacientes hospitalizados. Basado en encuestas epidemiológicas, se ha estimado que la ISQ se desarrolla en, al menos, el 2% de los pacientes hospitalizados sometidos a procedimientos quirúrgicos, aunque probablemente este valor esté subestimado debido a datos incompletos luego del alta. [1]. Otros datos indican que la ISQ, se desarrolla siguiendo al 3-20% de ciertos procedimientos y que la incidencia es aún más alta en ciertos pacientes con riesgo aumentado [2].

Parece haber entre algunos cirujanos una percepción de que la ISQ es una infección relativamente trivial. Sin embargo, basado en datos de encuesta, hubo más de 290.000 infecciones en pacientes hospitalizados en el año 2002 (en los Estados Unidos) y se estimó que la ISQ fue directamente responsable por 8.205 muertes de pacientes quirúrgicos ese año [1]. Por lo tanto, la tasa de mortalidad fue del 3% entre los pacientes que desarrollaron ISQ. También existe significativa morbilidad asociada con la ISQ; un gran número de pacientes desarrollan incapacidades como resultado de una pobre curación de las heridas y de la destrucción de tejidos que sigue a estas infecciones. Finalmente, los costos económicos de la ISQ tanto para el paciente como para el sistema de salud son altos [3].

Debido a su frecuencia y significación clínica, las tasas de ISQ son de interés para las agencias reguladoras y para el público en general. La publicación de los reportes de las tasas de ISQ, por parte de las entidades de atención médica, está siendo requerida cada vez más y este mandato se está extendiendo a los cirujanos individuales. Además, una cantidad de programas regulatorios han sido implementados, para aplicar, tanto incentivo financieros para las mejores prácticas en la prevención de la ISQ, como penalidades financieras cuando estas infecciones ocurren. Puede anticiparse que estos programas se expandirán en el futuro.

Definiciones

La ISQ es una infección que ocurre en alguna parte del campo operatorio después de una intervención quirúrgica. Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) consideran que la ISQ incluye tanto la ISQ incisional como la ISQ de órganos y espacios. La ISQ incisional se subdivide en superficial y profunda, dependiendo de si la infección está limitada a la piel y tejido subcutáneo solamente (ISQ superficial) o se extiende en los tejidos profundos, tales como las capas aponeuróticas y musculares de la pared corporal (ISQ profunda). La ISQ de órgano / espacio es una infección que ocurre en cualquier parte dentro del campo operatorio distinta de donde los tejidos de la pared corporal fueron incididos. Los ejemplos incluyen los abscesos intraabdominales desarrollados después de una operación abdominal, el empiema desarrollado después de una operación torácica y la osteomielitis o la infección articular desarrollada después de un procedimiento ortopédico [4].

La National Healthcare Safety Network (NHSN) de los CDC ha desarrollado una serie de criterios en un esfuerzo para definir objetivamente la ISQ. Aunque esos criterios están relativamente detallados, es importante percatarse de que es el criterio del cirujano el que finalmente determina si una ISQ está presente en los casos dudosos. Por lo tanto, cuando hay cambios edematosos alrededor de la herida, o cuando ésta drena un material que no es claramente purulento, es importante que la opinión del cirujano esté claramente expresada sobre si está presente o no una ISQ.

Factores de riesgo para desarrollar una ISQ

El riesgo de desarrollar una ISQ varía grandemente de acuerdo con la naturaleza del procedimiento operatorio y las características clínicas específicas del paciente sometido a ese procedimiento. Finalmente, es necesario considerar un amplio rango de factores de riesgo para desarrollar las medidas preventivas.

El sistema de clasificación de la ISQ de los CDC [5-7] es ampliamente usado para capturar algo del riesgo de infección relacionado con el tipo de procedimiento operatorio. Este esquema de clasificación se enfoca primariamente sobre el grado de contaminación probable de estar presente durante la operación. Así, durante procedimientos de Clase I (limpios), es probable que sólo microorganismos de la piel y del medio ambiente externo sean introducidos dentro de la herida. Con los procedimientos de Clase II (limpios-contaminados), existe una exposición adicional a microorganismos que colonizan las superficies epiteliales de la luz de las estructuras de los tractos respiratorio, digestivo, genital y urinario, aunque la contaminación debe estar limitada en su alcance. En los procedimientos de Clase III (contaminados) y Clase IV (sucios-infectados), hay una exposición progresivamente mayor de la herida a microorganismos potencialmente patógenos.

Aunque el esquema de clasificación de las heridas de los CDC permite alguna estratificación del riesgo, no toma en cuenta otros riesgos relacionados con el procedimiento operatorio o las características del paciente. Dos grandes encuestas epidemiológicas realizadas por los CDC en las décadas de 1970 y 1980, establecieron la importancia de esos otros factores en el desarrollo de la ISQ. En 1985, el Study on the Efficacy of Nosocomial Infection Control identificó como factores de riesgo para el desarrollo de una ISQ a la operación abdominal, a la operación prolongada (2 horas o más) y al paciente con tres o más diagnósticos de egreso, además de la clasificación de las heridas (contaminada o sucia-infectada versus limpia o limpia-contaminada) [8]. Subsiguientemente, el National Nosocomial Infections Surveillance System (NNIS) [9], el predecesor del actual NHSN, simplificó la estratificación del riesgo en 3 factores: (1) clasificación de las heridas de los CDC (contaminada o sucia-infectada); (2) una operación de mayor duración, definida como la que excede el percentilo 75º para un procedimiento dado; y (3) las características médicas del paciente, determinadas por un puntaje de la American Society of Anesthesiologists (ASA) de III, IV o V (presencia de una enfermedad sistémica severa que resulta en limitaciones funcionales, hay riesgo de vida o es esperable que no haya sobrevida después de la operación), al momento de la cirugía.

Con la introducción ampliamente diseminada de las técnicas laparoscópicas en el armamentario quirúrgico, este índice de 3 puntos ha sido ulteriormente modificado [10]. Una regla pregona ahora la sustracción de un factor de riesgo cuando se realiza una colecistectomía o una cirugía colónica laparoscópicamente; no obstante, para la apendicectomía y la cirugía gástrica, la sustracción de un punto se hace sólo si no hay otros factores de riesgo.
El impacto de estos factores de riesgo puede ser visto en la información brindada por el NHSN sobre las tasas de ISQ para varios procedimientos operatorios realizados en 2006-2007 [11]. En las mismas pude apreciarse que, aún con ajuste por riesgo, existen disparidades en las tasas de ISQ con los diferentes procedimientos. Por ejemplo, entre pacientes sin factores de riesgo que fueron sometidos a operaciones mamarias o colónicas, la tasa de ISQ fue cinco veces más alta en la cirugía colónica que en la cirugía mamaria. Sin embargo, con cada procedimiento, hay un mayor impacto de los factores de riesgo adicionales; las tasas de ISQ se duplican o cuadriplican a medida que el número de factores de riesgo aumenta. Por lo tanto, no está claro que el riesgo de ISQ esté relacionado con otros factores distintos de la clasificación de la herida.

El uso primario de estos análisis es monitorear las tendencias en las tasas de ISQ y permitir que las instituciones individuales puede medir comparativamente sus datos contra los promedios nacionales. Sin embargo, estos ajustes por riesgo de base ancha no conducen fácilmente a intervenciones que apunten a la prevención de la ISQ. Por ello es necesario el conocimiento de factores de riesgo más específicos. Los análisis multivariados han identificado un gran número de factores de riesgo específicos que colocan al paciente en un riesgo más alto de desarrollar una ISQ: (1) características del paciente, tales como edad aumentada o presencia de una infección remota al momento de la operación; (2) aspectos del manejo pre, intra y postoperatorio, tales como la demora en la administración de la profilaxis antibiótica o la esterilización instantánea de instrumentos quirúrgicos [7]. Aunque estos factores de riesgo no son necesariamente independientes unos de otros, brindan objetivos potenciales para el desarrollo de medidas de prevención.

Microbiología

La ISQ es causada por microorganismos introducidos en la herida quirúrgica al momento del procedimiento operatorio. La mayoría de esos microorganismos provienen de la flora endógena del paciente pero, ocasionalmente, son adquiridos de una fuente exógena, tal como el aire del quirófano, equipamiento quirúrgico, implantes de los guantes o, incluso, medicamentos administrados durante la operación [7,12]. Cuando existe una epidemia local inexplicable de ISQ, las investigaciones realizadas por el personal para el control de las infecciones pueden ser útiles para descubrir la fuente exógena.

Grandes encuestas institucionales cruzadas, involucrando todas las especialidades quirúrgicas, han revelado que un pequeño número de cocos gram-positivos y bacilos gram-negativos son responsables por la mayoría de las ISQ. El sistema NNIS categorizó 17.671 aislamientos obtenidos de pacientes con ISQ desde 1986 a 1996 [13]. Más de la mitad de los gérmenes aislados fueron cocos gram-positivos; el Staphylococcus aureus fue el organismo más comúnmente aislado, seguido por los estafilococos coagulasa-negativos y el Enterococcus spp. Aproximadamente  un tercio de los gérmenes aislados fueron bacilos gram-negativos, siendo los organismos más frecuentemente encontrados la Escherichia coli, Pseudomonas aeruginosa y Enterobacter spp. Aproximadamente el 5% de los gérmenes aislados fueron bacterias anaerobias. Investigaciones más recientes, involucrando instituciones múltiples [14] o individuales [15,16] han corroborado estos hallazgos generales, aunque la distribución específica de los organismos difirió un poco, reflejando probablemente diversos tipos de prácticas quirúrgicas en las instituciones individuales.

Este patrón general enmascara una significativa variabilidad en la microbiología de la ISQ, de acuerdo con el tipo de procedimiento operatorio [7,12]. En los pacientes sometidos a procedimientos limpios, el estafilococo predominó como la causa de ISQ, dado que esos microorganismos están presentes en la piel del sitio en donde se hace la mayoría de las incisiones. No obstante, los gram-negativos y otros organismos entéricos colonizan la piel de ciertos sitios, incluyendo la axila, periné e ingle; los pacientes que reciben incisiones en esas áreas pueden tener ISQ causadas por organismos gram-negativos. Por lo tanto, los pacientes sometidos a cirugía de bypass coronario es probable que tengan organismos gram-positivos  como causa de la infección de la herida esternal, pero frecuentemente se encuentra que tienen también organismos gram-negativos como causa de la infección en la herida de la pierna [17]. En las heridas limpias-contaminadas o contaminadas, las bacterias de los tractos respiratorio, gastrointestinal, genital o urinario contribuyen a la infección. Por ejemplo, los bacilos gram-negativos o los organismos anaerobios son causa frecuente de ISQ después de procedimientos que involucran el tracto gastrointestinal bajo [7]. Sin embargo, los organismos derivados de la piel pueden aún contribuir a esas infecciones. En un ensayo reciente de antibióticos profilácticos para sujetos sometidos a procedimientos colorrectales, el 11% de todas las muestras obtenidas de sujetos con ISQ fueron estafilococos, la mayoría de los cuales era S. aureus [18]. En las heridas de Clase IV (sucias-infectadas) se asume por lo general que los organismos patógenos que ya están presentes en el campo operatorio serán los responsables de la ISQ subsiguiente [7]. Finalmente, debería notarse que pueden darse patrones microbiológicos únicos en ciertos procedimientos altamente especializados; por ejemplo, los enterococos son frecuentemente hallados causando una ISQ después de un transplante de hígado [19].

El cambio más significativo en la microbiología de la ISQ ha sido la participación cada vez mayor de los microorganismos resistentes en estas infecciones. El número de ISQ causadas por el S. aureus meticilino-resistente (SAMR) ha aumentado dramáticamente [20]. Anderson y col. [14], hallaron que el SAMR fue responsable por el 17% de todas las ISQ severas desarrolladas en 1.010 pacientes en 26 hospitales de comunidad en el Sudeste y del 55% de las infecciones debidas a S. aureus. Naylor y col. [21], documentaron el SAMR en el 40% de las ISQ postoperatorias graves desarrolladas en pacientes sometidos a cirugía vascular en 25 centros de Gran Bretaña e Irlanda. Una ocurrencia cada vez mayor de infecciones debidas a SAMR ha sido también reconocida en estudios de personas sometidas a procedimientos cardíacos, ortopédicos o de cirugía plástica [22-25]. La emergencia del clon del SAMR, el USA300, comúnmente referido como el SAMR adquirido en la comunidad, puede impactar adicionalmente en la microbiología de la ISQ. Esta cepa es reconocida como la responsable por un número significativo de graves infecciones estafilocócicas adquiridas en el hospital [26,27]; un reporte preliminar también sugiere su frecuente participación como una causa de ISQ [28].
Los bacilos gram-negativos aislados de pacientes con ISQ también demuestran una resistencia aumentada [29,30]. Estos organismos resistentes resultan probablemente de la exposición previa del paciente al entorno médico asistencial o a una terapia antimicrobiana de amplio espectro. La resistencia en aumento de los organismos gram-negativos que causan ISQ va en paralelo con su resistencia aumentada cuando son el origen de otras infecciones nosocomiales [31].

Aunque en las encuestas epidemiológicas son infrecuentemente identificadas, dos infecciones, la gangrena estreptocócica debida a estreptococos b-hemolíticos del Grupo A y la mionecrosis usualmente a causa del Clostridium perfringes, deben ser mencionadas. Estas infecciones monomicrobianas fulminantes raramente se desarrollan después de un procedimiento operatorio. La posibilidad de estas infecciones debe ser considerada en un paciente con hallazgos clínicos sugestivos de sepsis severa o de shock séptico, fuera de proporción con lo esperable en una persona con una ISQ postoperatoria típica. Característicamente, las infecciones de los tejidos blandos causadas por esos organismos se manifiestan tempranamente después del procedimiento quirúrgico, algunas veces dentro de las primeras 24 horas. Debido a su naturaleza rápidamente progresiva, es obligatorio el manejo quirúrgico precoz, combinado con la terapia antimicrobiana adecuada [32].

Prevención de la ISQ: medidas generales

Las medidas para prevenir la ISQ están basadas en el cocimiento de varios factores de riesgo que predisponen al paciente para desarrollar esta infección y en un entendimiento de la microbiología de la ISQ. En esta sección, se discutirán las medidas generales para prevenir la ISQ; las secciones subsiguientes se enfocarán en algunos de los temas relacionados con la profilaxis antimicrobiana y otras intervenciones que apunten a patógenos específicos.
Las medidas generales para prevenir la ISQ pueden ser organizadas en aquellas dirigidas a los factores de riesgo preoperatorios del paciente y aquellas relacionadas con su manejo perioperatorio. En relación con estas últimas, las consideraciones incluyen la preparación del paciente y del equipo quirúrgico para la cirugía, el entorno de la sala de operaciones, las técnicas intraoperatorias y otros aspectos del cuidado intra y postoperatorio del paciente.

Como es típico con muchas terapias médicas, hay varios grados de evidencia científica apoyando diversas medidas. Aunque algunas están apoyadas por datos de ensayos clínicos prospectivos, randomizados y controlados u otros estudios de alta calidad, la evidencia para muchas se basa primariamente en la experiencia y opinión experta acumulada por años o, incluso, en dogmas quirúrgicos nunca sujetos a una evaluación rigurosa. Guías prácticas resumiendo las recomendaciones, y la evidencia detrás de ellas, para la prevención de la ISQ, han sido desarrolladas y actualizadas por los CDC; la más reciente en 1999 [7]. Desde entonces, no ha aparecido un conjunto de normas comprehensivas para la prevención de la ISQ, aunque una publicación reciente de la Society for Healthcare Epidemiology of America y de la Infectious Diseases Society of America [33] ha resumido las guías previas y brindado algunas actualizaciones basadas en literatura adicional [34-39].

Las condiciones medicas preexistentes en el paciente son una contribución mayor al riesgo de ISQ. Un número significativo de pacientes sometidos a procedimientos quirúrgicos tienen uno o más de los siguientes riesgos: edad, estado nutricional, diabetes, tabaquismo, obesidad, coexistencia de infecciones en un sitio remoto del organismo, colonización con microorganismos, respuesta inmunológica alterada y prolongación de la estadía preoperatoria. La anamnesis y el examen físico preoperatorios permitirán generalmente la detección de esas condiciones médicas. No obstante, muchos de esos factores de riesgo no son fácilmente tratables antes de la intervención, aún si el procedimiento quirúrgico puede ser retrasado. La edad, obviamente, no es un factor de riesgo modificable. De la misma manera, una estadía hospitalaria preoperatoria prolongada, usualmente refleja más la necesidad de hospitalización para un paciente seriamente enfermo con un estado fisiológico comprometido, que la espera de una oportunidad para ser intervenido [7]. El tratamiento de la obesidad o la restauración de la competencia inmunológica de un paciente que está inmunosuprimido no es habitualmente factible en un corto plazo.

Las medidas para prevenir la ISQ generalmente aceptadas incluyen: (1) optimizar los niveles preoperatorios de glucosa y disminuir las concentraciones de hemoglobina A1C en pacientes con diabetes; (2) alentar a los pacientes para que dejen de fumar al menos 30 días antes de la operación; y (3) tratar preoperatoriamente cualquier infección concomitante [7,33]. Sin embargo, hay datos limitados que indiquen que estas medidas previenen exitosamente la ISQ cuando se aplican a grandes poblaciones. Pequeños estudios sugieren que el uso preoperatorio de suplementos orales o nutrición enteral por 7 a 14 días puede reducir las complicaciones infecciosas, tal como una ISQ, en pacientes con riesgo nutricional severo [40]. No obstante, el uso preoperatorio de nutrición parenteral se ha asociado con un riesgo aumentado de complicaciones infecciosas, a menos que esté dirigido a pacientes gravemente mal nutridos [41,42].

En contraste con las medidas basadas en las condiciones médicas preoperatorias del paciente, hay datos algo mas completos en relación con ciertos abordajes perioperatorios para la prevención de la ISQ. La remoción preoperatoria del pelo por rasurado, particularmente cuando se realiza la noche anterior al procedimiento, ha sido consistentemente hallada como causa de incremento de la tasas de ISQ [7,43]. Actualmente se recomienda que el pelo no sea removido o que lo sea por corte inmediatamente antes de la operación o mediante el uso de depilatorios no cáusticos [7,33,43]. La remoción apropiada del pelo es una de las medidas actualmente monitoreadas como parte del Surgical Care Improvement Project (SCIP) [44], una iniciativa desarrollada por una asociación de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, incluyendo el American College of Surgeons, los CDC y los Centers for Medicare and Medicaid Services (CMS).

La ducha preoperatoria con agentes antisépticos como la clorhexidina, no ha demostrado tener un impacto beneficioso sobre las tasas de ISQ [7,33,45]. No obstante, la preparación apropiada de la piel al momento del procedimiento operatorio con un agente antiséptico es una medida preventiva bien establecida. Los agentes antisépticos aceptables incluyen alcohol, clorhexidina, yodo y yodoformo, alguno de los cuales han sido reformulados en la actualidad para brindar una duración más prolongada de su acción [7,33,46]. El uso de la clorhexidina para la preparación de la piel ha sido recomendado para la prevención de las infecciones relacionadas con el pasaje de sangre a través de catéteres [47]; sin embargo, los datos disponibles no muestran de manera conclusiva que ésta o cualquier otra preparación del sitio quirúrgico sea superior para la prevención de la ISQ [7,46]. Similarmente, aunque la preparación de las manos y antebrazos de los miembros del equipo quirúrgico es una recomendación firme, los datos son inadecuados para indicar si algún agente antiséptico específico o método es preferible.

El entorno de la sala de operaciones puede ser el origen de la contaminación que lleve a la ISQ en un limitado número de casos. Las medidas ambientales generalmente aceptadas para prevenir la ISQ incluyen el mantenimiento de una ventilación adecuada, minimización del tráfico por el quirófano, evitar la esterilización instantánea del equipamiento de la sala de operaciones y la limpieza de las superficies y equipos con desinfectantes apropiados [7,33]. El uso de flujo laminar en la sala de operaciones y el aislamiento respiratorio del equipo quirúrgico han sido sugeridos como medidas adicionales para evitar la infección, particularmente durante los procedimientos ortopédicos de implante. Sin embargo, faltan datos de alta calidad que indiquen que esas medidas resultan en una disminución de las tasas de infección [7] y una reciente investigación cuestiona si el uso del flujo laminar tiene alguna eficacia [48]. Otros aspectos del entorno del quirófano, tales como el tipo de paños o la vestimenta del equipo quirúrgico son de potencial importancia, pero existe poca información disponible indicando que cualquier intervención relacionada con ellos impactará directamente sobre el riesgo de ISQ. Brotes ocasionales de ISQ han sido vinculados con la presencia en el quirófano de un miembro del equipo con una infección activa o colonización con un organismo patógeno; la exclusión de la sala de operaciones es sólo recomendada para los individuos que tienen lesiones dérmicas supurativas o que han estado epidemiológicamente vinculados con pacientes infectados [7].

La conducción de la operación por parte del cirujano y del equipo quirúrgico es otra potencial pero largamente no probada arena en la que el riesgo de ISQ puede estar alterado. Tradicionalmente, se le enseña a los cirujanos que la manipulación gentil de los tejidos, limpieza completa de la contaminación, remoción completa de los tejidos necróticos o desvitalizados y la evitación de los espacios muertos, son todos ellos importantes para evitar la infección [7,33]. El uso de drenajes ha sido asociado con un aumento, más que con un descenso, del riesgo de ISQ; en ausencia de una clara indicación, el uso de drenajes es fuertemente desalentado [49]. El cierre de una herida contaminada o sucia-infectada sigue siendo un tema de debate. La regla universal de que esas heridas deben ser dejadas abiertas ha sido desafiada por algunos procedimientos. Utilizando un abordaje de análisis de decisión, Braasel y col. [50], hallaron que muchas heridas podrían ser cerradas con seguridad después de operaciones por apendicitis perforada. No obstante, un ensayo prospectivo y randomizado, comparando el cierre primario con el manejo inicialmente abierto de las heridas sucias-infectadas, reveló que el cierre primario rutinario condujo a significativamente más infecciones; sin embargo, las estadías hospitalarias y los costos de atención no difirieron entre los dos grupos [51]. Finalmente, hay poca discusión sobre que el uso de los accesos mínimamente invasivos disminuirá el riesgo de ISQ; por ejemplo, las tasas de ISQ son significativamente más bajas con la apendicectomía laparoscópica en comparación con la abierta [52].

En relación con el manejo de las heridas cerradas, varios tipos de apósitos, ungüentos con antibióticos y otros adyuvantes, han sido utilizados. Hay una cantidad de nuevos tipos de apósitos transparentes, semipermeables o antibacterianos disponibles, alguno de los cuales son comercializados como ventajosos para la prevención de la ISQ. Sin embargo, no existe casi ningún dato que indique que algún abordaje específico o método de manejo postoperatorio de la herida impacte sobre las tasas de ISQ.

Varios aspectos del manejo perioperatorio, incluyendo evitar la hipotermia, mantenimiento de altas concentraciones de oxígeno en los tejidos y tratamiento de la hiperglucemia han sido investigados con algún detalle en relación con la prevención de la ISQ. Un problema intraoperatorio frecuente es el desarrollo de hipotermia [53]. Un ensayo prospectivo de sujetos sometidos a operaciones colorrectales encontró que, aquellos randomizados para recibir un calentamiento intraoperatorio adicional para mantener la normotermia (temperatura central media de 36,6º C) tuvieron tres veces menos ISQ, en comparación con aquellos que no recibieron el calentamiento adicional (temperatura central promedio de 34,7º C) [54]. Estos resultados positivos han sido puestos de alguna manera en cuestión por estudios subsiguientes no randomizados, que no replicaron este beneficio [55,56]. No obstante, el mantenimiento de la normotermia en pacientes sometidos a procedimientos colorrectales es uno de los componentes actualmente monitoreados como parte de la iniciativa SCIP.

Más controversial es el uso de concentraciones aumentadas de oxígeno inspirado en el intraoperatorio y en el postoperatorio inmediato. Cuatro ensayos prospectivos, randomizados y controlados compararon el uso de oxígeno al 80% con oxígeno al 30% en personas sometidas a operaciones abdominales, primariamente procedimientos colorrectales [57-60]. Dos de esos ensayos encontraron reducciones significativas en las tasas de ISQ con el uso de las concentraciones más altas de oxígeno [57,59]. Un ensayo, que tenía baja potencia estadística, identificó una tendencia hacia menos ISQ en pacientes que recibieron oxígeno al 80% [60]. No obstante, un ensayo encontró un aumento en vez de una disminución en las tasas de ISQ en los sujetos randomizados para recibir oxígeno en altas concentraciones [58]. Un meta-análisis de esos ensayos sugiere que los datos globales favorecen el uso de altas concentraciones de oxígeno [61]; pero dada la alta heterogeneidad de los resultados, esto es considerado aún como un tema no resuelto [33]. Un gran ensayo clínico randomizado, actualmente en desarrollo en Dinamarca [62], esperanzadamente permitirá que esta controversia sea definitivamente resuelta.

 

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