Madres y médicas, ¿heroínas? | 20 MAY 09

Super-Woman, Super-Doctor

Hay muchas más mujeres en medicina que hombres, y somos igual o mejores profesionales que los médicos varones.

Ilustración de Mónica Lalanda

El tema de la igualdad entre hombre y mujer resulta ya algo cansino, con ministra o sin ella. Lo primero que salta al ojo sobre es esa actitud paternalista de intentar demostrar que las mujeres somos capaces de desempeñar cualquier función que realicen los hombres, pero que una mano misteriosa nos mantiene oprimidas.

Para empezar, es un gran error hablar de la mujer en general, pues en cuestiones puramente laborales existen dos tipos de mujer: la mujer-madre y la mujer-sin-hijos; el hombre sin embargo es siempre el hombre. La mujer sin hijos y el hombre son eminentemente iguales, mismas capacidades e igual potencial. Sin embargo, el hombre y la mujer-madre nunca podrán ser iguales. Aquí es donde debería comenzar una sana discusión que por ser políticamente incorrecta no se suele practicar; la mujer-madre no será nunca igual al hombre pero no porque nadie la discrimine o porque no pueda, simplemente porque no le da la gana. Los roles primitivos se mantienen y en una gran mayoría por deseo explícito del sexo femenino y empujadas por una razón puramente biológica.

En la medicina, como en otras áreas, también existe discriminación. Parece ser que entre los puestos de mando las médicas representan únicamente el 12% y solo un 7% en el terreno hospitalario. Del total de 374 catedráticos de Medicina censados tan solo 15 son mujeres, sólo ostentan uno de cada cinco cargos en sindicatos médicos y apenas un 4% de las presidencias de los colegios médicos. Todo el mundo se echa las manos a la cabeza, se habla de insensibilidad de la Administración, de la necesidad de cambios organizativos, de la ley de conciliación de la vida familiar y laboral, incluso de acoso institucional a la mujer médica.

Aquí hay algo que claramente no concuerda. Hay muchas más mujeres en medicina que hombres, y somos igual o mejores profesionales que los médicos varones. Los mejores expedientes académicos se dan en el cromosoma XX, diversos estudios demuestran que las mujeres médicas estamos mejor dotadas de cualidades imprescindibles para una buena práctica como la capacidad de comunicación y la empatía, que somos más proclives a organizar servicios preventivos y a seguir guías de actuación, que pasamos como media más tiempo con los pacientes y que conseguimos mayor puntuación en encuestas de satisfacción del paciente. Es decir, si somos muchas y buenas, quizás nuestra ausencia en puestos de poder sea más una cuestión de prioridades, preferencia personal, o voluntad por nuestra parte que de discriminación por parte del sistema.

 

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