Bienestar / Según dos estudios en Japón | 19 ENE 09

Por qué jugar con nuestras mascotas produce felicidad

Compartir tiempo con una mascota mejora el humor y reduce la depresión y la ansiedad. Expertos lo atribuyen a un aumento de la "hormona del amor".

Foto: N y T Ewen Callaway, New Scientist

LONDRES.- Según parece, un animal doméstico es capaz de proporcionarnos una experiencia emocional similar a la del contacto con los niños. Dos nuevos estudios demuestran que luego de jugar con sus mascotas los dueños sufren en su interior un "estallido" de una hormona asociada con el instinto maternal, el enamoramiento y el placer.

Se trata de la oxitocina, conocida también como la "droga del amor", que disminuye el estrés, combate la depresión e influye en la construcción de la confianza entre las personas. Varios estudios sobre ratas y ratones probaron también la influencia de la oxitocina en la formación de los vínculos interpersonales y en la construcción de la memoria social.

Entonces, los biólogos Miho Nagasawa y Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azuba, en Japón, se preguntaron si el contacto social entre miembros de dos especies distintas también elevaría los niveles de oxitocina. "A los dos nos gustan mucho los perros y ambos sentimos que algo cambia en nuestros cuerpos cuando nos miran", dijo Kikusui.

Los biólogos convocaron a 55 personas con sus mascotas para participar en una sesión de juegos en el laboratorio. Antes y después del ensayo, que consistió en dejarlos jugar libremente con sus perros, les midieron los niveles de oxitocina mediante un análisis de orina.

Luego, los investigadores le pidieron a otro grupo de participantes que se sentara en una habitación y tratara de evitar en todo momento el contacto visual con sus animales.

Los biólogos grabaron las sesiones de ambos estudios, midieron cuánto tiempo los perros habían mantenido la mirada en sus dueños y, según los resultados, dividieron al grupo que había podido jugar con sus mascotas en dos subgrupos: mirada de larga duración (aproximadamente 2,5 minutos) y mirada de corta duración (menos de 45 segundos).

Nagasawa y Kikusui descubrieron que el nivel de oxitocina en los participantes que habían pasado mayor tiempo haciendo contacto visual con sus mascotas era 20% más alto. En cambio, los niveles de la hormona en quienes no habían podido mirar a sus mascotas fueron levemente más bajos que al inicio del estudio.

 

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