Relaciones | 28 JUN 06

Lo que hace un psicoanalista cuando psicoanaliza a un paciente

En la relación entre paciente y analista se anudan dos historias que van a configurar un nuevo vinculo. Un artículo del Dr. Luis Chiozza.
Autor/a: Dr. Luis Chiozza * Fuente: Artículo Original 
INDICE: 

* El Dr. Luis Chizza participará como disertante en las Jornadas IntraMed 2006 "Médicos del siglo XXI", para mas información haga click aquí.

1. La temática

Cuando analizado y analista se encuentran para realizar una sesión psicoanalítica y el paciente comienza a hablar de lo que se le ocurre, suele presentarnos un relato. A veces sólo se refiere a si mismo, a veces, al mismo tiempo que nos describe diferentes vivencias y sucesos, incluye dos, tres, o mas personas que se relacionan con  él o que mantienen vínculos entre si. Aún cuando el contenido del discurso del paciente no adquiera la forma típica con la cual se narra un acontecimiento o escena, y se manifieste en cambio como, por ejemplo, la descripción de un sentimiento, no es demasiado difícil descubrir, en ese discurso, la presencia de un relato implícito que permanece tácito.

El hecho de compartir idioma y experiencias nos permite entender, en una primera aproximación superficial, lo que el paciente dice. Ya sea que hable con un lenguaje claro y coherente, o entrecortado y confuso, aún en los casos en que su discurso posea un aspecto congruente es posible "auscultar" en ese discurso lagunas, nexos que han quedado rotos o que resultan poco convincentes, motivos que parecen pueriles o injustificados. Descubrimos de este modo un drama que se va desplegando en un conjunto de escenas, y que constituye nuestra puerta de acceso a lo inconciente. La compleja trama de significados frecuentemente aparece deshilvanada, con algunos de los "hilos" entretejidos desordenados y sueltos. Se nos revela así una cierta destrucción de la coherencia del sentido en lo que respecta a ese tema particular. Como si se tratara de realizar una paciente labor de crochet, el analista debe reconstruir el "dibujo" de la trama que configura la anécdota o el cuento. Necesita para ello de un "hilo conductor" que le permita "atar cabos", "levantar puntos sueltos" y rearmar  el "tejido".

Hallar un hilo conductor implica descubrir un tema que nos parezca esencial. Un tema es un argumento del cual se trata, un guión, un drama, una escena en movimiento que, como núcleo de significación, organiza el relato, lo hace inteligible en tanto le presta sentido restituyéndole, al mismo tiempo, la coherencia perdida. De acuerdo con lo que consigna el diccionario de la Real Academia, el tema es el asunto o materia de un discurso; musicalmente es un pequeño trozo de composición con arreglo al cual se desarrolla el resto de ella. La temática, en cambio, es el conjunto de temas parciales contenidos en un asunto general. Tener en cuenta alguna de las características generales que permiten definir una temática, nos ayuda a identificarlas dentro del material de la sesión psicoanalítica. Una temática es un conjunto de temas que son típicos y universales, como son los dramas. Acontece entre personajes, configurando una escena "en movimiento". Compromete una significancia, que es la importancia que posee el sentido. Y se desarrolla, en el tiempo como un proceso que se inicia, culmina y finaliza.

2. Lo típico y universal del drama

Si queremos descomponer en partes sucesivas un proceso que, una vez incorporado como procedimiento "automático", funciona como un conjunto indivisible, podemos decir que comenzamos por escuchar el contenido manifiesto, conciente, de lo que el paciente relata. Tratamos entonces de ubicar, dejando de lado cuestiones accesorias, el tema principal, el tema que nos parece esencial, el asunto acerca del cual, en ese momento,  se  habla. El drama propio y particular que el analizado transmite en su relato es siempre, al mismo tiempo, un argumento típico y universal que, en diferentes tiempos y ocasiones, distintas personas repiten de un modo similar.

Cuando el paciente no se expresa verbalmente y permanece en silencio, el analista puede trabajar con el material que, en presencia del paciente, él puede producir. El ordenamiento y procesamiento de los sentimientos, asociaciones y ocurrencias que constituyen la contratransferencia, da lugar a la construcción de un relato, a partir del cual es posible extraer una temática. Decimos que este relato, que el terapeuta formula "en silencio" y "para si mismo", está implícito en el analizado, y constituye así, en estos casos, el material sobre el cual comenzamos la tarea analítica. Los "guiones iterativos" como la exclusión, el desprecio, la excitación insatisfecha, la vergüenza, el miedo, la traición, la venganza, o la culpa, que hoy vive el paciente, son los mismos que a "uno" le están pasando, le han pasado o le podrán pasar. Por eso nos encontramos en otro ser humano con alguien como uno, al que denominamos "semejante".

Llamamos universal a lo que el paciente y el analista, por el hecho de ser seres humanos, tienen en común. Desde allí podemos volver a lo propio y particular del analizado y utilizar sus expresiones para describir su modo característico y singular de vivir la temática universal que hemos detectado. Cuando volvemos a lo individual aparece la desunión, aquello que es distinto de "uno". En este punto lo que era comprensión del paciente se torna de nuevo incomprensión, y se requiere un nuevo esfuerzo para lograr esa forma del conocimiento que denominamos empatía o simpatía.

A veces encontramos, en el material, varios temas que nos parecen muy diferentes entre si. Suele ser posible, sin embargo, integrarlos en una temática de un grado mayor de generalidad. Así, por ejemplo, el drama de los celos, la rivalidad, el amor prohibido, el privilegio y la injusticia, quedan comprendidos dentro de lo que Freud denominó complejo nodular de las neurosis: la problemática edípica. Del mismo modo que ocurre con las fantasías, puede haber supra y subtemáticas; el tema general de los celos puede desgranarse en múltiples subtemas particulares que aluden a distintos matices en la significación. La solución no se alcanza en estos casos recurriendo a un procedimiento obsesivo en el intento de buscar un denominador común que armonice los distintos asuntos. La cuestión reside en la posibilidad de encontrar uno que nos resulte esencial, en el sentido de que posee la capacidad de despertar ese sentimiento que denominamos "convicción". El test de "objetividad" que nos permite saber si hemos identificado adecuadamente una temática consiste en constatar si la mayor parte de los sucesos que aparecen en el material se tornan comprensibles y coherentes de ese modo.

3. La escena que los personajes configuran

El tema que identificamos en la sesión se refiere a un vínculo entre personas y aparece como una escena de la vida. El termino "escena" muestra la confluencia de dos vertientes. El diccionario de la Real Academia consigna que es un suceso vital que se considera un espectáculo digno de atención y, también, el sitio en el que se ejecuta la obra dramática, es decir, teatro, representación. Vida y teatro, realidad y ficción representativa, son los dos parámetros dentro de los cuales oscila el proceso analítico, ya que el analista se “presta” para que el paciente, en su vínculo con él, “reviva”, es decir re-presente, sus modos habituales de sentir, de hacer y de pensar.
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Cuando buscamos un argumento típico, podemos hacerlo desde diferentes enfoques. Si hablamos de triangulo edípico estamos usando conceptos abstractos y generales provenientes de una descripción basada en la metapsicología, que toma sus modelos de las ciencias fisicomatemáticas. (Es decir: fuerzas, relaciones, causas, mecanismos y efectos, o, también, la resultante geométrica de vectores que constituye el "more geométrico"). Si nos referimos, en cambio, a la leyenda de Edipo, utilizamos un tipo diferente de lenguaje, que se acerca al ámbito de la literatura y el teatro. (Es decir: un drama que ocurre entre personas, que posee una significación, que transmite un mensaje, discurso o sentencia, cuyo sentido inteligible, descifrable, configura el "more lingüístico"). En la leyenda de Edipo encontramos un drama universal, pero la temática que lo constituye es todavía una representación "descarnada", una especie de arquetipo general en el cual la abstracción, aunque menor que en el caso de la fórmula metapsicológica, persiste. Si progresamos en una metahistoria que intenta comprender la dramática del paciente en los términos que corresponden al "lenguaje de la vida", el Complejo de Edipo se nos configura como un conjunto de escenas que condensan emociones intensas, porque sus imágenes funcionan como símbolos cuyo significado forma parte de la experiencia cotidiana de la mayoría de los seres humanos. La ambición edípica de la niña, por ejemplo, puede quedar plasmada en una representación típica y universal, la de "la nena que se viste con los zapatos y la cartera de la mamá", adquiriendo así su investidura.

Buscamos, entonces, reconocer una temática bajo la forma de una o varias escenas que se aúnan para representar múltiples afectos y significados dentro del sentido coherente que llamamos argumento. Es importante subrayar la circunstancia de que la captación "en bloque" de una temática típica y universal (por ejemplo, la nena con los zapatos de la mamá) no sólo transmite el elemento puntual del Complejo de Edipo sobre el cual recaía la atención y la intención comunicativa, sino que nos obsequia, inesperadamente, con otros elementos de una significación más completa. En el caso tomado por ejemplo podrían quedar representados por la dificultad de la nena para lidiar con los zapatos, dificultad que simboliza las vicisitudes traumáticas de la seudoidentificación.

4. La significancia comprometida en la temática

El tema que buscamos no se refiere a un asunto o situación cualquiera, tiene que describir un drama que nos importe, que despliegue una significancia que abarque una unidad de sentido. Si el paciente menciona, por ejemplo, que "hace frió", esto, por si sólo, no constituye una temática; falta el argumento, la anécdota, aquello que permite completar su significado. Una noticia que se refiere a una "crónica" de sucesos ordenados de acuerdo con un vector temporal no es lo mismo que una novela aunque se comprenda su sentido, porque la novela constituye una secuencia dramática ordenada en función de un sentido pleno de significancia. La información, por si sola, posee un significado, pero su importancia, si es que la tiene, nos es desconocida. La guía telefónica, por ejemplo, es un compendio de datos cuyo significado comprendemos aisladamente, pero, aunque el significado "conjunto" de esos datos adquiere la importancia propia de una guía, no se encuentra en ella dato alguno acerca de la significancia que posee cada uno de las informaciones aisladas que contiene. Un soneto de Shakespeare, en cambio, posee una información mucho menor (ya que puede almacenarse en menos bytes) pero una gran riqueza de sentido. El término “riqueza” alude aquí a una significancia  que puede conmovernos.

Si nos enteramos  que el Sr. X es titular de una línea telefónica identificada por el numero Z, esta información, aislada del contexto, carece de significancia. La respuesta generada por tal información suele ser la expresión "¿y?", que implica la solicitud de un contexto. Nuevas informaciones generarán posiblemente nuevas interrogaciones por el sentido, nuevos "¿y?". Por fin una de estas informaciones, resignificando todo el conjunto, generará, como enunciado de respuesta, un "ah", significando que hemos comprendido. El psicoanalista escucha el relato del paciente de un modo similar, recibe información, se "entera" acerca de sucesos, hasta que llega un punto en el que siente que ha entendido lo esencial. Se trata aquí  también de un proceso que implica una secuencia de "¿y?" y que finaliza concretándose en un "ah".

5. La secuencia temporal

La temática implica un proceso que se desarrolla en el tiempo, culmina y finaliza. La identificación de un drama significativo durante la sesión psicoanalítica entraña un proceso de síntesis y de desarrollo. Tal como ocurre con el titulo de una novela, podemos resumir una temática en una frase que contenga lo fundamental, por ejemplo: "príncipe y mendigo", "la ventana indiscreta", "el poder y la gloria". Una temática también puede sintetizarse en una escena que condensa múltiples significados, por ejemplo: una nena vestida con los zapatos de la mamá, el primer día de clase, papá y mamá discutiendo mientras los niños miran, un padre que en el día de la boda de su hija rehúsa bailar con ella. Esta operación de síntesis permite reconocer y nominar el asunto que el paciente trae, pero, para poder comunicarle verbalmente el sentido esencial de la temática que hemos descubierto, es necesario "desplegar" sus significados. Hablar requiere un desarrollo en el tiempo: una secuencia que comienza, continúa, culmina y finaliza. Si en la fachada de un teatro colocamos la foto de Sir Lawrence Olivier en el papel de Otelo asesinando a Desdémona, quien conozca esa obra de Shakespeare es posible que encuentre en esa escena el tema esencial de esa tragedia, pero, si deseamos transmitirlo a quien lo desconoce, es necesario  que construyamos un relato que haga inteligible el sentido de la escena. Una escena es visual, y sus significados se captan  de un modo gestaltico y simultaneo cuando se posee la información necesaria. Comunicar ese significado con palabras, o con imágenes, a quien no posee la información pertinente implica una secuencia temporal. Algo similar puede decirse del contenido comunicativo que poseen gestos, movimientos y actitudes. Freud señalaba, refiriéndose a un juego que una de sus pacientes realizaba con un monedero, aquellos cuyos labios callan hablan con sus dedos.  Debemos agregar también los síntomas, atribuidos a trastornos en el cuerpo, y los signos que corresponden a las alteraciones físicas objetivamente perceptibles, ya que ambos se expresan en lo que Freud denominaba el lenguaje del órgano (organsprache).

Hemos reconocido una temática que por su universalidad nos incluye de manera tal que, mientras el paciente es protagonista del drama que él plantea, inevitablemente nos sentimos implicados en alguno de los roles de ese drama. Podemos, por este motivo, desde allí, llegar a comprender cuales son los afectos involucrados. Una de las formas universales adquiere, entonces, actualidad en el vínculo. Si, a los fines de su análisis, observamos únicamente lo que ocurre al paciente, podemos decir que ha transferido al presente una situación pasada.

Cuando nos preguntamos cuál es la transferencia solemos pensar en primera instancia en el sentimiento que el paciente experimenta, hacia la persona del medico, en el instante puntual de una sesión psicoanalítica y solemos descuidar que ese sentimiento no es en realidad la transferencia sino que surge, a raíz de ella, como emergente de un proceso que se está dando entre ambos. Si tenemos en cuenta que la transferencia no es el sentimiento movilizado, sino el proceso movilizante, cobramos conciencia de que la importancia de ese proceso, que implica el "viaje" de un afecto desde un objeto a otro, recae sólo transitoriamente en el objeto actual. La importancia de un objeto no depende de que sea originario o actual, ya que surge por el hecho de haber sido estructurado como objeto de esa transferencia. Nos encontramos ante un caso particular de aquello que afirmaba Freud cuando sostenía que, entre los distintos elementos que podían distinguirse en el ejercicio de una pulsión, el objeto era el que podía sustituirse con mayor facilidad.

Cuando Freud se refiere a los sentimientos que el paciente experimenta respecto de su psicoanalista, desde el comienzo mismo del tratamiento, considera imposible que se hayan originado en la circunstancia actual y señala que el paciente esta haciendo una transferencia de sentimientos propios de otras situaciones con personas auténticamente importantes  en su vida como lo fueron sus padres. Agrega que este falso enlace entre un acontecimiento importante del pasado y otro nuevo, que en realidad seria menos significativo, se da siempre. En el caso particular de un tratamiento medico ese falso enlace o transferencia ocurre inevitablemente con el terapeuta y las personas de su entorno. La situación transferencial creada por el psicoanálisis se diferencia de la que surge en los otros tratamientos médicos por el hecho de que el psicoanalista utiliza la transferencia, reconociendo su existencia, analizándola e interpretándola, como un instrumento del proceso terapéutico.

6. La repetición de un modelo “adquirido en la infancia”

Freud considera, desde un punto de vista metapsicológico, que el proceso psíquico transferencial se produce cuando una representación accede al sistema consciente-preconsciente. La transferencia es entonces el trayecto que realiza una carga que, proviniendo del inconsciente, recae sobre una representación preconsciente que “coincide” con una percepción del presente. La primera transferencia surge del inconsciente ancestral, filogenético, que nunca  ha sido reprimido porque nunca ha llegado a la consciencia. Cuando analizamos, por ejemplo, el complejo de Edipo en la relación con los padres de la historia personal, damos por  implícito que, sobre él, se esta realizando ya una transferencia que proviene del complejo de Edipo original, el que Freud refería a la horda primitiva. Al revivir la problemática edípica lo que se e

 

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