El envejecimiento y las enfermedades relacionadas con la edad comparten algunos pilares mecanicistas básicos que convergen en gran medida en la inflamación. Durante el envejecimiento, se desarrolla una inflamación crónica, estéril y de bajo grado, llamada inflammaging en idoma inglés, que contribuye a la patogénesis de las enfermedades relacionadas con la edad.
Desde una perspectiva evolutiva, una variedad de estímulos sostienen la inflamación, incluidos los patógenos (no propios), los restos celulares endógenos y las moléculas própias mal ubicadas, los nutrientes y la microbiota intestinal (cuasi-yo). Un número limitado de receptores, cuya degeneración les permite reconocer muchas señales y activar las respuestas inmunes innatas, detecta estos estímulos.
En esta situación, se piensa que la metaflamación (la inflamación metabólica que acompaña a las enfermedades metabólicas) es la forma de inflamación crónica provocada por el exceso de nutrientes o la desnutrición. La metaflamación se caracteriza por los mismos mecanismos que sustentan la inflamación.
La microbiota intestinal tiene un papel central tanto en la metaflamación como en la inflamación debido a su capacidad para liberar productos inflamatorios, contribuir a los ritmos circadianos y la diafonía con otros órganos y sistemas.
Argumentamos que las enfermedades crónicas no son solo el resultado del envejecimiento y la inflamación; estas enfermedades también aceleran el proceso de envejecimiento y pueden considerarse una manifestación del envejecimiento acelerado.
Finalmente, proponemos el uso de nuevos biomarcadores (metilación del ADN, glicómica, metabolómica y lipidómica) que sean capaces de evaluar la edad biológica frente a la edad cronológica en las enfermedades metabólicas.
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