Y modificar su forma de cocinado | 12 MAR 18

Menos riesgo de cáncer de mama al reducir el consumo de carne

Un nuevo estudio realizado en España revela que la cantidad de carne consumida y determinados hábitos en su cocinado se relacionan con el riesgo de padecer cáncer de mama

El riesgo de sufrir cáncer de mama podría reducirse si se disminuye el consumo de carne roja, especialmente la muy hecha o la guisada, y carne procesada y curada. Esa es la conclusión descubierta por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III. El estudio, liderado por Elena Boldo y Marina Pollán, ha sido publicado recientemente en la revista Maturitas.

Una de cada ocho mujeres padecerá cáncer de mama a lo largo de su vida. Esta cifra lo convierte en el tumor más frecuente en las mujeres y, en el caso de España, representa el 28% de todos los sufridos por el sexo femenino. La prevención y el diagnóstico precoz son las mejores herramientas para luchar contra esta enfermedad.

El análisis detectó un mayor riesgo por el consumo de carne roja guisada y muy hecha

En cuanto a la prevención, se conoce que el riesgo de sufrir este tipo de cáncer se puede reducir realizando ejercicio físico de forma regular, evitando el sobrepeso y la obesidad tras la menopausia y el consumo habitual de alcohol. Hasta el momento, el papel que desempeña la dieta no está claramente determinado en relación con el cáncer de mama, por lo que nuevas investigaciones en este campo pueden servir para orientar una mejor prevención. 

El proyecto MCC-Spain, impulsado por el CIBERESP y del que forma parte este estudio, cuenta con la colaboración de investigadores de 11 comunidades autónomas españolas y busca aportar nueva información sobre factores de riesgo y posibles estrategias de prevención. En esta investigación participaron 1.006 mujeres con cáncer de mama y 1.370 mujeres sanas de diez provincias españolas.

Con la información aportada altruistamente, se ha explorado la relación entre el riesgo de tener este tumor y el consumo de carne, considerando no solo la cantidad sino también las prácticas de su cocinado. El análisis se realizó considerando el estado menopáusico (pre y postmenopausia) y la biología de la célula tumoral (tumores hormonales, HER2 positivos y triple negativos).

Por un lado, se estudió el consumo total de carne blanca (pollo, pavo, pato, conejo), carne roja (vaca, ternera, cerdo, cordero, hamburguesas y albóndigas de cerdo o ternera, hígado de ternera, cerdo o pollo y otros despojos), carne procesada o curada (carne sometida a alguna forma de conservación, incluyendo salchichas, perritos calientes, paté, foie gras y embutidos –jamón cocido, jamón serrano, chorizo, fuet, salchichón, butifarra, mortadela, botillo, cecina, etc–) y la cantidad total de todas las carnes antes nombradas. 

Por otra parte, se analizó el punto de cocción de la carne (poco hecho, hecho o en su punto y muy hecho). Finalmente, se valoraron los métodos de cocinado de la carne (plancha o barbacoa, frito o rebozado, guisado, horno y otros métodos).

 

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