El síndrome de Cotard | 05 MAR 18

Mi cerebro cree que estoy muerto

Es la interacción de nuestro cuerpo con el entorno lo que genera la actividad cerebral, sin ella nuestra propia sensación de existencia puede desaparecer por completo
Autor/a: Walter Farah Calderón Open Mind
Aquel hombre siempre había mostrado tener su cabeza bien puesta, hasta que, durante aquel fatal accidente de tráfico, su cráneo se separara de su columna vertebral. No solo no falleció, sino que sobrevivió, con su cerebro intacto, lo cual muestra que el cráneo es, entre otras cosas, un gran recipiente, lo que podría sonar a mal gusto si no fuera porque abre la posibilidad , de concebir la actividad cerebral fuera del mismo. Por supuesto, en la mirada atónita de quienes presenciaron aquel accidente se fijará para siempre el uso del concepto más arcaico, nunca tan actual como aquel día, el etimológico, el del cerebro como “lo que lleva la cabeza”.

Y así, en una extraña vorágine desfilan las sorpresas, una tras otra, incluyendo las psicológicas y filosóficas. Para entreverlo, a veces los neurólogos, cuyas investigaciones están aumentando, no tienen más remedio que acudir a los bancos de cerebros, como el Harvard Brain and Tissue Resource Center, que envía unas seis mil muestras de tejido de cerebro de personas sanas o con enfermedades mentales o físicas, a investigadores en todas partes del planeta, sin apenas dar abasto, un cuadrito de un centímetro de la región solicitada.

¿Mi cerebro sabe que existo?

En 2013, un equipo de investigadores, formado entre otros por Adam Zemar (Profesor de Neurología Cognitiva de la Universidad de la Escuela Médica de Exeter) y Steven Laueys de la Universidad de Lieja (Bélgica), realizó la primera exploración PET en un paciente con síndrome de Cotard (DOI: 10.1016/j.cortex.2013.03.003), enfermedad conocida originalmente como “delirio de la negación”, cuyo primer registro procede de 1880.

Fue precisamente ese año cuando el psiquiatra Jules Cotard, a quien la enfermedad debe su nombre actual, presentó el caso de una paciente que afirmaba estar “sin cerebro, nervios, pecho o entrañas y era sólo piel y hueso” y afirmaba “que ni Dios ni el diablo existen y que ella no necesitaba comida, porque era eterna y viviría para siempre”.

Más contemporáneo es el caso del paciente a quien se le aplicó un PET en 2013. Tenía 48 años, sin historia médica previa, aparte de una corta enfermedad depresiva, fue atendido por un psiquiatra después de un intento de auto-electrocución. Ocho meses más tarde afirmaría que su cerebro había muerto.

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PET de Paciente don Síndrome de Cotard. Fuente: Zemar y Laueys (2013) Brain dead yet mind alive: A positron emission tomography case study of brain metabolism in Cotard’s syndrome. (DOI: 10.1016/j.cortex.2013.03.003)

El tratamiento psicotrópico tuvo poco efecto terapéutico. La aplicación al paciente de cuatro instrumentos, el Beck Depression Inventory, el Beck scale for suicide ideation, la Hamilton Rating Scale for Depression y la Hamilton Anxiety Rating Scale, revelaron una depresión severa combinada con ansiedad leve.

 

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