Transiciones asistenciales | 08 SEP 20

Rol del farmacéutico clínico en la Unidad de Terapia Intensiva

El farmacéutico clínico es el responsable de la terapia farmacológica del paciente, procurando que la misma sea segura y efectiva.
Autor/a: Dra. Nadia Pires y Dr. Carlos Lovesio 
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Resumen
Con más de miles de fármacos en el mercado, resulta imposible para los profesionales médicos el abordaje completo de la farmacoterapia de los pacientes, es por ello que en las últimas décadas se ha incorporado al profesional farmacéutico como una de los actores principales en el equipo de salud. Si bien en nuestro país es una práctica reciente, países como EEUU, Canadá y Reino Unido hace más de 40 años que reconocen esta necesidad.

En una búsqueda continua de la seguridad del paciente y la excelencia en la atención se reconoce la necesidad de un profesional farmacéutico capacitado que realice el abordaje completo de la farmacoterapia de los pacientes internados.

El farmacéutico clínico es el responsable de la terapia farmacológica del paciente, procurando que la misma sea segura y efectiva. Por otro lado, expertos sostienen que en el hospital de futuro se reducirán las áreas de hospitalización y se destinarán más recursos al entorno del paciente críticamente enfermo (1)β, el profesional  farmacéutico debe acompañar los cambios en las instituciones sanitarias y adecuarse a las necesidades de la salud. 


Introducción

A medida que la preparación y fabricación de medicamentos se ha industrializado y las prácticas de dispensación se han convertido en funciones administrativamente complejas (descuentos, obras sociales, bonos, etc.) que son llevadas a cabo por administrativos y técnicos de la farmacia, el rol del farmacéutico en instituciones sanitarias ha cambiado.

El dramático aumento en el volumen de medicamentos y opciones terapéuticas aumentó la complejidad de la farmacoterapia de los pacientes, internados y ambulatorios. Problemas relacionados con medicamentos (PRM), uso racional, polifarmacia, conciliación de medicamentos, formas de dosificación, farmacodinámica y farmacocinética, efectos adversos, interacciones medicamentosas y farmacoeconomía son términos que resultan desconocidos por varios de los profesionales de la salud. Por otro lado, son los disparadores del nuevo perfil del farmacéutico (2β).

El inicio de la farmacia hospitalaria data de poco antes de los años 80. En Europa, el primer departamento de Farmacia Clínica fue impulsado en el King Khalid University Hospital (KKUH) en 1983. Hasta entonces, el servicio de farmacia clínica era sólo un privilegio de los hospitales líderes de Estados Unidos (3)β. La farmacia clínica es definida por el Colegio Americano De Farmacia Clínica (ACCP), como "una disciplina de ciencias de la salud en la cual los farmacéuticos proporcionan atención a los pacientes optimizando la terapia farmacológica y promoviendo la salud, el bienestar y prevención de enfermedades '' (4)β.

De acuerdo con datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo de 2017, los errores de medicación causan por lo menos una muerte cada día y dañan aproximadamente 1.3 millones de personas anualmente en Estados Unidos. Si bien se estima que los países de bajos y medianos ingresos tienen tasas de acontecimientos adversos respecto al uso de medicamentos similares a los países de ingresos altos, el impacto es aproximadamente el doble en términos del número de años de vida sana perdida. A nivel mundial, el costo asociado con los errores de medicación se ha estimado en 42 mil millones de dólares anuales o casi el 1% del gasto total en salud global (5β). 


Conciliación de la farmacoterapia en Transiciones Asistenciales

La conciliación de la medicación se define como el “proceso formal y estandarizado de obtener la lista completa de la medicación previa de un paciente (perfil o historia farmacoterapéutica), compararla con la prescripción activa o actual (es decir, la medicación que está indicada durante la internación), analizar y resolver las discrepancias encontradas” (6)β.

Una historia farmacoterapéutica errónea o incompleta puede no detectar problemas relacionados con la medicación y puede causar interrupciones o utilización inadecuada de los medicamentos que el paciente requiere de forma crónica. Si estos errores, además, se perpetúan al alta hospitalaria, pueden afectar tanto a la efectividad como a la seguridad del paciente.

Estudios publicados en EE.UU., Canadá y el Reino Unido establecen resultados contundentes: el porcentaje de pacientes con errores de conciliación al ingreso hospitalario varía de un 26,9 a un 65%  y afectan hasta a un 70% de los medicamentos. En cuanto al tipo de error, el que se produce con más frecuencia en un 42-57% de los casos es el de omisión de medicamentos, seguidos en un 31-32% de diferencias en dosis, vía o pauta, Otras discrepancias son inicios innecesarios de medicamentos o cambios de medicación (7,8,9)β.

En general, en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI), el  paciente ingresa en un estado clínico descompensado y el médico concentra sus esfuerzos en subsanar el  cuadro agudo, por la cual la intervención del farmacéutico clínico en la conciliación resulta crucial. Al conciliar el tratamiento, se debe comprobar no sólo que la medicación necesaria del paciente se mantenga durante la transición asistencial, sino valorar la adecuación de la medicación crónica con la prescrita en el establecimiento, por lo que se deben considerar las duplicidades y/o las interacciones que se producen entre el tratamiento crónico y el hospitalario (10)β.

Optimización de la Terapia, Prevención de Errores de Medicación y de Efectos Adversos
Uno de los principales objetivos del farmacéutico clínico es optimizar el uso de los medicamentos, haciendo énfasis en la dosificación, la monitorización, la identificación de efectos adversos, y la eficiencia económica para lograr óptimos resultados en los pacientes (11)β. 

Cada día se evalúan todos los pacientes y actualiza a los pacientes previos, se identifican nuevos problemas reales y potenciales relacionados con la medicación, se desarrolla una lista de problemas y un plan de atención para una dosificación óptima, basada en la función renal y hepática, interacciones potenciales de fármacos, y concentraciones plasmáticas.  

Otro aporte al manejo de la medicación es identificar terapias que ya no se necesitan, reduciendo así costos y riesgos de eventos adversos. Por otro lado, resulta fundamental  monitorizar el cumplimiento de indicadores de calidad, asegurando la prevención de trombo-embolismo venoso, el uso apropiado de medicamentos para la prevención de gastritis por estrés y mantener programas de optimización del uso de antimicrobianos.

 

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