Beneficios del ejercicio | 19 OCT 15

Remodelación cardíaca en respuesta al entrenamiento de resistencia

El entrenamiento prolongado e intensivo de resistencia se asocia con adaptaciones en la morfología cardíaca en individuos jóvenes previamente sedentarios, a niveles de elasticidad y rendimiento cardíaco similares pero no iguales a los de atletas de alto rendimiento.
Autor/a: Arbab-Zadeh A, Perhonen M, Levine B y colaboradores Circulation. 2014 Dec 9;130(24):2152-61

Introducción
               
Las altas tasas de captación de oxígeno necesarias para la excelencia en los deportes de resistencia requieren la capacidad de generar gasto cardíaco alto. Puesto que la frecuencia cardíaca máxima de los atletas es similar en comparación con los individuos sedentarios, prácticamente todo el aumento en el gasto cardíaco se debe a la maximización del volumen sistólico (VS) máximo. Este mayor volumen depende principalmente del volumen de fin de diástole del ventrículo izquierdo.

Los estudios transversales de resonancia magnética nuclear (RMN) cardíaca suelen informar agrandamiento de la masa y el volumen del ventrículo izquierdo y el derecho en atletas con entrenamiento de resistencia en comparación con sujetos sedentarios de edad y sexo similares. La magnitud del cambio en la remodelación ventricular depende del grado de ejercicio estático y dinámico del deporte específico que el individuo realice, y se identificó que el entrenamiento de resistencia genera hipertrofia excéntrica, con aumento equilibrado de la masa y el volumen. Este tipo de hipertrofia se asocia con un aumento considerable de la elasticidad del ventrículo izquierdo, lo que favorece la generación de VS grandes durante el ejercicio mediante el mecanismo de Frank-Starling.

Existe controversia sobre si esta remodelación extrema del corazón es únicamente el resultado del entrenamiento de resistencia prolongado o de características parcialmente determinadas por la genética de atletas talentosos. Si bien en estudios longitudinales de entrenamiento se observó mayor masa y volumen cardíacos asociados con el entrenamiento, la magnitud de este incremento y el mayor poder aeróbico máximo son inferiores que los detectados en estudios transversales de atletas de resistencia.

Además, cuando estos individuos dejan de entrenar durante períodos prolongados, se observa una reducción de la masa y el volumen del corazón, pero no al nivel de los individuos sedentarios. Es posible que exista predisposición genética a las adaptaciones cardiovasculares óptimas en respuesta al entrenamiento, especialmente en cuanto a polimorfismos en alelos de la enzima convertidora de angiotensina. El objetivo del presente estudio es evaluar si la adaptación cardíaca al entrenamiento de resistencia depende de la carga del entrenamiento más que de la predisposición genética.


Métodos
               
Se incluyeron inicialmente 12 individuos previamente sedentarios, de los que 7 eran hombres, con una media de edad de 29 + 6 años, pero se excluyó a una de las mujeres puesto que se embarazó durante el estudio. Ninguno de los participantes había recibido entrenamiento de resistencia previamente, dado que se excluyeron quienes ejercitaran durante > 30 minutos diarios > 3 veces por semana en forma regular, con ejercicios dinámicos o estáticos. Se llevaron a cabo exámenes físicos, electrocardiogramas y ecocardiogramas y se incluyeron sólo individuos que no fumaran, se drogaran o sufrieran problemas médicos graves crónicos.
               
Se diseñó un esquema de entrenamiento de resistencia de 12 meses de duración que permitiera a los individuos participar posteriormente en una maratón. Cada 3 meses se determinó el lactato, la frecuencia cardíaca y el consumo máximo de oxígeno en sujetos durante pruebas de marcha en cintas, y se buscó identificar la intensidad óptima de entrenamiento según los 5 momentos del ejercicio: recuperación, paso basal, estado constante máximo (umbral), velocidad máxima y entrenamiento intermitente.

Durante las etapas tempranas del programa, los sujetos entrenaban 3 a 4 veces por semana durante 30 a 45 minutos por sesión al paso basal (por caminata a paso ligero, trote lento, natación o ciclismo), y a medida que su estado mejoraba, la duración de las sesiones se prolongó, con la adición de una carrera larga por semana. En el segundo y tercer cuarto del programa se agregaron sesiones de mayor intensidad (estado máximo y entrenamiento intermitente), primero una vez por semana, luego dos y ocasionalmente tres.

Las sesiones de entrenamiento intermitente fueron seguidas por sesiones de recuperación al día siguiente, para maximizar el rendimiento. Al finalizar el año de entrenamiento, los individuos se ejercitaban durante 7 a 9 horas semanales, con carreras de hasta 3 horas seguidas y sesiones regulares de entrenamiento intermitente en las pistas.
               
Para cuantificar el entrenamiento se utilizó el método de Banister y Wenger, que calcula el impulso de entrenamiento (TRIMP) mediante la duración de las sesiones, el promedio de la frecuencia cardíaca y la intensidad del ejercicio. Se realizaron RMN cardíacas y se calculó la masa ventricular y el volumen del ventrículo izquierdo. Se cuantificó el volumen plasmático, se efectuaron cateterismos cardíacos y se midieron el gasto y el llenado cardíacos. Para el análisis estadístico se utilizó un modelo de mediciones repetidas a los 3, 6, 9 y 12 meses del inicio del programa, y modelos de regresión cuadrática polinomial y regresión lineal, y se consideraron significativos valores de p < 0.05.

 

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