Informe OMS / OPS | 15 FEB 15

Día Internacional del Cáncer Pediátrico

Es imprescindible conocer las señales de alerta.

En muchos países el cáncer es la segunda causa de muerte en niños mayores de un año, superada sólo por los accidentes. La incidencia anual para todos los tumores malignos es de 12,45 por 100.000 niños menores de 15 años. Afortunadamente, en los últimos años se han registrado avances muy importantes en el tratamiento del cáncer infantil, a tal punto que en pocas especialidades los resultados terapéuticos observados durante las últimas dos décadas pueden ser comparables con los de la oncología pediátrica.

Un ejemplo es la leucemia aguda, una enfermedad que hasta hace 30 años era considerada inevitablemente fatal, con algunas remisiones temporales que después no podían mantenerse. En la actualidad la leucemia aguda linfoblástica, la variedad más frecuente en la infancia, tiene una sobrevida a 5 años que supera el 70%, lo que implica que la mayoría de los pacientes pueden curarse definitivamente.

Se han obtenido progresos similares en el tratamiento de los tumores sólidos. Al inicio, cuando la cirugía era el único tratamiento disponible, la supervivencia a los 2 años oscilaba entre 0 y 20% con una mortalidad perioperatoria muy alta. Al poco tiempo de que se introdujera la radioterapia como tratamiento sistemático en la oncología pediátrica, comenzaron a verse buenos resultados en la enfermedad de Hodgkin y en el tumor de Wilms. La quimioterapia, por su parte, comenzó a usarse en las recaídas como un último recurso, pero luego al comprobarse su utilidad, fue agregándose como una tercera opción terapéutica que se administraba como complemento de la cirugía o la radioterapia. Lo cierto es que a lo largo de este período de utilización combinada de estos procedimientos ha incrementado significativamente la supervivencia a largo plazo en los tumores infantiles (1).

Estos avances han llevado a la creación de nuevos protocolos clínicos controlados, que han permitido ir resolviendo dilemas y seleccionando las pautas más adecuadas para cada neoplasia y, más importante todavía, para la situación específica de cada paciente.

En este sentido, dada la complejidad de los actuales procedimientos terapéuticos, los niños con cáncer deben ser referidos lo más temprano posible a centros que dispongan de los recursos humanos y técnicos especializados, y donde sean tratados por personal capacitado en onco-hematología pediátrica.

Este manual tiene como finalidad facilitar la identificación de niños con cáncer por el personal del nivel primario de atención, para lograr una referencia oportuna y “DARLE A LOS NIÑOS CON CANCER LA OPORTUNIDAD DE CURARSE”.

La demora en la remisión de un paciente con cáncer y la iniciación tardía o suspensión del tratamiento pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.

¿Dónde se produce la demora? ¿Puede producirse demora por parte de los padres en el reconocimiento de los síntomas? ¿Puede producirse demora en la respuesta de la enfermera, el médico, el pediatra, el sistema de salud? ¿De quién depende el diagnóstico oportuno? Realmente la responsabilidad es de todos.

La demora no debe generarse en los servicios de salud y ése es nuestro compromiso con los niños. Si se ha de acortar el lapso entre la aparición de los primeros signos o síntomas y la remisión a un centro oncológico donde se confirma el diagnóstico de cáncer, harán falta esfuerzos en el área de recursos humanos que incluyan la formación pre y post grado en medicina y enfermería, y la capacitación del personal que trabaja en atención primaria para que sepan identificar signos tempranos de la enfermedad. El propósito del presente módulo de atención integrada a las enfermedades prevalentes de la infancia (AIEPI) es precisamente contribuir en esa dirección.

 

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