Cine y enfermedades | 22 FEB 13

Y el Oscar es para… la medicina

Este año, Hollywood no ha perdido la oportunidad y ha nominado tres películas que tienen como protagonistas diversas patologías: ‘El lado bueno de las cosas’, ‘Amor’ y ‘Las sesiones’. El domingo se revelará la incógnita.

Desde sus comienzos, el cine se ha interesado por contar historias sobre personas enfermas o discapacitadas.

Verónica Fuentes

A Hollywood le gustan las películas que hablan sobre discapacidades o enfermedades. Desde hace años esta teoría, basada en premios como los recibidos por los actores Tom Hanks (Filadelfia y Forrest Gump), Al Pacino (Perfume de mujer), Dustin Hoffman (Rain man) y Daniel Day-Lewis (Mi pie izquierdo), recorre los entresijos de la industria del cine.

Este domingo son tres las películas que tratan cuestiones médicas nominadas a los Óscar en alguna de las categorías: "Amour" –accidente cerebrovascular–; "Las sesiones" –disfunción motora de las cuatro extremidades– y "El lado luminoso de la vida" –trastorno afectivo bipolar–. Veremos entonces si se confirma la hipótesis.

"Las sesiones" es una película que aborda una cuestión importante para las personas con discapacidad: la sexualidad. / Fox Films. 

"El lado luminoso de la vida" –trastorno afectivo bipolar

  
 "Amour" –accidente cerebrovascular

Antecedentes

La primera cinta que trató un tema médico fue 'Le Repas de bébé' (1895) de Auguste et Louis Lumière.
 
“La verdad es que el cine se ha interesado desde sus orígenes por la enfermedad y la discapacidad, aunque el tratamiento ha sido bastante desigual”, explica a SINC Susana Collado, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

De hecho, ya en el cine mudo existen varios ejemplos, como Hydrothérapie fantastique (1909) de Georges Méliès, que trata los curiosos tratamientos aplicados en un balneario muy particular; Good Night, Nurse! (1918) con Fatty Arbuckle y Buster Keaton; y Dr. Jack (1922), protagonizada por Harold Lloyd en el papel de un médico que se preocupa por sus pacientes y aplica unos tratamientos que van más allá de prescribir un simple medicamento.

“Pero la primera cinta que trató un tema médico fue Le Repas de bébé (1895) de Auguste et Louis Lumière –inventores del proyector cinematográfico–, que mostraba algo que interesa mucho a los pediatras: la alimentación del lactante”, subraya José Elías García, médico en el Hospital Universitario de Salamanca y uno de los editores de la revista Medicina y Cine.

Dentro del cine más reciente y comercial, la variedad es la tónica general. En algunos casos la persona enferma o con algún tipo de discapacidad es mostrada como una persona resentida o violenta capaz de las mayores atrocidades (El protegido, 2000); en otros como un ser bondadoso o de características excepcionales (Mi nombre es Khan, 2010); e incluso, como individuos desvalidos e indefensos (Rain man, 1988).

Sin embargo, en la meca del cine hay una imagen que se repite con mayor frecuencia que en el resto de países: la del héroe de guerra que vuelve del frente con daños físicos y psíquicos y muchas dificultades para integrarse en la sociedad, tal y como muestran Hombres (1950), Los mejores años de nuestra vida (1946), Nacido el 4 de julio (1989) y Forrest Gump (1994).

¿Un fiel reflejo de la realidad?

En algunos títulos la sintomatología de la enfermedad se muestra con realismo, mientras que en otros casos se distorsiona, se plantean tratamientos inexistentes o solo se muestran las señales que aportan un mayor dramatismo a la trama. Incluso a veces al buscar un final feliz se producen curaciones milagrosas o descubrimientos cercanos a la ciencia ficción.

“En el cine comercial encontramos películas con mucho rigor, como es el caso del alzhéimer en la película española de dibujos animados Arrugas (2012), mientras que en otras ocasiones se producen ciertas ‘concesiones’ para conseguir un producto final más atractivo, como en El diario de Noah (2004) en la que la protagonista, con la misma enfermedad, a veces goza de mayor memoria que su marido”, afirma Belén Alonso Ortiz, especialista en medicina interna en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín.

 

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