Por el Dr. Daniel Flichtentrei | 02 ENE 13

Saber crea obligaciones

Las funciones sociales del conocimiento.
Autor/a: Dr. Daniel Flichtentrei Fuente: IntraMed Journal 2012 / Volumen I - Numero 3 

Una de las aspiraciones fundamentales de la medicina es lograr que lo que sabe hacer llegue a quienes lo necesitan. El conocimiento no es una entelequia abstracta destinada a satisfacer el hedonismo de un grupo de mentes privilegiadas. Es un bien social del que nos apropiamos para compartirlo. Lo que aprendemos no nos pertenece. Nadie crea nuevo conocimiento desvinculado de las generaciones que lo precedieron. El saber es una cadena que enlaza la historia transformándola y dándole sentido. La medicina es una disciplina humana con fundamento científico y no una ciencia. Su objeto es el semejante que padece y su misión la de brindar alivio a ese sufrimiento. Saber crea obligaciones.

Casi todas las grandes medidas de salud imprescindibles para las poblaciones del mundo dependen de condiciones ambientales: agua potable, vivienda digna, ambiente no contaminado, trabajo, acceso al cuidado de la madre y el niño y al sistema de asistencia sanitaria. Nada de ello escapa a la medicina aunque casi nunca esté en manos de los médicos resolverlo. El filósofo Mario Bunge afirma en su libro “Filosofía para médicos”1: “La salud individual y la condición social se entrelaza y la pobreza tiende a aumentar la morbilidad. Moraleja médica: la búsqueda del bienestar individual incluye el control del entorno, en particular factores como la contaminación ambiental, el hacinamiento, la salubridad y la seguridad del trabajo. Dada la complejidad del ser humano y su entorno social, el médico debe evitar el pensamiento sectorial, que separa y aísla componentes que de hecho están vinculados, y que tiende a «anclarse » en las primeras impresiones, informaciones y conjeturas”. La medicina es una actividad que se ejerce en distintos niveles, en todos a la vez y de manera articulada".

Nos toca a los agentes de salud enfrentar el drama humano de la enfermedad y de la miseria casi todos los días. Esto nos produce una sensación de frustración y desasosiego o, por el contrario, una actitud de cinismo e indiferencia. En ambos casos ayudamos menos a las personas y nos enfermamos más a nosotros mismos. Es reconociendo los componentes subjetivos y sociales que toda enfermedad implica –y no ignorándolos- el modo en que lo que sabemos hacer se haga posible.

En este número de IntraMed Journal se describe el panorama estremecedor de la inequidad en el acceso a la cirugía en el mundo. Hemos creído imprescindible darlo a conocer a nuestros lectores e invitarlos a reflexionar acerca de su magnitud y de su significado. Desde el clásico trabajo de Sir. Michael Marmont de 1991, el estudio Whitehall II2, hasta sus propias investigaciones más recientes acerca delos determinantes sociales dela salud en Europa3, todo indica que las condiciones de vida, la cultura y el entorno constituyen factores esenciales en la etiología y la evolución de las enfermedades más prevalentes.

La epidemiología actual traza un panorama signado por las enfermedades crónicas y la comorbilidad4. Nuestros pacientes demandan tratamientos y seguimiento por largos períodos, incluso de por vida. Existen evidencias muy contundentes que señalan al problema de la adherencia a fármacos y a medidas relacionadas con el estilo de vida como un factor de riesgo silenciado responsable de una alta tasa de fracaso. Nuestras estrategias asistenciales deberían adecuarse a esta nueva situación. Si más del 90% del riesgo atribuible de infarto de miocardio corresponde a conductas modificables ya no es posible desentenderse de las intervenciones basadas en pruebas que actúen sobre ellas. Si el estrés laboral se define com ouna combinación de alta exigencia y bajo poder de decisión y dispara el riesgo cardiovascular hasta en un 23%5, forma parte del trabajo médico detectarlo y contribuir, en la medida de lo posible, a brindar estrategias de control. Estos y otros ejemplos reclaman de la participación del paciente –y a menudo de su familia en la toma de decisiones respecto de su tratamiento.

 

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