Neurociencias y emociones | 19 ABR 12

Comienzan a descifrar en el país la matriz de la mentira

Estudian de qué manera el cerebro la detecta. Científicos del Instituto de Neurología Cognitiva investigan las reacciones físicas y las emociones que se disparan al mentir. También las diferencias que hay entre una mentira piadosa y un engaño grave.

En la década del 60, un científico californiano llamado Paul Ekman se ocupó de decodificar las combinaciones de movimientos producidos por los 43 músculos de la cara. Lo que descubrió es que hay ciertas microexpresiones faciales –fugaces e involuntarias– que permiten detectar cuando alguien está mintiendo. Su investigación fue tan apasionante que ahora, 50 años después, la serie televisiva Lie to me tiene como protagonista a su alter ego: un personaje que, mediante la lectura de esos gestos, ayuda a desenmascarar criminales. Pero fuera de las pantallas –el cine sigue engendrando personajes mentirosos–, la mentira también desvela a los científicos. Y en Argentina, por primera vez, el mundo de las neurociencias comenzó a desentrañar sus mecanismos cerebrales.

“Hemos comenzado a investigar qué mecanismos se activan con las emociones complejas, como las que se producen cuando nos damos cuenta de que nos mintieron”, revela Ezequiel Gleichgerrcht, investigador del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).

La línea de investigación tiene dos ramas. “Hasta ahora se sabe que cuando nos enteramos de que nos mintieron se activa un conjunto de respuestas cerebrales asociadas a cambios hormonales. Por ejemplo, aumenta la liberación de testosterona, y los niveles aumentados de testosterona están asociados a conductas agresivas. Esa es la razón por la que nos enojamos tanto cuando descubrimos que nos engañaron”, explica.

Los neurocientíficos de INECO quieren ir más lejos: buscan saber cómo interaccionan las funciones del lóbulo frontal a la hora de mentir. Por ejemplo: en el cerebro, la toma de decisiones depende del lóbulo frontal; la mentira también. Entonces ¿alguien que toma buenas decisiones es más mentiroso? Por otro lado, van a estudiar cerebros enfermos: “Hay pacientes con daño en la corteza frontal (como los que tienen cierto tipo de demencia) que pierden la capacidad de mentir o de inhibir conductas o comentarios inapropiados”, explica. Por ejemplo, una persona sana diría una mentira “piadosa” para no decir ‘qué feo estás hoy’. Estudiar esos cerebros dañados permitirá comprender cómo mentimos las personas sanas.

“También –avanza Facundo Manes, director del equipo y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro–, algunos pacientes autistas son conocidos por decir siempre la verdad. Aunque esto pueda parecer beneficioso, la inhabilidad para decir una mentira es anormal. La razón de este hecho parece estar relacionada con el déficit en su teoría de la mente ”.

 

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