La verdad y otras mentiras | 19 NOV 13

“Un caníbal desdentado enseñando a masticar”

Acerca de los saberes propios y ajenos y del canibalismo disciplinar.
Autor/a: Dr. Daniel Flichtentrei Fuente: IntraMed 

"Pero a los ciegos no le gustan los sordos
y un corazón no se endurece porque sí..."
Patricio Rey

Abrir las puertas

Hay que salir del encierro disciplinar. Necesitamos ampliar nuestro horizonte con otros puntos de vista, enriquecernos con saberes ajenos. Pero el continente de la inter/transdisciplina está colonizado de caníbales. 

Nadie duda de que la medicina sea una profesión humana que requiere de competencias comunicacionales imprescindibles. Hay evidencias muy sólidas que indican que un profesional culto, entrenado en habilidades narrativas resulta más eficiente que uno sin esas aptitudes. Los médicos necesitamos no sólo “explicar” sino “comprender” lo que les pasa a nuestros pacientes.

Lo que muchos pensamos pero casi nadie dice

Existe un peligro cada vez que alguien intenta apropiarse de aquellos saberes: la medicina puede vaciarse de contenido médico. Las evidencias científicas son un insumo innegociable para la práctica clínica. Sin conocimiento no hay nada. La medicina no es, ni será jamás, un ejercicio de semiótica francesa, ni un subterfugio para la agónica letanía del psicoanálisis, ni un modo de ejercer una militancia ideológica. La literatura no reemplaza a la medicina pero es un modo fantástico de hacernos mejores médicos. Nos dota de sensibilidad para escuchar historias y para contarlas. Nadie entiende algo que no pueda representarse. La dimensión metafórica y la somática no se oponen; transitan juntas, se articulan. Son inseparables en cualquier fenómeno humano. La medicina es conocimiento científico aplicado con arte y sensibilidad a una persona que sufre.

"La metodología científica rigurosa es un requisito al que sólo temen los charlatanes"

Los desvíos tecnocráticos, los fundamentalismos biologicistas o la deshumanización no se resuelven con imposturas intelectuales, ni con disputas de poder, ni con inconsistencias travestidas detrás del lenguaje críptico de las sectas. Es una estupidez suponer que el cientificismo despersonalizado se cura con psicologismo enfático o con interpretaciones desaforadas que se resisten a la contrastación empírica.
 
La Medicina Basada en Evidencias es una instancia superadora del pasado. No convierte a la medicina en una ciencia pero la hace más “científica”. Sus desvíos son negativos y dañinos. Pero su negación es suicida. Quien proponga enfoques novedosos también deberá construir las evidencias que demuestren su utilidad. No es posible asistir a enfermos con teorías. La metodología científica rigurosa es un requisito al que sólo temen los charlatanes.
 
Por nuestros consultorios pasan todos los días personas únicas e irrepetibles que necesitan ser escuchadas. Pero en general están enfermas y también reclaman ser aliviadas o curadas. Sin estos dos pilares la medicina no se sostiene. No sólo es imperativo replantear lo que ignoramos, necesitamos refundar lo que sabemos. Pero ninguna de las dos cosas podría justificar que nuestra práctica se despoje del conocimiento indispensable.

Narrativa, humanismo, antropología, comunicación, filosofía son disciplinas que merecen ser consideras en la práctica cotidiana. Pero nadie hace un diagnóstico si no sabe en profundidad clínica y fisiopatología. Nadie está en condiciones de aplicar un tratamiento si desconoce la compleja farmacología de nuestros días.

 

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