Nuevo libro de Luis Gruss | 14 DIC 10

"El silencio", lo invisible en la vida y el arte

Hay sonidos benditos que forman parte de la aventura humana. Hay, también, silencios de muerte y ruidos que alteran gravemente los canales de comunicación.

Luis Gruss es un hombre extraño. Un tipo sensible y culto. Un escritor delicioso y un fotógrafo con una mirada privilegiada. Es maestro de periodismo narrativo y ha hecho de la crónica una vía de salvación para el periodismo agonizante de los grandes medios masivos. Él nunca permite que su lucidez ni su melancolía oculten su esperanza y su incansable persecución del amor. Yo ya he perdido esas cosas hace mucho tiempo y me apena mucho saber que son irrecuperables. Tal vez por eso es que lo leo como si abrazara a un tronco entre los rápidos de un río desbocado. Siempre me sucede lo mismo al leerlo en sus libros anteriores o en "Suspendelviaje" -su exquisito Blog-, no sólo disfruto de lo que dice sino que gozo con el modo en que lo hace. Luis es una de esas personas a quienes el lector siente detrás suyo mientras lee. Es casi natural dialogar con él, incluso cuando hay desacuerdo, pero resulta imposible no quererlo. A mí sólo me pasa con  dos o tres escritores. Pero cada vez que encuentro esa misteriosa comunicación en la lectura me siento inmensamente feliz. No sé si esto es algo importante para usted, pero sentí la imperiosa necesidad de confesárselo. Ahora usted decide.

D.F

Reseña: "El silencio". Lo invisible en la vida y el arte .

La revalorización del silencio en la vida y el arte constituye el eje central del presente ensayo. Pero sus alcances exceden ese objetivo para bifurcarse en una amplia serie de reflexiones. Las grietas del lenguaje, las poéticas de Oriente, los escritores que dicen por omisión, el erotismo que oculta y muestra a la vez, son algunos de los senderos que Luis Gruss recorre a la manera de un atento explorador.

Lejos de enunciar una mística oscurantista o de reivindicar las ventajas de una existencia inerte el autor sostiene que el silencio niega, y al hacerlo, afirma. Hay sonidos benditos que forman parte de la aventura humana. Hay, también, silencios de muerte y ruidos que alteran gravemente los canales de comunicación. Entre los extremos se despliega una compleja trama en la que los nudos son tan valiosos como los huecos. Sobre la base de estas ideas estimulantes el libro invita a considerar más profundamente el lugar de lo invisible en el arte, el psicoanálisis, la educación la literatura o el diálogo cotidiano y aun amoroso entre las personas. Desde esta perspectiva el silencio ya no es concebible como un tiempo muerto o inútil para convertirse en un signo vital, una luz inesperada, un espacio abierto a todas las posibilidades.


*Entrevista exclusiva de IntraMed con el autor, Luis Gruss

¿Por qué escribir acerca del silencio en una época atravesada por el ruido y el estruendo?

-Justamente por eso. Para llamar la atención sobre un mundo olvidado. Un viejo proverbio hindú dice que el silencio es alabanza. También lo veo así. El silencio es rezo o plegaria. En mi libro lo abordo no como una materia inerte sino, al contrario, como parte de un nuevo concepto de vida signado por la danza callada, esto es, la intensidad mayor.


¿Qué cosas le ofrece el silencio al hombre de nuestros días?


-El silencio siempre estuvo y sigue estando entre nosotros. No hay que buscarlo ni inventarlo porque forma parte de nuestras vidas. Apenas se trata de recuperar su lugar. Pronunciar una palabra ya es subrayar todo aquello que esa palabra no nombra. El silencio habilita, afirma y niega a la vez. Propone un espacio de pensamiento y reflexión. Existe incluso una erótica del silencio que se expresa en los gestos más íntimos de las personas. Pienso a veces que una pareja capaz de permanecer en silencio sin que por ello sus integrantes se sientan molestos o incómodos...tiene el futuro asegurado.


¿Es el silencio un espacio vacío?

-Se lo puede comparar con un espacio vacío en tanto y en cuanto recordemos que ningún espacio está totalmente hueco y que ningún silencio implica la ausencia completa de sonoridad. Hay ruidos molestos (los que interrumpen la señal) y hay sonidos amables, familiares, como la música o la voz de un ser querido o la caída del agua en una cascada, que se parecen mucho al silencio. La comparación con el espacio vacío es sin embargo atinada. Lo sabían los antiguos chinos cuando pintaban cuadros poblados de espacios vacíos. O los músicos que aprendieron a multiplicar la intensidad en poco sonido. Otra forma de decirlo es la siguiente: "dejar caer" algunas notas (en música) y dibujar con trazo discontinuo en la pintura.


¿A qué atribuís la necesidad de llenar el silencio que hoy tenemos mayoritariamente?

-Es evidente que el silencio suele asociarse a la falta de alegría, al dolor, a la nada. Fuimos educados en el miedo al vacío y de ahí la necesidad de "llenar" los silencios posibles y "amueblar" las mentes y los escenarios. Pero eso a la larga no resulta. Una casa llena de muebles y objetos sería intransitable. Un texto literario o de cualquier tipo sin pausas resultaría igualmente intragable (como una clase de varias horas sin recreos). Lo mismo pasa con el alma si no habilitamos espacios para su expansión.


¿A qué tipos de silencio se refiere tu libro?


-Hablo del lugar de lo invisible en la vida y el arte. Esto en el libro da lugar a un amplio abanico que incursiona en el silencio que habita el lenguaje, el silencio en el psicoanálisis, el silencio en el arte, el silencio, también, en la filosofía de oriente, en la poesía, en el erotismo considerado en todas sus formas, en la vida cotidiana.


¿En qué clase de lector pensaste al escribirlo?

-Uno no piensa en el público cuando escribe un ensayo, una nota periodística, una novela, una canción o una obra de teatro. Dice Ariane Mnouchkine que el público es aquel a quien siempre debemos escuchar pero nunca obedecer. Y Jean Vilar añade algo más importante aún: se trata de saber si tendremos el coraje y la obstinación de imponer al público lo que éste desea oscuramente. Hoy, añadiría yo, el silencio está siendo llamado a gritos, oscuramente, por un público que quizás no sea consciente de saber que sabe cuál es su verdadera necesidad. Es hacia ese lector que está dirigido mi libro.

¿Qué encontrará el lector en tu libro?

-Encontrará una prosa accesible y llevadera pero no sencilla o facilista. La idea es mostrar el "mecanismo" del silencio en distintos planos de la existencia. En algunos casos (por ejemplo cuando hablo de la oposición entre oscuridad y luz) o cuando analizo algunos relatos de autores como Carver, Beckett y Onetti (o poemas de Juarroz), muestro con ejemplos claros cómo funciona el silencio concretamente. Clarice Lispector lo explica mejor que yo cuando pide, casi ruega, que la línea no mate a la entrelínea.


¿Pensás que el silencio puede producir terror o angustia a ciertas personas?

-En apariencia sí. Pero no en un plano de realidad más profunda. El silencio bien entendido es una forma de la plenitud. Pensemos, por ejemplo, en el silencio del mar. El ruido, considerado como disolución mediática del mundo, en cambio, es el verdadero origen de la angustia y el terror. Ahora, si la reflexión inevitable que nace del silencio genera angustia en algunas personas, bueno, bienvenida sea. En ese punto la angustia se parece a la crisis que -según los griegos- es sinónimo de oportunidad. Por algo una de las herramientas más valiosas del psicoanálisis es instaurar el silencio en el consultorio. Así como el valle oscuro y secreto da lugar a los ríos, las arboledas y las flores, el silencio invita a conectarse con lo más profundo de nosotros, y , desde ese lugar, empezar a curar o "pulir" los rasgos neuróticos o decididamente patológicos del sujeto. Mientras estemos habitados por el silencio (que también es vacío) habrá lugar para el deseo. Y mientras haya deseo habrá vida.


* Acceda al capítulo "Ecos de oriente" del libro -en formato pdf- haciendo clik aquí

 

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