Insomnio | 30 MAY 11

Opciones terapéuticas para el restablecimiento del patrón del sueño en mujeres

El insomnio en las mujeres es mas prevalente que en los hombres, hecho que se relaciona con circunstancias como el embarazo, los hijos y la menopausia.

Introducción

El insomnio, por definición, es la dificultad para dormir o permanecer dormido, el despertar muy temprano o la falta de sueño reparador, con la consecuente fatiga, angustia o alteración en el desempeño de la persona. A su vez, puede ser situacional, intermitente o persistente. La autora agrega que el insomnio puede ser un síntoma de o acompañarse con otras alteraciones del sueño, con alguna enfermedad, un trastorno psiquiátrico, angustia emocional o abuso de sustancias. Una de las consecuencias del insomnio no tratado es la depresión. Hoy en día, hay varias intervenciones tanto farmacológicas como no farmacológicas que mejoran el sueño a corto plazo y revierten el insomnio persistente.

Se menciona que los factores asociados con el insomnio se pueden clasificar en predisponentes, precipitantes y perpetuadores.

Factores predisponentes

Las mujeres tienen mayor probabilidad de padecer insomnio que los hombres, y la prevalencia puede variar del 2% al 61%. En un estudio con encuestas telefónicas realizado en Quebec se informó que, entre las mujeres, la prevalencia de insomnio fue del 11%. La mayor tasa en ellas puede estar relacionada con una mayor concientización de los síntomas. El antecedente familiar de insomnio aumenta también la probabilidad de sufrir insomnio, especialmente si lo tiene la madre. La prevalencia de insomnio también se incrementa con la edad. La predisposición a la hiperactivación cognitiva y emocional y la sobreactivación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal aumentan la vulnerabilidad al insomnio.

Factores precipitantes

Los factores precipitantes comúnmente informados incluyen los eventos estresantes, como por ejemplo la muerte de un ser amado, enfermedades, estrés familiar o laboral, problemas familiares y conflictos interpersonales. Parecería que la hiperactivación y el estrés se asocian con el insomnio más que los eventos estresantes por sí mismos. En la mujer, el embarazo, el nacimiento del hijo y el cuidado de los niños son situaciones que alteran el sueño. Hay mujeres que identifican al nacimiento de su hijo como el factor precipitante del insomnio. Un estudio previo estableció que el patrón de sueño del hijo predijo el patrón de sueño de la madre. En la transición a la menopausia y en la mitad de la vida, en general, el estrés psicológico se asocia con dificultad en el sueño. Una proporción elevada de mujeres posmenopáusicas tienen alteraciones del sueño relacionadas con la respiración.

Factores perpetuadores

Hay factores fisiológicos, conductuales, emocionales y cognitivos que perpetúan el insomnio. A veces, el dolor o las preocupaciones precipitan un sueño alterado, mientras que otros factores independientes de estos perpetúan la alteración. Los factores típicamente perpetuadores son los hábitos relacionados con la alteración del sueño, la asociación de la cama con la falta de sueño y la cognición disfuncional que evita la reducción de la activación antes del sueño.

Entre los hábitos relacionados con la alteración del sueño se encuentran la tendencia a irse a dormir temprano o permanecer en la cama hasta tarde.

Opciones terapéuticas

La autora informa que las mujeres son mayoría en los estudios de insomnio, y que, en general, tienen indicación de hipnóticos con mayor frecuencia que los hombres.

Hay varias intervenciones farmacológicas y no farmacológicas que son eficaces en la mejoría del sueño.

La decisión por alguna de éstas está influenciada por varios factores como la naturaleza del insomnio, la edad, la presencia de enfermedades concomitantes, el embarazo o lactancia, los tratamientos disponibles, el tiempo, los costos y las preferencias personales.

Terapias farmacológicas

La terapia farmacológica es una opción para el insomnio agudo y situacional. Los hipnóticos más frecuentemente prescriptos son las benzodiazepinas -como el flurazepam, estazolam, temazepam y triazolam- y los agentes no benzodiazepínicos como el zolpidem, saleplon, zopiclona y eszopiclona. Mientras las benzodiazepinas tienen efectos sedativos e hipnóticos, las drogas no benzodiazepínicas tienen efectos hipnóticos. Si bien las primeras producen un aumento de la duración del sueño y disminuyen el tiempo al establecimiento de éste, tienen efectos adversos como alteración del patrón del sueño, aparición de tolerancia después de 1 a 3 semanas, riesgo de dependencia, recaída del insomnio con la interrupción de la medicación, resaca al día siguiente, efectos sobre la vigilancia, la concentración y la memoria y depresión respiratoria. La zopiclona y la eszopiclona son eficaces en la reducción de la latencia del sueño y del número de despertares, aumentan la duración del sueño y su profundidad. La tolerancia y las recaídas son poco probables con las drogas no benzodiazepínicas. Algunos efectos adversos relacionados con el zolpidem incluyen cefaleas, mareos, somnolencia y náuseas; las mialgias se asociaron con zopiclona y eszopiclona. Por el momento, no hay suficiente información sobre el uso de drogas no benzodiazepínicas en el embarazo y la lactancia.

 

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