Lic. Rafael Velasco, rector de la UCA (Córdoba) | 04 NOV 09

Un sacerdote jesuita les habla a los estudiantes de Medicina

¿No puede llegar a ocurrir que la confianza en la tecnología, en las drogas, en los tratamientos, termine erradicando a las personas?

En IntraMed hemos decidido publicar el texto que generosamente nos envíó el Sr. rector de la Universidad Católica de Córdoba, Lic. Rafael Velasco (sacerdote jesuita), respondiendo a nuestra solicitud dada la profundidad, la trascendencia humanística y la claridad con que sus ideas son expresadas. En tiempos críticos para la profesión, en momentos donde los valores que la orientan y le dieron origen parecen verse amenazados por el pragmatismo y el desaliento, el mensaje del Lic. Velasco es un saludable acto de sesnatez y esperanza.

Discurso de apertura del Congreso Argentino de Estudiantes de Medicina pornunciado por el rector de la Universidad Católica Argentina de Córdoba, Licenciado Rafael Velasco, Sacerdote Jesuita.

El discurso:

Es un gusto recibirlos a ustedes aquí en la Universidad Católica de Córdoba para esta vigésima edición del Congreso Científico Argentino de Estudiantes de Medicina y IV Encuentro Argentino de Estudiantes de la Salud. Una iniciativa de los estudiantes de las carreras de ciencia de la salud, para fomentar la investigación científica.

Una característica fundamental de la formación que intentamos brindar en la UCC es que el objetivo de toda ciencia es la persona humana.

En la UCC creemos que es necesario provocar a la inteligencia, pero estamos convencidos de que la inteligencia sin conciencia es peligrosísima. La ciencia debe ir acompañada de Conciencia. Sabemos que no siempre los descubrimientos científicos tienen como finalidad el bienestar de todos. Hay quienes instrumentalizan políticamente las consecuencias del conocimiento y por lo tanto hay quienes acceden y quienes quedan excluidos. Ejemplos sobran: vacunas para curar el cáncer de cuello de útero a la que tienen acceso los países centrales a muchos menores costos que los países eufemísticamente llamados en vías de desarrollo (o sumergidos en la pobreza y la exclusión, para decirlo con todas las letras); medicamentos que mejoran la calidad de vida a muchos infectados con HIV a los que tienen acceso algunos en los países centrales, mientras que en África –el continente que tiene mayor porcentaje de infectados…y de pobres- y también aquí, en Latinoamérica, será imposible acceder a estas drogas. Las competencias de los laboratorios por patentar determinadas medicinas que hace que se oculten resultados o se experimenten drogas en lugares –como nuestro país- en los que hay una mayor “flexibilidad” (léase venalidad o corrupción) para experimentar en seres humanos. Se podría seguir…

Ustedes, estudiantes, lo saben: es fundamental el rigor científico, progresar en la producción y transmisión del conocimiento, eso nos hace avanzar más en la búsqueda de resolución de grandes problemas que aquejan a la humanidad.

Pero si no tenemos estatura ética suficiente para orientar esos conocimientos para que beneficien a todos, en particular a las grandes mayorías desfavorecidas y emprobrecidas, entonces estamos transformando el conocimiento en un elemento de dominio, de opresión y de exclusión; de agrandamiento de la brecha cada vez más significativa que separa a ricos y pobres, a quienes tienen acceso a la salud y quienes sólo se tienen que conformar con un cada vez más precario sistema de asistencia pública.

Por eso la Ciencia debe ir acompañada de Conciencia. Y una conciencia lo suficientemente abierta e inquieta como para poner en movimiento a las facultades, los sistemas de salud, las administraciones políticas. Michel Freyssenet –del CNR francés- afirma que “la idea de considerar la universidad como un polo de excelencia es ridícula, escandalosa y excluyente. No son polos de excelencia lo que se necesita, sino polos de cuestionamiento capaces de poner en marcha la inteligencia, la imaginación y el trabajo de los investigadores y los miembros de la comunidad universitaria”.

Eso queremos: estudio e investigación, que genere preguntas sobre el actual e injusto estado de exclusión social, inequidad y miseria ante el que la Universidad y los Universitarios tenemos una responsabilidad, es decir una respuesta que dar.

El axioma de la modernidad –post-Descartes y su “yo pienso”- de que lo complejo se descompone en partes simples y se explica por lo más simple, hizo que la filosofía fuera reduciéndose a la psicología, y la psicología, posteriormente fuera reducida a la fisiología y esta a las matemáticas. Con lo que el ser humano finalmente ha ido quedando esquematizado en análisis clínicos, indicadores y números: 8, 7 de ácido úrico, 65 de glucosa, niveles de transaminasa, glóbulos blancos, etc; por poner ejemplos.

Rodolfo Kush, filósofo argentino, decía hace algunos años que  nosotros con nuestros utensilios (la tecnología, los modernos aparatos de altísima complejidad) pensamos que hemos transformado la realidad, pero en verdad, sin esos utensilios descendemos un poco al despojo. Sin esos aparatos ya no sabemos qué hacer. Creemos que transformamos la realidad pero en definitiva nosotros hemos sido transformados por esa tecnología. La tecnología de más alta calidad sin humanidad sin calidez, es una respuesta fría ante seres humanos sufrientes. La ciencia más excelente sin compromiso con las personas, genera profesionales vanidosos y distantes ante los que el paciente se siente –aún más- disminuido.

 

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