Utilidad clínica | 22 JUN 09

¿Puede considerarse el síndrome metabólico un verdadero síndrome?

Se discute acerca de la real utilidad de considerar el síndrome metabólico como una enfermedad, ya que no parece asociarse con mayor riesgo que cada uno de sus componentes considerados por separado.
Autor/a: Dr. Kahn R Fuente: SIIC Circulation 115(13):1806-1811, Abr 2007

Introducción

El síndrome metabólico (SM) se define como un grupo de signos asociados con la resistencia a la insulina, que se relacionan con la diabetes (DBT) tipo 2 y con las alteraciones cardiovasculares. Sin embargo, esta concepción del SM no resulta útil ni eficaz si se la considera como un algoritmo específico para el diagnóstico de una afección única. El autor asegura que, en muchas publicaciones, los conceptos de SM y de resistencia a la insulina parecen ideas intercambiables, por lo cual se genera confusión.

Durante varias décadas se ha intentado definir este conjunto de enfermedades que parecen relacionarse con la DBT con una frecuencia mayor de la esperada por el azar. El investigador interpreta que es correcto agrupar a los signos asociados con un proceso mórbido bajo la denominación de “síndrome”. En un principio, se incluyeron entre los componentes del SM a la obesidad, la hiperglucemia, la hipertensión arterial, la dislipidemia y, en ocasiones, la hiperuricemia.

En el conocido ensayo publicado por Reaven en 1988, se mencionó a la resistencia a la insulina y a la consecuente hiperinsulinemia como los factores predisponentes que dan origen a la DBT y a la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, en todos los trabajos posteriores se observó que sólo entre la mitad y las dos terceras partes de los pacientes con SM tienen resistencia a la insulina, y que, a su vez, sólo una pequeña proporción de los sujetos con esta alteración endocrina cumplen con los criterios diagnósticos del SM. De todos modos, el sobrepeso y la obesidad se asocian con frecuencia con la resistencia a la insulina, la cual casi siempre se relaciona con la DBT2.

Por otra parte, la hipertensión arterial y la dislipidemia prácticamente no se relacionan con la resistencia a la insulina cuando se diagnostican en ausencia de DBT o de obesidad. Asimismo, debido a que esta última parece ser la causa y no la consecuencia de la resistencia a la insulina, algunos expertos proponen incorporar otros signos que identifiquen el SM, como la albuminuria y los niveles circulantes de proteína C reactiva y de adiponectina.

Pese a que el autor cita que no existen a la fecha trabajos en los que se haya evaluado la prevalencia de las diversas combinaciones de los signos clásicos del SM, la asociación parece más frecuente que la esperable por azar. Por lo tanto, la identificación de uno de estos componentes debe motivar la búsqueda de los otros.

El experto considera que, al igual que en otros síndromes descritos en la literatura médica, el SM es un cúmulo de signos y síntomas sin una combinación preferencial o sin un orden claro y sin una fisiopatología completamente establecida. Por lo tanto, en ausencia de una razón patogénica y sin una causa única, el autor se pregunta si existe una utilidad clínica para definir el SM como un síndrome.

Utilidad clínica del SM

En numerosos artículos se ha señalado el SM como un factor predictivo de la DBT y de las enfermedades cardiovasculares. De todos modos, algunos especialistas cuestionan si la suma de los componentes del SM mejora esta capacidad predictiva cuando se la compara con la consideración de cada uno de ellos por separado. De la misma manera, no se dispone de datos experimentales que permitan ordenar de manera específica la definición del SM, debido a que distintos grupos de trabajo han establecido diferentes criterios diagnósticos. Además, cuando el SM no se asocia con DBT, pierde valor estadístico como factor predictivo para la aparición de la afección cardiovascular. De forma análoga, en el ensayo de Wilson y col., publicado en 2005, se observó que la glucemia en ayunas fue un factor predictivo para la DBT más importante que cualquier combinación de los componentes del SM. En el mismo artículo, se corroboró que el riesgo relativo de enfermedad cardiovascular era el mismo pese a considerar a los componentes del SM de modo individual o en grupos de tres.

 

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