PNIE 10 | 07 ENE 09

Eje Cortico Limbico-Hipotalamo Inmune

Una compleja red integradora que (PNIE) que permite diferenciar "lo propio de lo ajeno".

Eje Cortico Limbico - Hipotalamo - Inmune

Introducción

La inmunidad fue considerada, hasta no hace mucho tiempo, como un sistema autorregulado desde sus propias células y derivados solubles; pero ha ampliado sus fronteras, al ubicar al SNC, al SNA y al endocrinológico como elementos cruciales para su modulación.

La PNIE es una compleja red integradora que exige una estrecha vinculación entre los sistemas de control psíquicos y nerviosos con el sistema inmune, donde intervienen las interleuquinas (IL),  los neurotransmisores, las hormonas, los péptidos y otros factores en forma multidireccional. Es decir que el sistema nervioso es capaz de producir cambios  inmunológicos, y el sistema inmune puede originar modificaciones nerviosas. O sea, que al referirnos a diferentes sistemas en realidad nos encontramos ante una abstracción funcional; dado que los mismos solo pueden ser aislados con fines didácticos.

El siguiente apartado tiene como objetivo aclarar los roles que cumple la inmunología en el abanico de interacciones PNIE, en múltiples niveles. Se revisarán aspectos de la psicoinmunomodulación que son el sustento teórico para la interpretación de la relación entre la inmunología y las enfermedades psiquiátricas.

Lo inmune, que etimológicamente significa “exento de…”, nos refiere a la capacidad orgánica de discriminar lo propio de lo ajeno. A través de dicha capacidad el ser vivo es sí mismo, y se mantiene idéntico a sí mismo a lo largo de su existencia. Sabemos que, mediante los cinco sentidos clásicos, informamos al SNC de nuestra interacción con el medio donde nos desarrollamos. De tal forma adquirimos familiaridad con los aconteceres del medio, y al mismo tiempo, desarrollamos una individualidad en nuestras respuestas a dicha interacción. La inmunidad podría así, interpretarse como un sentido especializado perteneciente al SNC (dado su control sobre la función inmune); considerándose como el sexto sentido sensorial. Esto se explica al saber que la inmunidad es quien informa mediante los diferentes mecanismos efectores (desde la periferia hacia las estructuras superiores) sobre los fenómenos antigénicos (aquellos no reconocidos como propios) ya sean de carácter internos y/o externos. El sistema inmune logra de este modo evitar la pérdida de la identidad biológica frente a eventos amenazantes.

La inmunidad tiene por función esencial reconocer y procesar sustancias que reconoce como extrañas o antígenos (partículas, sustancias, microorganismos, células neoplásicas, etc.) dando origen a la respuesta inmunológica. Dicha repuesta puede ser de dos tipos según los mecanismos subyacentes involucrados, tanto humorales como celulares:

1. Innata o natural (inespecífica), cuyos mecanismos efectores son los mismos que participan en el proceso inflamatorio (sistema de complemento, fagocitosis, citotoxicidad, etc.). Entre sus células se destacan los PMN (polimorfonucleares), las NK (células asesinas naturales), los macrófagos y los mastocitos.

2. Adaptativa o adquirida (específica) con mecanismos biológicos evolutivamente nuevos que interactúan con los más primitivos, caracterizándose por ser procesos complejos y por la adquisición de memoria. La especificidad es determinada por la presencia de receptores tanto en las células inmunes, como en todos los tejidos que  tomen contacto con ellas Entre sus principales participantes se destacan los linfocitos T y B.

La respuesta inmune específica requiere del reconocimiento del antígeno por el linfocito T. Para esto, una célula presentadora de antígenos, perteneciente al sistema macrofágico, procesa intracelularmente al mismo y lo expresa en su superficie junto a moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC), lo que permite el reconocimiento específico por parte de los linfocitos. Para  optimizar este reconocimiento, y otros procesos inmunológicos, las células que participan en la respuesta inmune presentan receptores de superficie que las identifican denominados CD o clusters de diferenciación. Estos clusters se definen como grupos de cúmulos de anticuerpos monoclonales que pueden ser marcadores de maduración o de activación celular, indicando así el momento evolutivo de la célula.

Los linfocitos tipo T se diferencian según los CD expresados. Así  tenemos por un lado los linfocitos T citotóxicos o CD8 que reconocen complejos de histocompatibilidad de clase I, y por otro lado los linfocitos T helpers o CD4 que reconocen complejos de histocompatibilidad de clase II. Los linfocitos T CD8 se encargan de la destrucción de las células infectadas o tumorales por mecanismos de citotoxicidad celular. Los linfocitos T CD4 o helpers ( o Th denominados de esa manera por su colaboración en la activación de linfocitos B para formar anticuerpos) cumplen un papel regulador en todas las respuestas inmunitarias.

Una vez reconocido el antígeno por el sistema macrofágico, éste es procesado y presentado al linfocito Th a través de receptores específicos (TCR), moléculas accesorias y citoquinas. Dichas señales activan la proliferación y la diferenciación de distintas subpoblaciones funcionales (Th1, Th2, y otras) quienes producen y responden a diferentes patrones de citoquinas. Aclaremos que al referirnos a las citoquinas, englobamos a: las interleuquinas (IL), los factores estimulantes de crecimiento (GF), los  interferones (INF), los factores de necrosis tumoral (TNF) y otras sustancias. Según que citoquinas participen la respuesta inmune derivará hacia la inmunidad celular (en el caso de los linfocitos Th1) o hacia la formación de anticuerpos (respuesta humoral, linfocitos Th2) .

Inmunidad Th1 y Th2

Consideramos pertinente hacer mención a los trabajos del Dr. Fuad Lechin, quien con importantísima casuística, verifica la correlación neuroinmunológica al conceptualizar a las enfermedades como Th1 o Th2 para su abordaje etiopatogénico y terapéutico. Así, Lechin se detiene en un prolijo estudio neuroquímico para la elección de psicofármacos como principales herramientas terapéuticas en la patología sistémica, en busca de restablecer el equilibrio Th1/Th2.

El sustento es que los pacientes con enfermedades de tipo Th1, así como los depresivos endógenos mejoran al intentar disminuir la actividad NA central e incrementar la actividad 5HT central. Por otra parte, las patologías Th2 presentan una alteración neuroquímica caracterizada por un índice Na/Ad bajo, sumado a aumento en la 5HT plasmática libre. Este último perfil se verifica en los pacientes con stress crónico con mala adaptación biológica. En la siguiente tabla se muestran según las condiciones fisiopatológicas la prevalencia de algunas de las enfermedades estudiadas.

Th1 - inmunidad celular excesiva

Th2 - inmunidad humoral excesiva

· Tiroiditis de Hashimoto · Tolerancia a Trasplantes
· Oftalmopatía de Graves · Lupus Eritematoso Sistémico
· Síndrome de Sjogren · Miastenia Gravis
· Diabetes Mellitus tipo I · Síndrome Eosinofílico Idiopático
· Esclerosis Múltiple · Dermatitis Atópica
· Enfermedad de Crohn · Púrpura Trombocitopénica
· Artritis Reumatoidea · Anemia Hemolítica
· Colangiohepatitis · Progresión de HIV a SIDA
· Colangitis esclerosante Primaria · Asma Bronquial
· Abortos a Repetición · Ulcera Gastroduodenal
· Anemia Aplásica · Cáncer Gástrico

 

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