Video-Entrevista a María José Eyras | 22 OCT 08

"La maternidad sin máscaras"

¿Es posible conciliar la maternidad y el ejercicio de una profesión? Luces y sombras de un eterno conflicto en un libro imprescindible.
Fuente: IntraMed 

Entrevista

María José es una mujer sensible, inteligente y de una belleza serena y delicada. Habla sin urgencias y su tono delata que ha meditado largamente sobre lo que dice. No enuncia proclamas sino ideas; no pontifica, razona; no ordena, propone. Sabe escuchar, y lo hace apelando a un silencio interesado y respetuoso. No es poco cuando se lo compara con el discurso del feminismo furioso y el enfrentamiento estéril entre los géneros.

Ha escrito un libro acerca de su propia experiencia como mujer, madre y profesional. Se anima con las contradicciones que esa situación implica y las elabora con aportes personales y propuestas concretas. Escribe sobre ella misma, es decir sobre miles de mujeres que, como ella, enfrentan los dilemas y las perplejidades que las colocan frente a opciones ante las que no es posible elegir sin renunciar. Es curioso, pero su libro acepta –y hasta reclama- una lectura masculina. No es un texto excluyente. No es un “lamento ginoide” sino una reflexión que nos involucra a todos. Sabe que la incertidumbre de la mujer de nuestros días pone en riesgo, no sólo su desarrollo personal, sino a la propia pareja humana como el lugar donde el vínculo se hace existencia en común.

El libro despliega una lengua trabajada y elocuente. Pero huye de la pedantería barroca y del exhibicionismo del habla. Ejerce la palabra para comunicar y quiere ser entendida. En tiempos de arrogancia ignorante y de jergas oscuras, vale la pena agradecer el gesto de alguien que nos tiene en cuenta cuando escribe y que deja que lo que quiere decir pase a través suyo y no que su propia figura se interponga entre las ideas y los lectores. Esa actitud de respeto por el otro que su libro deja ver se hace más que evidente cuando se habla con ella frente a frente alrededor de una mesa. Su libro la muestra, no la disfraza. Es un espejo y no una máscara. Es necesario ser muy valiente para mostrarse tal cual uno es. La sinceridad es una forma a menudo brutal de la desnudez. Esta mujer sentada frente a mí es madre hasta la médula. Cada vez que la vida la colocó ante la disyunción de escuchar a la razón o a los instintos, eligió a éstos y no tuvo mayores dudas. Ha elegido por sí misma cuando resultó necesario y no bajo los efectos de un modelo tóxico de mujer. Ha descartado lo trivial y lo superfluo sin que ello incluya nada de la misteriosa e insondable condición de mujer. Hecho de perplejidades y de asombros este libro se atreve a describir una realidad personal saturada de contradicciones, labrada de instantes felices que se resisten a ser nombrados y de terrores negros a los que María José les pinta la cara con sabiduría y sencillez.

Daniel Flichtentrei

María José, contanos quién sos, cuáles son tus orígenes, tu historia como persona. 
 
Soy arquitecta, madre de tres hijos y desde hace unos diez años también escribo. Provengo de una familia de origen español e italiano, donde la familia "grande", que incluía primos, tíos y abuelos, tenía mucho peso y espacios compartidos.

¿Cómo es tu familia?
 
Es un grupo alegre y divertido, no nos da tiempo a aburrirnos. Cuando empecé a trabajar en la idea del libro, el menor tenía tres años, el segundo ocho y la mayor once. Hoy tenemos una hija de 18, un varón de 15 y otro de 10 años.

Escribir el libro no te libró de una terapia psicológica: ¿Hacerlo alivió tu angustia de alguna forma?
 
El libro y la terapia son caminos diferentes, no se excluyen. Escribir el libro - que nació de la esperanza de poder ayudar a otras al compartir mis vivencias - también significó repasar lo que había transitado. Al poner en palabras emociones y episodios, pude verlos bajo una nueva luz, comprenderlos y asimilarlos mejor. Este no era el objetivo de la escritura, pero sí fue un beneficio de escribir. En ese sentido, el libro está escrito como una conversación novelada, desde el punto de vista de una madre, no del de una profesional de la salud.

¿Qué significa para vos la maternidad?
 
Ser madre, para mí, era un deseo muy claro, algo que quería lograr en la vida. Hoy, mis hijos son pilares de mi felicidad y una fuente inagotable de amor y aprendizaje. En uno de sus libros, Marguerite Duras dice que hay un momento de la vida en que la mujer se replantea todo, todo menos los hijos. Los hijos nunca se ponen en duda.

¿Qué te diferencia a vos de tu madre o tu abuela respecto de la maternidad?
 
Para mi abuela y  muchas mujeres de su generación, la maternidad y la familia eran el único destino posible, lo que se esperaba de ellas y lo que ellas mismas anhelaban para sus vidas. Mi abuela nunca trabajó afuera de la casa ni creo que se haya replanteado jamás lo que hoy entendemos como la realización personal.

Mi madre, en cambio, pertenece a una generación de mujeres profesionales que sumaron el trabajo al rol tradicional de la mujer: estar a cargo de la vida doméstica y la crianza. Además de trabajar todo el día, mi madre se ocupaba de organizar la comida, la limpieza, etc. Y si bien contaba con ayuda, fue algo así como una "súper mujer", nunca tenía descanso.

Yo, como cuento en el libro, tomé una postura intermedia y desde el principio opté por dedicar medio día a los hijos y a la casa y medio día a la profesión. Lógicamente, con los costos que ello implicaba.  

En varias oportunidades te quejás de tu falta de "preparación" para ser madre: ¿quién debería haberte preparado para ello?
 
La respuesta no es sencilla. Creo que tanto a mí como a cualquier mujer deberían haberme preparado otras mujeres, mujeres madres, mayores y con experiencia. Esto, en un contexto de familia grande, podría haberse dado de manera natural, si hubiera tenido primos o hermanos bastante menores que yo y hubiera participado de alguna experiencia de crianza cercana. También, como propongo en el libro, la formación escolar podría incluir elementos acerca del embarazo, el nacimiento y el puerperio así como  encara los inicios de la vida sexual. Pero sobre todo, creo que debería existir una conciencia social y cultural en torno a la mujer y su posibilidad de ser madre, una conciencia que podría cambiar esta sensación de sorpresa que nos asalta a muchas, cuando, preparadas sólo desde un punto de vista profesional, nos enfrentamos a la disyuntiva de tener un hijo. Es decir, si la necesidad de prepararse, de predisponerse, de prever que seremos madres en un proyecto vital estuviera socialmente más incorporada, muchas mujeres llegarían en mejores condiciones psíquicas y con expectativas más ajustadas al momento de transitar las vicisitudes reales y complejas de su maternidad.

¿Qué pierde y qué gana una mujer actual cuando se convierte en madre?
 
Yo no lo plantearía en términos de "ganancias y pérdidas". Más vale me preguntaría qué cambia para una mujer al ser mamá. El cambio es inmenso. Hay una persona amada en su vida que demanda de su presencia y ya nada nunca será igual. Como la mujer actual tiene intereses y expectativas laborales y profesionales, cuando aparece el hijo, el tiempo debe repartirse, compartirse. El tiempo y las energías. Para la generación de mi abuela, una generación de mujeres que no aspiraba a trabajar o veía natural trabajar en la casa para ayudar a la economía familiar, los conflictos eran menos. Hoy hay que resolver cuándo y por cuánto tiempo dejar a los hijos, quién quedará a su cargo, qué delegar y qué no en otras personas, cómo conciliar las expectativas de desarrollo personal con el tiempo que implica estar de alguna manera presentes en la crianza del hijo. La mujer se pregunta a qué edad del niño ella puede volver a trabajar, si ya es grande para dejarlo equis horas, etc. Antes de la divulgación de la psicología, la maternidad, el tiempo de presencia junto a los hijos, no se cuestionaba, se vivía de alguna manera con mayor libertad. No había conciencia de la importancia de los tres primeros años en la formación de la psiquis de una persona, ni del rol decisivo que las vivencias de la infancia tienen más tarde. Padres y madres de otra época se hacían menos preguntas.

La carrera o la maternidad: ¿son alternativas que se excluyen mutuamente?
 
Por supuesto que no. Uno de los desafíos de ser mujer, hoy en día, es  integrar las dos facetas. Lo que ocurre, esa sensación de tironeo, de desasosiego y desborde, las culpas, la insatisfacción y el cansancio de la mujer, creo,  tienen que ver con las expectativas. Las expectativas profesionales de las mujeres están moldeadas según prototipos masculinos. Competimos, siendo injustas con el género, con modelos de profesionales hombres, sin tener en cuenta que estos "modelos" de eficiencia y productividad, no sólo no criaron hijos, si no que fueron sostenidos a su vez por una mujer.

 

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