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Autor/a: IntraMed 
SIDA en el mundo del trabajo

Promover circuncisión masculina para prevenir el VIH

Desde la antigüedad, la práctica de la circuncisión masculina ha estado asociada a valores culturales y religiosos. Hoy, este acto ritual o de estatus social, está siendo promovido como una política de salud pública
para prevenir infecciones de transmisión sexual.

De acuerdo con informes del Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/ SIDA (ONUSIDA) existe suficiente evidencia científica de que los hombres circuncidados tienen menor riesgo de contraer enfermedades como infecciones en el tracto urinario, la sífilis, las úlceras, el cáncer de pene y el VIH.

Sin embargo, sólo 30 por ciento de la población masculina a nivel mundial está circuncidada; y de ella, dos tercios son musulmanes. “El problema es que la circuncisión masculina no está considerada como parte del paquete de prevención para evitar la infección por el VIH, debido a problemas de estigma, de costo, de supuesta pérdida de sensibilidad del pene y a las cicatrices”, explicó José Henrique Pilotto, del Instituto de Pesquisa Clínica Evandro Chagas, IPEC, de Brasil en el evento de pre-conferencia sobre la circuncisión masculina y el VIH, organizado por el Centro de Servicios para la Identificación, Prevención y Tratamiento del VIH, de la Universidad de California.

Frente a las percepciones equivocadas de la gente hacia la circuncisión, es necesario emprender estrategias de desmitificación a través de diversos medios como los deportes, los líderes de opinión, los científicos y los medios de comunicación, propuso Noah Kiwuanuka, del Programa de Ciencias de la Salud de Rakai, Uganda.

“Necesitamos tener mucha claridad en los mensajes. La circuncisión no sustituye al trinomio abstinencia-fidelidad-condón, (ABC), es más bien una adición. Aún los hombres circuncidados pueden adquirir VIH si tienen comportamientos riesgosos”, advirtió.

Para los participantes del evento realizado el sábado 2 de agosto, la circuncisión tiene muchas ventajas para la salud. “No tenemos que promover la circuncisión masculina para la prevención del VIH solamente, sino para prevenir muchas otras enfermedades. Todo hombre cerca de ti debe estar circuncidado”, enfatizó Kiwuanuka.

¿Una práctica antigua para una enfermedad moderna?

La evidencia disponible muestra que la circuncisión masculina funciona para reducir el riesgo de infección por VIH. Las implicaciones políticas, sociales y culturales, no obstante, mantienen abierta la discusión sobre su viabilidad como estrategia preventiva a gran escala.

 En un espacio atestado, los asistentes a la conferencia esperaron para escuchar a los ponentes discutir sobre una herramienta en la prevención: la circuncisión masculina. En “Circuncisión Masculina: Cortar o No Cortar”, los panelistas, Álvaro Bermejo, de la International AIDS Alliance; Mogomotsi Supreme Mafalapitsa, de South Africa’s Engender Health; Marge Berer, editor de Reproduction Health Matters; y Karen Smith, una activista del Sudeste Asiático ofrecieron puntos de vista sobre la circuncisión masculina (CM), un tema que ha generado una discusión y un debate internacional muy fuertes.

La CM incluye aspectos muy delicados relacionados con la equidad de género, la sensibilidad cultural y los valores religiosos.

En su presentación, Álvaro Bermejo aseveró que la circuncisión masculina funciona. Y añadió: “Esto ha quedado probado más allá de cualquier duda”. Actualmente, sólo 30 por ciento de la población mundial masculina está circuncidada, y en los países en que reside esa gente la prevalencia de la infección por VIH es la más baja. Esto viene a reforzar a tres estudios realizados en Sudáfrica, Kenia y Uganda.

El estudio señala que la CM demostró un riesgo reducido en la transmisión heterosexual del orden del 50 al 60 por ciento.

Existen algunos retos en la MC como herramienta de prevención. Dentro de las primeras semanas de la circuncisión, los hombres corren mayor riesgo de contraer el VIH, y nadie sabe a ciencia cierta cuánto costará circuncidar a millones de hombres en todo el mundo. Incluso con la circuncisión, la infección por VIH puede todavía producirse.

Surgieron otros retos que tenían que ver con la reducción de la sensibilidad sexual, con el trauma de hacerse cortar el glande, y con la falsa creencia de que la MC fuera una “bala mágica” capaz de evitar por completo la infección por VIH.

Mafalapitsa señaló que 1.7 por ciento de las infecciones producidas tan sólo en África requieren con urgencia de mayores esfuerzos en la prevención. ¿Acaso es la circuncisión masculina la respuesta? La CM no es una práctica nueva en su Sudáfrica natal. Desde el punto de vista cultural, puede verse como un ritual de virilidad, y su práctica, de modo especial con la pérdida de sangre, como algo sagrado. Es una práctica de afirmación de la masculinidad. También puede ser una práctica peligrosa. “En junio, veintidós niños perdieron sus vidas por causa de la circuncisión masculina”, señaló Mafalapitsa.

“La circuncisión tradicional” no corresponde necesariamente a las prácticas de salud pública y a lo que significa ser correctamente circuncidado. No es lo mismo que la operación la haga un doctor, que pudiera concentrarse en la reducción del dolor, a que la practique un Patriarca en la comunidad, quien cree que el dolor es parte de la práctica de volverse hombre.

Karen Smith señaló que la religión es algo crucial en las vidas de mucha gente y debiera tomarse en cuenta al practicar la CM como un método de prevención del VIH. Ofreció el ejemplo de Indonesia, donde en la comunidad musulmana la CM es un acto religioso. Los cristianos en la región ven la práctica de la CM como la “Islamización” de su cultura.

Marge Berer preguntó si la circuncisión masculina era buena para las mujeres. Agregó que no había consulta alguna de las mujeres para estos estudios y que a pesar de la evidencia de la CM como un método de prevención, las mujeres también requerían de protección.

Puntualizó que la CM no protege a los dos miembros de la pareja, sino solamente a uno. Argumentó que era necesaria la participación en este debate de Women’s Advocates. A pesar de toda la discusión acerca de la CM como herramienta de prevención, tampoco se exigía cambio alguno en la conducta de los hombres que se circuncidaban. En su presentación, suscitó más de una risa al ilustrar con una diapositiva: “No bastará con una cortadita; tiene que haber una ligazón entre el pene y el cerebro”.

Cate Hankins, jefa de asesoría científica en ONUSIDA, estaba presente en la sala y afirmó que la CM no debería verse como una respuesta integral, sino como algo “complementario”.

“Ninguno de los métodos a nuestro alcance son 100 por ciento seguros”. “La gente debería estar pensando en una prevención combinatoria”.

Y citó el estar en una relación VIH negativa monógama y a la circuncisión como un buen ejemplo de prevención combinada.

 

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