Un hito en Medicina Reproductiva en Argentina | 20 MAR 07

Nacimiento a partir de un embrión congelado durante una década

Pesó 3,170 kilos y tiene un hermano "mellizo", que ayer cumplió 10 años.

Valeria Román

Magalí Feigin nació hace una semana en Capital, pero su fecundación —el momento de la entrada del espermatozoide de su papá con el óvulo de su mamá— ocurrió más de 10 años atrás. Para más rareza, la beba tiene un hermano —que es como su mellizo— que ayer cumplió 10 años.

Su historia marcará un hito en el desarrollo de la medicina reproductiva en la Argentina. Es el primer caso de un embarazo que resultó exitoso a partir de la congelación de embriones (para los médicos son pre-embriones) durante más de 10 años. Fue presentado la semana pasada durante la última reunión de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMER).

Los padres de Magalí, Tamar y Simón, habían tenido problemas para conseguir un embarazo natural y recurrieron a las técnicas de reproducción asistida. En particular, usaron la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). La técnica, hecho en 1996, resultó en 8 pre-embriones. "De los 8 pre-embriones, cuatro fueron transferidos y uno se implantó en el útero de Tamar en aquel momento. Los otros 4, fueron congelados lentamente hasta llegar a estar a una temperatura de 196 grados bajo cero", recordó Sergio Papier, a cargo del procedimiento y director médico del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (CEGYR). La primer transferencia condujo al nacimiento por cesárea de Alan, el primer hijo de la pareja, que ayer cumplió 10 años.

Su hermanita —técnicamente melliza— vendría a nacer diez años después. Porque los otros cuatro pre-embriones siguieron en el freezer y, recién el año pasado, la pareja se decidió a buscar un segundo embarazo. Se descongelaron los pre-embriones —según contó Papier a Clarín—, que evolucionaron al estadío de embriones y se transfirieron. Finalmente, por cesárea nació Magalí, con 3,170 kilos.

"Todo resultó mucho mejor de lo que esperaba", dijo ayer a Clarín la mamá, que ya cumplió 48 años, mientras tenía en sus brazos a Magalí, que bostezaba, se chupaba el dedo y posaba sin llorar para las fotos.

"Por supuesto que tuve temores, pero la felicidad que vivo ahora es incr

 

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