Premio Príncipe de Asturias | 23 ABR 08

Antonio Damasio: El cerebro, teatro de las emociones

Eduard Punset, entrevista a Antonio Damasio un referente mundial en neurociencias.
INDICE:  1. Segunda parte | 2. Segunda parte
Segunda parte

Antonio Damasio es uno de los pioneros en este tipo de investigaciones y una de las personas con más autoridad en el mundo para hablar sobre el tema. En esta charla con Eduard Punset, aborda desde la fisiología neuronal de las emociones hasta las consecuencias de ello para la educación.

Antonio Damasio es profesor de la cátedra David Dornsife de neurociencia, neurología y psicología en la Universidad de Southern California donde también dirige el Instituto de Cerebro y Creatividad. En 2005, ganó el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica. Es autor de libros muy aclamados como La sensación de lo que ocurre, El error de Descartes o En busca de Spinoza: neurología de la emoción y los sentimientos.

Eduardo Punset Casals (Barcelona, 1936) es abogado, economista y comunicador científico. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid y máster en Ciencias Económicas por la Universidad de Londres. Actualmente, es profesor de "Ciencia, Tecnología y Sociedad" en la Facultad de Economía del Instituto Químico de Sarrià (Universidad Ramon Llull). También es director y presentador del programa de divulgación científica "REDES" de TVE, presidente de la productora de contenidos audiovisuales científicos smartplanet y autor de varios libros cuyo principal objetivo es la divulgación del conocimiento científico.

Entrevista

Eduard Punset:
Dices que los sentimientos son esquivos, pero también que las emociones preceden  a los sentimientos. Lo que afirmas, en realidad, es que las emociones son muy importantes. Y es increíble ver, si miramos a nuestro alrededor, lo poco que se sabe sobre las emociones.

Antonio Damasio:
¡Es cierto!

EP:
En las escuelas… en las instituciones… por ejemplo, en un estadio de fútbol, a veces podemos encontrar racismo, puro racismo; y nadie le ha dicho a esa gente que detectar las diferencias, en el pasado remoto, en nuestros antepasados, era fundamental y probablemente necesario, pero que la situación hoy en día ha cambiado. Tras reflexionar tanto sobre las emociones y los sentimientos, ¿consideras que estamos todavía en una especie de desierto?

AD:
Bueno, estamos en un terreno menos desértico que hace diez años. Creo que el hecho de que sepamos muchísimo más hoy en día sobre la biología neuronal de las emociones y los sentimientos nos ha colocado en una posición distinta. El problema al que nos enfrentamos ahora es trasladar nuestro conocimiento, nuestro conocimiento científico, al público general, y también a la formulación de políticas. Es necesario que los líderes políticos y educativos lleguen a entender lo importante que son los conocimientos sobre la emoción y el sentimiento, porque muchas de las reacciones que consideramos tan enfermas, tan patológicas, en nuestra sociedad, tienen que ver con las emociones, principalmente con las emociones sociales. Y con la facilidad con la que se desencadenan esas emociones sociales... y la manera en la que conducen a un conflicto social.

 



La reflexión sobre las emociones es un campo menos desértico que
hace diez años, Damasio explica a Punset. (Fuente: smartplanet)


EP:
Claro...

AD:
Por eso uno de mis objetivos en el nuevo instituto que hemos inaugurado en la Universidad de California del Sur consiste en comprender las emociones sociales para poder abordar el conflicto social. Se trata de uno de los puntos principales de nuestro programa de investigación.

EP:
Al principio de todo, tenemos un estímulo que desencadena una emoción, pero estamos todavía en el cuerpo, ¿verdad? Y afirmas que luego, a través de medios complicados, aparecerá un sentimiento. Y esto ya es un asunto de la mente.

AD:
Exacto.

EP:
¿Qué quieres decir, exactamente?

AD:
Es muy importante distinguir entre la fase de la emoción y la fase del sentimiento. Cuando experimentas una emoción, por ejemplo la emoción de miedo, hay un estímulo que tiene la capacidad de desencadenar una reacción automática. Y esta reacción, por supuesto, empieza en el cerebro, pero luego pasa a reflejarse en el cuerpo, ya sea en el cuerpo real o en nuestra simulación interna del cuerpo. Y entonces tenemos la posibilidad de proyectar esa reacción concreta con varias ideas que se relacionan con esas reacciones y con el objeto que ha causado la reacción. Cuando percibimos todo eso es cuando tenemos un sentimiento. Así que percibiremos simultáneamente que alguien ha gritado (y eso nos inquieta), que nuestra frecuencia cardiaca y nuestro cuerpo cambian, y que, cuando oímos el grito, pensamos que hay peligro, que podemos o bien quedarnos quietos y prestar mucha atención, o bien salir corriendo. Y todo este conjunto -el estímulo que lo ha generado, la reacción en el cuerpo y las ideas que acompañan esa reacción- es lo que constituye el sentimiento. Sentir es percibir todo esto, y por eso vuelve a situarse en la fase mental. De modo que empieza en el exterior, nos modifica porque así lo determina el cerebro, altera el organismo y entonces lo percibimos.

EP:
Es fascinante porque, en cierto modo, aunque afirmas que las emociones pertenecen al cuerpo y los sentimientos a la mente, cuando explicas los sentimientos, dices que cuando tu equilibrio metabólico, tu fisiología, tu química interna, funcionan bien, entonces surge un sentimiento de tranquilidad.

AD:
Sí, así es. De placer. Porque percibes que tu cuerpo funciona bien. Y cuando tienes miedo, o estás enfadado, perturbas la fisiología normal, creas conflicto, creas falta de armonía, y es entonces cuando percibes que hay algo que no va bien y que ya no funciona.

"El equilibrio metabólico produce un sentimiento de
tranquilidad."


EP:
Un colega tuyo, Armand Marie Leroi (un especialista en genética del Reino Unido), dice que la belleza también es así. Ha estudiado las mutaciones y afirma que cuando hay una falta de simetría -algo que está mal en un rostro-, eso indica que el metabolismo no está bien preparado. En esencia, dice que hay que destacar la importancia del equilibrio físico que significa mejores sentimientos, y quizá signifique también belleza.

AD:
Quizá signifique también más salud. Hay cierto grado de relación entre la belleza y la salud, y la armonía... hay varios modos en los que estos conceptos operan conjuntamente. No creo que sea aplicable a todas las situaciones…

EP:
Claro...

AD:
Encontramos excepciones de muchos tipos, pero hay cierta verdad en eso.


EP:
Cuando hablamos de dominar las pasiones, dices literalmente que no puede conseguirse solamente a través de la razón pura.

AD:
Así es.

EP:
Y luego dices que es necesario una emoción inducida por la razón.

AD:
¡Sí, exacto! Hay dos posturas sobre cómo se puede contener la pasión. La primera es la que puede asociarse con Kant, en la que, literalmente, dices que no, y por pura voluntad lo niegas; y luego está una postura que podríamos asociar con gente como Spinoza, o como David Hume, mucho más humanizada, porque se percatan de que la mejor manera de contrarrestar una emoción negativa concreta es tener una emoción positiva muy fuerte.

Kant, a la izquierda, y Spinoza o Hume, en el centro y a la derecha: dos posturas diferentes sobre cómo contener las emociones. (Fuente: Wikipedia)

 
EP:
Eso es.

AD:
Esto nos conduce a lo siguiente: la voluntad es realmente un método para educar a la razón en la búsqueda de un estímulo que pueda volverte positivo en tus emociones.

EP:
La emoción adecuada.

AD:
…la emoción adecuada que pueda reprimir la emoción negativa. Ésa es la idea. Y una de las cosas que trato en mi nuevo libro, En busca de Spinoza, es la idea -una idea que tenía Spinoza- de que, para contrarrestar una emoción negativa, hay que tener una emoción positiva todavía más fuerte que la neutralice.

EP:
Eso es. Y esto es revolucionario, porque en el pasado se creía que las emociones debían reprimirse.

AD:
Sí, que siempre eran malas. Debemos darnos cuenta de que las emociones vienen en todo tipo de sabores: hay emociones buenas y emociones malas. Y, de hecho, podríamos decir que el objetivo de una buena educación para los niños, los adolescentes, e incluso para nosotros mismos, es organizar nuestras emociones de tal modo que podamos cultivar las mejores emociones y eliminar las peores, porque como seres humanos tenemos ambos tipos. Tenemos una capacidad positiva fantástica, pero también somos capaces de hacer cosas terribles. Somos capaces de torturar a otra gente, de matarla. Todo esto es inherente al ser humano, no es que algunos de nosotros seamos buenas personas y otros malas personas.

 

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