Temas de pareja | 03 FEB 07

La infidelidad desde el psicoanálisis

Frecuente entre todo tipo de parejas y persistente a lo largo de casi todas las épocas y culturas, las relaciones extramaritales sacan a la luz las dinámicas y estructuras más profundas de una relación.

En este ensayo, el psicoanalista Jorge Sánchez Escárcega se plantea: ¿Qué es una infidelidad?, ¿cuándo se comete?, ¿las relaciones sexuales son parte inherente a toda relación extramarital?
 
Por Jorge Sánchez Escárcega*

Las situaciones de infidelidad no son todas iguales. No pueden colocarse en la misma cesta, por ejemplo, las relaciones extramaritales de una sola vez, quizás más ligadas al momento y a la oportunidad, que a las relaciones de mediano y hasta largo plazo, donde otros aspectos además del sexual son parte componente.

En todo caso, se trata de la violación de un acuerdo, de un convenio establecido explícitamente por la mayor parte de las parejas: el de la monogamia (del cual participan la mayor parte de las parejas de novios, esposos, parejas del mismo sexo, etcétera). La infidelidad es vivida en casi todos los casos de manera muy intensa como una traición a la relación. Pittman (1989) piensa que el término debe reservarse para una relación sexual fuera de un vínculo monógamo o su equivalente. Sin embargo, lo que se entiende por relación sexual difiere ampliamente entre las diversas parejas, pero generalmente se refiere al contacto de las zonas genitales con personas ajenas a la relación.

Sea cual fuere el convenio de monogamia establecido por la pareja, la infidelidad consiste en la ruptura de ese acuerdo que funciona como ideal conjunto. Caso aparte son las parejas donde las relaciones extramaritales son consentidas por ambos miembros y que por lo tanto no deben considerarse “infidelidad”.

Temas como el flirteo con conocidos o compañeros, las citas clandestinas, o el contacto corporal erógeno sin relaciones sexuales, por un lado, y las reuniones o comunicaciones con las ex-parejas, por el otro, suelen ser temas intensamente discutidos en relación a la ocurrencia o no de una infidelidad. A veces, también las fantasías sexuales con personas ajenas a la relación primaria, sean personas conocidas o simples personajes imaginarios.

Los motivos del infiel

Quizá lo que establece más notoriamente el carácter de traición o infidelidad sea el secreto y la mentira, el intento deliberado de desorientar a la pareja respecto a la ruptura del acuerdo de monogamia. El énfasis en este aspecto pretende superar las definiciones descriptivas del término. El hecho de que una situación con un tercero sea propositivamente mantenida fuera del conocimiento de la pareja debido a sus implicaciones afectivas o sexuales, manifiestas o implícitas, define más acertadamente lo que significa infidelidad que cualquier otra descripción de conductas o situaciones. Esta definición de infidelidad intenta asimismo enfatizar el carácter intraconyugal de la ruptura del acuerdo, mientras que el término adulterio probablemente debería reservarse más bien para la violación del acuerdo extraconyugal, es decir, legal o religioso.1

No está de más recordar el otro sentido de la palabra “infiel”: el que ha perdido la fe. Desde un punto de vista psicodinámico, las relaciones de infidelidad —su origen, sus mecanismos, su funcionamiento— se asemejan en casi todo a lo relacionado con el enamoramiento (poseen un carácter temporal, es decir, son “poco duraderas”, e involucran una intensa dosis de irrealidad, fascinación, ilusión y transitoriedad). Por último, las relaciones sexuales, como tales, muchas veces son un ingrediente secundario.

Mecanismos de enamoramiento en la pareja

En términos estadísticos o epidemiológicos, tres cosas aparecen claras: que la infidelidad femenina cada vez se acerca —o ha llegado ya— a los porcentajes masculinos (lo cual se explica en que la posibilidad de expresión sexual en hombres y mujeres se iguala, al menos en ciertas capas sociales); que las situaciones de infidelidad se presentan en no menos de la mitad de todos los matrimonios o relaciones conyugales (incluídos los vínculos amorosos estables entre personas del mismo sexo); y que la aparición del sida no disminuyó la ocurrencia de aventuras extramaritales, por lo menos en el grado en que se pronosticaba, y si acaso han variado ligeramente en sus prácticas (la utilización del condón, el sexo oral en vez de la penetración, la masturbación mutua, etcétera).

Muchas veces el descubrimiento de una infidelidad es sólo el último paso de una relación que ha venido deteriorándose desde tiempo atrás —a veces sin conciencia total por parte de sus integrantes—, y frecuentemente es el motivo manifiesto de la consulta con un especialista. La necesidad de identificar la situación de infidelidad como punto de expresión de una cadena de eventos, circunstancias y coincidencias que le han antecedido y que fueron determinando su gestación, debe considerarse como uno de los principales puntos diagnósticos a explorar en la consulta inicial con parejas en estas circunstancias, y normalmente establecerá el pronóstico de la terapia y de la pareja. El peor pronóstico lo presentan las parejas que tienden insistentemente a atribuir la infide

 

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