Actualidad | 02 ENE 07

La peste del Siglo XXI

La contaminación del aire en las grandes ciudades provoca serios trastornos para la salud e incrementa el número de muertes por enfermedades respiratorias y cardiovaculares. Los principales contaminadores son los automóviles y las industrias.
Fuente: Agencia CyTA- Instituto Leloir 

Los contaminantes del aire urbano tienen un efecto nocivo sobre la salud. No sólo se cobran cada vez más vidas –sólo en Europa, se contabilizan 360 mil muertes al año– sino que también son responsables del incremento de internaciones hospitalarias y de enfermedades respiratorias y cardiovasculares crónicas, afirma la doctora Ursula Ackerman Liebrich, del Instituto de Medicina Preventiva y Social de la Universidad de Basel. “Los gobiernos tienen la responsabilidad de proteger a las personas de un ambiente amenazador para la salud: respirar aire puro debería ser un derecho humano”.

"La peste del Medioevo bien puede ser comparada con la contaminación atmosférica”, señala la doctora Ursula Ackerman Liebrich. “Aunque a diferencia de la peste –continua–, la contaminación no tendrá fin, ni se detendrá por más que construyamos más iglesias". La especialista, que es directora académica de la Escuela de Salud Pública de Suiza, resumió, en el IV Foro Internacional organizado por Greenaccord, entre el 4 y el 7 de octubre pasado, en Monte Porzio, Roma, la información científica disponible en la actualidad sobre contaminación atmosférica urbana y salud.

Smog y policiales

Los primeros estudios que relacionan la contaminación del aire con trastornos en la salud se remontan a 1952, cuando el smog típico de Londres abandonó su perfil novelesco y pasó a ser identificado como responsable del incremento de la mortalidad por enfermedades respiratorias y cardiovasculares. La consecuencia inmediata de ese hallazgo fue la promulgación en Europa de diferentes regulaciones que tendían a eliminar, en especial, la contaminación aguda debida al dióxido de nitrógeno.

A comienzos de los años ochenta se realizaron nuevos estudios sobre la contaminación a corto plazo del aire en los que se observó que afecta la salud humana, aún cuando los niveles de contaminación resulten bajos o moderados.

Uno de esos estudios, conocido como APHEA (siglas en inglés que corresponden a “Efecto a Corto Plazo de la Contaminación Atmosférica”) realizado sobre 25 millones de personas residentes en 15 países europeos, correlacionó los niveles de contaminación con las tasas diarias de mortalidad y morbilidad.

De acuerdo con el doctor Klea Katsouyanni, coordinador del estudio –que reunió nada menos que 11 equipos de investigación de 10 países de la Unión Europea– el aspecto más relevante del trabajo fue que se centró en un número de ciudades que presentaban diferentes mezclas de contaminantes en el aire, y en poblaciones con condiciones socioeconómicas y ambientales muy variadas. Los resultados, que fueron publicados en 2001, arrojaron abundante evidencia científica de correlación existente entre contaminación atmosférica y mortalidad.

Como ejemplo de lo observado en APHEA puede mencionarse los datos obtenidos en la zona de París conocida como Ile de France, donde el dióxido de sulfuro y las partículas en suspensión presentes en el aire –en especial las provenientes de los motores diesel– ocasionaron más de 400 muertes anuales. De esa cifra, entre 260 y 350 muertes fueron causadas por accidentes cardiovasculares, mientras que de 50 a 80 se debieron a complicaciones respiratorias.

Menos meses de vida por contaminación

La doctora Ursula Ackerman Liebrich señala que la contaminación del aire debida a la presencia de partículas sólidas en suspensión reduce, en promedio, 8,6 meses las expectativas de vida de la población europea. Esta cifra, que varía según la calidad del aire de cada país, se cobra 10, 2 meses de vida de cada habitante

 

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