Pensadores contemporáneos | 06 DIC 06

Boris Cyrulnik: el inclasificable

"Un niño maltratado puede sobrevivir sin traumas si no se le culpabiliza".
Autor/a: IntraMed Muy interesante

Psiquiatra, etólogo y escritor
  
Buen conocedor del ser humano y de sus mecanismos de supervivencia –él mismo escapó con 6 años de un campo nazi–, el francés Boris Cyrulnik nos cuenta cómo se puede construir una vida feliz desde una niñez desgraciada. Lo hace en su libro Los patitos feos.

Mirando hacia atrás sin ira

Nacido en Burdeos en 1937 en una familia judía, Boris Cyrulnik sufrió la muerte de sus padres en un campo de concentración nazi del que él logró huir cuando sólo tenía 6 años. Tras la guerra, deambuló por centros de acogida hasta acabar en una granja de la Beneficencia. Por suerte, unos vecinos le inculcaron el amor a la vida y a la literatura y pudo educarse y crecer superando su pasado.

Boris Cyrulnik es un hombre de físico imponente, sonrisa amplia y fascinante conversación. Le gusta el rugby, sigue la actualidad política, lee con la misma pasión con que escribe y acaba de publicar en España el libro Los patitos feos. Nadie diría que detrás de la pausada voz y la mirada cordial de este psiquiatra francés de 65 años se esconde un superviviente. Su vida es la historia de una redención: nació en Burdeos en el seno de una familia judía emigrada de Ucrania, y con sólo cinco años contempló cómo sus padres eran deportados y asesinados en un campo de concentración. “No es fácil para un niño saber que le han condenado a muerte”, recuerda ahora sin aparente amargura. Él logró escapar y comenzar una vida nómada que le arrastró por orfelinatos y centros de acogida. Era el típico caso perdido, un patito feo condenado a llegar a la edad adulta convertido en un maltratador, un delincuente o un tarado.

Pero no fue así. Cyrulnik conoció a unos vecinos que le descubrieron el lado afable de la vida, le trataron como a una persona y le animaron a estudiar psiquiatría. Hoy es feliz, adora a la familia que ha formado y se ha convertido en uno de los analistas del comportamiento humano más importantes del mundo. Él mismo encarna un ejemplo perfecto del tipo de lucha que defiende en su libro, bajo el término de resiliencia. El Diccionario de la Real Academia Española define este término de origen latino como “la resistencia de un cuerpo a la rotura por golpe”, pero para Cyrulnik significa mucho más: “la capacidad del ser humano para reponerse de un trauma y, sin quedar marcado de por vida, ser feliz”.

– Su libro lanza, en primer lugar y sobre todas las cosas, un mensaje de esperanza: un niño herido puede recuperarse y evitar ser un marginado.

– Es un mensaje de esperanza porque en psicología nos habían enseñado que las personas quedaban formadas a partir de los cinco años. Los niños mayores de esa edad que tenían problemas eran abandonados a su suerte, se les desahuciaba y, efectivamente, estaban perdidos. Ahora las cosas han cambiado: sabemos que un niño maltratado puede sobrevivir sin traumas si no se le culpabiliza y se le presta apoyo.

Curioso y polifacético

Apasionado de la literatura, el rugby y la política, además de un gran viajero, Boris Cyrulnik ha dedicado su vida académica y profesional a la psiquiatría, el psicoanálisis y la etología.

Se ha levantado una cadena perpetua...

– Exacto. Y se lo debemos a la resiliencia, a la resistencia a la adversidad. A la capacidad que tenemos los humanos para resistir a las adversidades, un mecanismo de autoprotección creado en primer lugar por los lazos afectivos y, posteriormente, por la posibilidad de expresar las emociones. No debemos confundirlo con la resistencia. Resistencia es cuando recibes un golpe y te enfrentas a él, mientras que la resiliencia es volver a recuperar el desarrollo que teníamos antes del golpe. Podemos sufrir un trauma, pero lo importante es que tenemos que ser capaces de reconstruir nuestra vida con este trauma.

– Se puede leer en su libro que para que una persona tenga un trauma tiene que ser golpeada en dos ocasiones.

– Sí, pero no lo he dicho yo, lo dice Anna Freud. El primer golpe es algo real, físico: nos han humillado, tenemos hambre, nos han herido, tenemos frío... Pero eso no es el trauma, eso es una forma de sufrimiento. Para que haya trauma es necesario que haya un segundo golpe en la representación de lo real. Imagínese que un niño ha tenido un problema, que ha recibido un golpe, y cuando le cuenta el problema a sus padres, a éstos se les escapa un gesto de disgusto, un reproche. En ese momento han transformado su sufrimiento en un trauma.

Se puede llegar a cisne

En Los patitos feos (Gedisa, 15,90 e), Cyrulnik transmite un mensaje de esperanza a quienes han sufrido una infancia dura y traumática.

– Lo que antes era esperanzador ahora se vuelve preocupante. Los niños son seres muy complejos, y atenderles y educarles como se merecen parece difícil...

– Antes he citado a Anna Freu

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024