Opinión | 03 DIC 06

Contra la homeopatía: opiniones de un eséptico.

El Dr. Novella opina con contundencia sobre la homeopatía. La homeopatía es inaceptable, dice nuestro nuevo residente escéptico.

Ciencia extraña: Una idea cuyo tiempo pasó

   
Dr. Steven Novella
Domingo 01 de enero de 2006

13:36 Pearl Street acoge a uno de las instituciones académicas menos conocidas, la Escuela de Homeopatía. Allí podrás aprender un sistema de “medicina“ con más de 200 años de antigüedad, inventado por el físico alemán Samuel Hahnemann, el cual creía que las sustancias tóxicas, suministradas en cantidades extremadamente diluidas, podrían curar los síntomas que causan las dosis más grandes – es decir, que dosis diminutas de cafeína podrían curar el insomnio.

Millones de personas – a menudo gente desesperada – han apostado su salud creyendo que Hahnemann tenía razón: han buscado “doctores homeopáticos” e ingerido sustancias “dudosas” en el mejor de los casos y “peligrosas” en el peor de ellos. Los remedios homeopáticos son un timo aún mayor que el agua embotellada: ambos son indistinguibles del agua del grifo, pero éstos cuestan más dinero, y lo que es peor, dan falsas esperanzas.

Algunos argumentan que la homeopatía es una forma real y efectiva de medicina, pero la comunidad científica sabe que es inaceptable; en un mundo perfecto se habría desvanecido hace más de un siglo, siguiendo los pasos de la frenología (adivinar la personalidad a partir de los relieves del cráneo) y de las sangrías con sanguijuelas. Sin embargo, la homeopatía, encontró su camino bordeando los márgenes de la atención médica, y ha logrado sobrevivir.

¿Cómo lo consiguió?

Existen varias razones para la frustrante persistencia de la homeopatía. Primero, se le ha permitido cubrirse con las ropas de la ciencia real y del profesionalismo respetable. La Escuela de Homeopatía de New Haven sigue promocionando titulados. Cuando se fundó la FDA (Administración de los Estados Unidos para el control de Fármacos y Alimentos), los defensores de la homeopatía consiguieron que sus remedios de la abuela fueran considerados “medicina” sin necesidad de acogerse a ningún estándar o evidencia.

Otra razón por la que la homeopatía ha sobrevivido, a pesar de posteriores fracasos científicos, es por que sus proponentes mienten. La percepción común es que los remedios homeopáticos contienen pequeñas cantidades de un principio activo. El Centro Nacional para la Homeopatía define al remedio homeopático como poseedor de una “dosis diminuta”. En realidad, la mayoría de las disoluciones homeopáticas no incluyen ningún principio activo - ni siquiera una molécula. Puede parecer perspicaz, pero existe una gran diferencia entre un poquito y nada. Nada es... pues eso, nada.

¿Cómo puede ser esto? Cuando Hahnemann concibió la homeopatía, hace dos siglos, los químicos aún no sabían que las sustancias se componían de moléculas, y que esas moléculas no podían diluirse o dividirse. Una sola molécula es la cantidad más pequeña de algo que se puede tener. Hahnemann creía que las sustancias podían diluirse infinitamente. Los avances científicos posteriores deberían haber relegado a las ideas de Hahnemann al museo de antiguas y pintorescas nociones científicas. Tal vez podría colocarse en las estanterías entre el éter (la misteriosa sustancia que un día se creyó permeabilizaba el universo) y la teoría del miasma de las enfermedades infecciosas.

Recientemente, los homeópatas han intentado vestirse aún más con las modernas togas de la ciencia. Cuando se les presionó, reconocieron (¿cómo no iban a hacerlo?) que no quedaba rastro del principio activo en sus preparaciones – pero, argumentaron, que el agua retiene la “memoria” de la sustancia que fue diluida en ella.

Esto es, por supuesto, una estupidez. El agua es una simple molécula, y no existen mecanismos conocidos o plausibles mediante los

 

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