Psicopatología | 28 ABR 04

La psicosis histérica ¿es una entidad clínica vigente?

El autor deslinda la psicosis histérica, que ubica como descompensación neurótica aguda, de la psicosis, con el correlato de pensar una clínica diferencial de estos dos diagnósticos.

En este extenso artículo L. Cadiet efectúa un detallado recorrido por escritos medulares de la psiquiatría, el psicoanálisis y la perspectiva antropológica para sentar las bases conceptuales de un diagnóstico diferencial de la histeria en sus descompensaciones agudas, y la psicosis.

Recuerda que con la bouffée delirante aguda (BDA) como entidad nosológica V. Magnan y M. Legrain dieron inicio a esta discusión allá por 1895. Entidad heterogénea, las precisiones serán dadas por la evolución ulterior del cuadro, aunque los criterios psiquiátricos clásicos para diagnosticarla son: inicio súbito, acontecimiento desencadenante, personalidad frágil, delirio, trastornos del humor, de la conciencia y del comportamiento, y signos somáticos. En cuanto a la evolución, menciona que un tercio de los pacientes con este cuadro constituyen un grupo que presenta un trastorno psicótico crónico, otro tercio estará constituido por pacientes que recidivan un episodio delirante, y un último tercio no volverá a presentar síntoma alguno.

Casi medio siglo después, P. Petit plantaba el problema del diagnóstico diferencial entre la "bouffée delirante polimorfa de los degenerados" de V. Magnan, y la "demencia precoz", futura esquizofrenia. En su trabajo de tesis doctoral P. Petit  señalará las particularidades semiológicas de tales "delirios curables de estructura oniroide". Señala Cadiet que así P. Petit establece una distinción entre los delirios desestructurados de evolución deficitaria y los delirios oniroides que se presentan como escenas de fuerte tonalidad emocional. El diagnóstico diferencial con la esquizofrenia reposa en el análisis del propósito y la presencia de neologismos y fórmulas fuera del contexto cultural.

Siguiendo este recorrido histórico menciona Cadiet que bien pasada la mitad del siglo XX, S. Folin, J. Chazaud y L. Pilon (1961) toman un camino intermedio y consideran a los pacientes que presentan estos cuadros agudos, tanto psicóticos como histéricos. Para estos autores los criterios que determinan el diagnóstico de psicosis histérica son: 1. El tema del delirio es místico/sexual y no hay una neo-realidad de tipo esquizofrénico; 2. El nivel de conciencia puede ir de una distracción a un estado crepuscular nunca enteramente oscuro; y 3. El paciente conserva una conciencia relativa de su estado. Influidos por el psicoanálisis donde el inconsciente es sede del conflicto edípico (temática sexual) y por su formación psiquiátrica que considera que un delirio es psicótico, los autores quisieron, dice Cadiet, "retener la psicosis sin dejar de lado la neurosis", imponiéndoseles así el diagnóstico de psicosis histérica.

Se trataría de una psicosis peculiar, puesto que el otro, aunque pueda ser bajo una imagen delirante, permanece investido. Tanto en Petit como en Folin y cols. el enfermo vive un drama en un escenario (edípico y de intenso tono afectivo) en el que los actores hablan a los espectadores. Esta teatralidad del discurso no se hallaría en el psicótico. A partir de un estudio informático de 740 historias clínicas de pacientes en internación psiquiátrica Ph. Robert et al. retomaron el trabajo de Folin et al. y reagruparon los síntomas hallados en los casos, a saber:

1. Presentación teatral, "hiperescénica" de la experiencia vivida y que es relatada de modo espectacular y dramático;
2. Un fenómeno de desdoblamiento, despersonalización; temas místicos, sexuales, eróticos, edípicos:
3. Una interpretación patológica, una voz interior, alucinaciones, respuestas tangenciales, contradicción, trastorno de la atención, sin síndrome confusional completo. 
 
En estos autores nuevamente la dimensión escénica de la psicosis histérica se coloca en un primer plano, escenario que refleja una estructura relacional (sea mística o sexual).
Bucea luego Cadiet en los autores de la otra orilla atlántica y encuentra que pasados los años 60 S.J. Hirsch y M.H. Hollender determinaban un cuadro clínico de psicosis histérica caracterizado por: inicio repentino, secundario a un acontecimiento o a una circunstancia, con manifestaciones clínicas que incluyen: alucinaciones, delirios, despersonalización y comportamiento demasiado inhabitual. Los trastornos del pensamiento, cuando se producen, están circunscriptos y son pasajeros. Cuando hay cambios en la afectividad se manifiestan por su volatilidad. Para estos autores de América del Norte el cuadro clínico se inscribe en un contexto cultural en el cual se lo acepta. En nuestra cultura este cuadro "simula" una psicosis, como en otro momento y contexto podría emular una epilepsia. Subrayan que se trata, en todo caso, de un comportamiento culturalmente determinado. 
 
Finalmente, partiendo de los criterios diagnósticos de tales autores, y efectuando modificaciones sobre bases estadísticas, en 1992 J. Modestin y K.M. Bachmann comparan "psicosis histéricas" con "psicosis no histéricas reactivas o psicógenas" y marcan dos diferencias: 1. una personalidad premórbida de tipo teatral / histérico; y 2. variaciones psicopatológicas frecuentes. Considera Cadiet que la personalidad premórbida se constituye así en un criterio diferencial mayor que determina el cuadro clínico. La personalidad, como estado crónico, sería lo más similar a la noción de estructura. Otro criterio mayor, que reaparece una y otra vez es la puest

 

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