Cirugía laparoscópica y eventraciones | 03 FEB 04

Reparación laparoscópica de las eventraciones

El objetivo de este trabajo fue evaluar la eficacia y seguridad de la cirugía laparoscópica en la reparación de las eventraciones.
Autor/a: Dres. Heniford BT, Park A, Ramshaw BJ, Voeller G. Ann Surg. 2003 Sep;238(3):391-9; discussion 399-400
Complicaciones
Un total de 822 pacientes recibieron una RLE completa o conversión a reparación abierta debido a complicación y 112 de esos pacientes (13.2%) tuvieron un total de 128 complicaciones perioperatorias o postoperatorias. Considerando la infección tanto de la herida como de la malla, la tasa global de infección fue del 1.8%. Los 9 casos de infección o celulitis en el sitio del trócar fueron tratados exitosamente con terapia antibiótica oral o intravenosa. En 5 de los 6 pacientes con infección de la malla, la misma fue removida. Tres de esos 5 pacientes habían tenido infecciones previas de mallas colocadas en reparaciones abiertas, sin una fuente aparente de contaminación durante la RLE. El 4° paciente tuvo una rotura de la piel sobre la malla que resultó en una infección protésica que requirió remoción completa de la malla. En el 5° paciente, la infección de la malla se desarrolló varias semanas después de la operación. El 6° paciente presentó varias semanas después de una RLE sin particularidades 2 abscesos, 1 por arriba y 1 por debajo de la malla. Las colecciones se resolvieron mediante drenaje percutáneo guiado por tomografía computada y terapia antibiótica sistémica. Dos años después el paciente no tenía signos clínicos o radiológicos de infección ni recidiva de la eventración.

Ocurrieron 14 injurias intestinales o de la vejiga. Diez enterotomías o injurias profundas de la submucosa, 2 colotomías y 1 cistotomía fueron identificadas durante la cirugía. En otro paciente, una pequeña injuria intestinal fue diagnosticada al día siguiente de la operación después de un examen físico  que brindó resultados sospechosos. Uno de los pacientes con colotomía fue convertido a cirugía abierta. Tres pacientes con injuria del intestino delgado y 1 con una laceración colónica fueron sometidos a reparación laparoscópica de la enterotomía, liberación completa de las adherencias y plástica retardada o en etapas. Esos pacientes fueron admitidos en el hospital y se les aplicó antibióticos endovenosos, sin realizarse laparotomía o reparación de la eventración. Trece a catorce días después se completó la RLE. Una de estas reparaciones en etapas recidivó pero no se halló infección. Cinco de los pacientes con injuria del intestino delgado sin escurrimiento intestinal recibieron reparación de la lesión y se completó la RLE. En un paciente, se exteriorizó una enterotomía a través de una pequeña incisión, se hizo la enterorrafia y se reintrodujo en el abdomen; no ocurrió contaminación y se completó la RLE. Ningún paciente con injuria del delgado o de la vejiga reparadas y con colocación de la malla durante la RLE desarrolló infección. El paciente en el que la lesión del delgado no fue advertida durante la cirugía fue sometido a laparotomía y resección breve del delgado y retiro de la malla; requirió una permanencia hospitalaria de 18 días.

Una paciente presentó 9 meses después de la RLE un defecto recurrente con una aparente fístula vesical. En la reoperación no se hallaron suturas, ganchos o malla en la vejiga que pudieran considerarse como el origen de la fístula. La paciente tenía una reacción generalizada a todos los materiales extraños en su abdomen.

En la mayoría de los pacientes se desarrolló un seroma sobre la malla en el sitio del saco retenido, aunque muchos no fueron advertidos por los mismos y se resolvieron sin intervención. No obstante, en 21 enfermos (2.6%) los seromas persistieron por más de 8 semanas o generaron síntomas lo suficientemente severos para llevar a la intervención. Uno de los cirujanos realizó la aspiración estéril de muchos seromas palpables durante los controles en consultorio en el postoperatorio temprano. No se observaron complicaciones a largo plazo debidas a los seromas, sin tener en cuenta si fueron aspirados tempranamente o se los dejó persistir por 8 semanas o más. En 3 pacientes se desarrolló una colección líquida a largo plazo debajo de la malla, en asociación con un extenso pellejo o corteza que separaba la malla y el fluido subyacente del contenido abdominal. Estos pacientes tuvieron molestias y una moderada distensión abdominal. Uno de ellos requirió la remoción de la malla y cáscara a través de una laparotomía después que varios intentos de aspirar el fluido fracasaron. Otro paciente recibió exéresis laparoscópica de lo que fue descrito como un mesotelio hipertrófico por debajo de la malla. El seroma se resolvió pero el origen de
 

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