| 22 JUL 18

“No conozco ningún país donde no haya discriminación por sida”

En muchos países del mundo puede haber hasta un 30% de personas seropositivas que desconocen su estado. La mayoría de ellas pertenecen a grupos vulnerables, estigmatizados o incluso criminalizados
Autor/a: Adeline Marcos Agencia SINC, España

Para Michel Kazatchkine, que lleva más de 30 años tratando el VIH/sida como médico, investigador y político, aún se necesitan grandes esfuerzos, sobre todo, en la prevención de la enfermedad.

<p>Michel Kazatchkine en el Euroscience Open Forum, celebrado en Toulouse (Francia) del 9 al 14 de julio. / Sinc</p>

En 1983, antes incluso de que conociéramos la enfermedad, Michel Kazatchkine (París, 1946) atendió a una pareja de franceses repatriados de Camerún con un profundo déficit inmunitario. Fue su primer contacto con el sida. A partir de ese momento, la epidemia pronto llegó a Europa.

Durante la siguiente década Kazatchkine, que entonces era médico especializado en enfermedades autoinmunes o de déficit de la inmunidad, fue testigo de mucho sufrimiento porque ninguno de sus pacientes sobrevivió.

No fue hasta mediados de los años 90 cuando los tratamientos antirretrovirales empezaron a ser eficaces. La enfermedad dejó de ser una sentencia de muerte. Pero, en la actualidad, más de 15 millones de personas siguen sin tratamiento y muchas de ellas se enfrentan aún a la estigmatización y la discriminación.

“Si no aumentamos la ayuda internacional o la financiación local, las cantidades dedicadas a la lucha contra el sida no serán suficientes”, afirma Kazatchkine

En los últimos 30 años, Kazatchkine ha contribuido a la lucha contra el sida desde la medicina, la investigación y la política. En 2012 fue nombrado enviado especial del secretario general de la ONU sobre el VIH/sida en Europa del Este y Asia Central, donde las infecciones sufren un repunte.

Después de su paso por el Euroscience Open Forum (ESOF), celebrado en Toulouse del 9 al 14 de julio, el experto asistirá en unos días a la Conferencia Internacional sobre el sida en Ámsterdam para seguir luchando por un objetivo común: eliminar la enfermedad en 2030.

La semana pasada la revista The Lancet anunció la eficacia de una vacuna probada en adultos y que, a pesar del gran número de cepas del virus, parece funcionar en diferentes regiones.¿Qué supone este avance?

Es demasiado pronto aún para afirmar que hemos resuelto el problema de la vacuna. Las investigaciones llevan 30 años y siempre se han encontrado con grandes dificultades. La principal razón es que nadie se ha curado aún de la infección del VIH. Cuando haces una vacuna contra el sarampión, por ejemplo, sabes que la gente que se cura sola nunca más tendrá la patología gracias a sus anticuerpos y el objetivo es reproducirlos. En el sida no sabemos; todo está basado en hipótesis.

Pero sí que hay progresos en su desarrollo...

Sí, pero aún estamos lejos. En los 10 últimos años se había producido un estancamiento, pero desde hace tres se han hecho muchos progresos. Hemos entendido que los anticuerpos desempeñan papeles importantes. Mezclando las defensas inmunitarias de las células y la producción de anticuerpos tenemos ahora un ensayo de fase 2B. Es muy importante porque, aunque el resultado sea negativo, aprenderemos mucho. 

¿Qué pasará el día que por fin tengamos la vacuna?

Que habrá que vacunar a la gente, y cuando piensas que en los países europeos aún hay muertes por sarampión… Es inverosímil. Hay personas que ni siquiera están vacunada contra la hepatitis. Existen resistencias culturales, gastos financieros y cuestiones de logística.

“En los países del este de Europa la estigmatización de las poblaciones vulnerables es muy elevada”

¿Cuáles han sido las principales mejoras en los tratamientos?

Los costes han bajado considerablemente, sobre todo los de primera línea (con los que comienzan los pacientes). Ahora estos tratamientos cuestan 85 dólares por año para cada persona. Son gastos que pueden ser cubiertos por los países o los inversores internacionales.

Si lo comparamos con otras enfermedades, ¿se dedica suficiente dinero en la lucha contra el sida?

La respuesta breve es no. Pero hay que tener cuidado al comparar con otras enfermedades porque la financiación de la salud debería ser una prioridad para todas las sociedades. De un país a otro el presupuesto nacional es extremadamente diferente. En los países ricos es de entre 15 a 18% –en EE UU es muy elevado–, y es del 2% en otros países como India, donde las necesidades de la población son considerables. Primero hay que separar las inversiones nacionales propias y la ayuda internacional al desarrollo de la salud.

¿Cómo actúan organismos como el Fondo Mundial para la lucha contra el Sida, del Paludismo y la Tuberculosis, del que ha sido director?

El Fondo es el principal proveedor de financiación y ha permitido salvar 22 millones de vidas. Pero más allá de estas cifras, creo que en el momento político en el que nos encontramos –con EE UU que va por su lado, el Brexit, y un sistema multilateral con menos credibilidad–, la salud ha sido y sigue siendo un fermento de debate multilateral. La gente no se opone a la idea de que los países se unan para luchar contra las grandes epidemias. Pero si no aumentamos la ayuda internacional o la financiación local, las cantidades dedicadas a la lucha contra el sida no serán suficientes. En total hay entre 35 y 37 millones de personas que viven con sida. Y hasta que todo el mundo no sea tratado, las infecciones continuarán.

¿Es realmente posible que los países desfavorecidos aumenten ese presupuesto nacional?

 

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