¿Quién gobierna la conducta ingestiva? | 01 DIC 17

El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Aplicación del "Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" a la clínica del balance energético y la composición corporal en obesidad
Autor/a: Dr. Julio C. Montero 
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencias bibliográficas
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Resumen:

Precisos y redundantes mecanismos regulan los procesos vitales. Su fuerza es proporcional a la jerarquía y su expresión o manifestación difiere según la naturaleza del fin perseguido. Así, los que se instrumentan a través de conductas intencionales suelen estar intermediados por cambios neurohormonales que modifican la relación placer/displacer que gobierna su ejecución. Las intervenciones que interfieren con esta ecuación generan complejas situaciones frecuentes en la práctica clínica de la nutrición.


"Cuando la corteza prefrontal propone pero las estructuras subcorticales disponen"

Louis Stevenson (1) es el titulo de una novela publicada en 1866, sobre la dualidad latente en un mismo organismo. El Dr. Henry Jekyll y el misántropo Edward Hyde, surgen a consecuencia de una técnica de desdoblamiento de la personalidad. Posiblemente el mismo Stevenson transitaba por una experiencia semejante, pues estaba siendo tratado con cornezuelo del centeno, fuente de ácido lisérgico (1). Dualidades comparables suelen producirse al intentar alterar equilibrios esenciales para la vida; como el de las reservas energéticas, por ejemplo.

En este caso uno de los personajes es el conjunto de procesos (cognitivos, razonados y  voluntarios) residentes en la corteza cerebral; cuyas facultades permiten implementar y desarrollar conductas y comportamientos. Sin embargo, la autonomía de este actor podría no ser siempre auténtica sino estar al servicio de estructuras subcorticales: el segundo personaje. Estas estructuras -“intelectualmente inferiores”-, podrían valerse de las primeras para satisfacer sus propias necesidades o las de otros tejidos. Corteza y subcorteza, como Jekyll y Hyde, no pueden dialogar, debido a la desigual naturaleza de su lenguaje, de sus intereses y de sus posibilidades.

Jekyll: cerebral, culto, fundamentado en abstractas razones y Hyde: instintivo, analfabeto, concreto y apremiante. Tan distintos que podrían disgustarse, como en el supuesto de que el Dr. Jekyll decidiera reducir su ingreso energético para corregir una obesidad que no incomoda a Mr. Hyde.

Los motivos de Jekyll para dietar serán salud, estética o riesgo. Seguramente ninguno de ellos interesa a Hyde, quien presume que de hacertlo sólo perderá satisfacción (recompensa). Y ya que no encuentra nada bueno en las razones de Jekyll, se opondrá a sus planes. Hyde sólo hace lo que disfruta1 mientras que el sesudo Jekyll más bien piensa en beneficios teóricos y futuros. Así lo entiende Hyde, mientras prepara para Jekyll un poco de la misma medicina. Interferirá con lo que más feliz lo hace: el libre ejercicio de sus capacidades.

En adelante toda agradable o necesaria actividad de Jekyll se asociará con disconfort, sea ansiedad, nerviosismo, insomnio, etc. Sin duda esto lo hará desistir2.

Así de doméstico, porque Hyde es un subcerebro sensible a las ingestas, compuesto por núcleos como el accumbens, el estriado y sus numerosas conexiones. Glucosa, dulces, grasas, alcohol, producen cambios neuroquimicos (2) (3) en el tronco cerebral que las estructuras cortico-límbicas han aprendido a reconocer como placenteros (4), constituyendo un mecanismo de refuerzo positivo. Así lo hace el sistema opioide con el hambre desencadenado por la proteína agoutí (5) y el canabinoide con el debido al ayuno (20).


GABA, serotonina y especialmente dopamina son protagonistas del hedonismo y del refuerzo de comportamientos asociados a actos placenteros. La última es de particular interés en la regulación de la ingesta (7), por modular la vía mesolímbica de recompensa (8). De hecho, las drogas que bloquean los receptores D2 aumentan el apetito y producen una significativa ganancia de peso (9) mientras que las que incrementan la dopamina cerebral son anorexiantes (10).

La dopamina del accumbens, liberada desde las neuronas presinápticas del área tegmental ventral, ocasiona euforia y refuerza el comportamiento a través de respuestas hedónicas, promueve el aprendizaje del estímulo asociado y anticipa los efectos recompensantes (11).

La dieta que practica Jekyll modifica las señales energéticas y de composición corporal: glucosa, leptina, ghrelina, entre otros. En Hyde, estos cambios son traducidos como sensación de hambre, mediada por las orexinas3 liberadas en el hipotálamo lateral (12), que también generan ansiedad, intranquilidad, tal vez insomnio. La amígdala parece ser responsable de estas displacenteras sensaciones (13) que presionan a Jekyll para que recomponga el nivel de las señales (comiendo a satisfacción de Hyde),si desea recuperar la paz y el descanso (14 (15).

 

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