¿El primer ensayo clínico de la historia? | 01 AGO 17

James Lind y el escorbuto

James Lind suele recibir el crédito de ser el autor del primer ensayo clínico de la historia, un experimento controlado en el que evaluó la eficacia de las frutas cítricas contra el escorbuto. Pero ¿es realmente así?
Autor/a: Javier Yanes para Ventana al Conocimiento Materia para OpenMind

Todo el que hasta hace un par de siglos se embarcaba en un largo viaje por mar sabía que se exponía a una fatal dolencia que le pudriría las encías, le abriría llagas en la piel y le dejaría postrado antes de provocarle la muerte. Y no había manera de evitarlo, ya que se debía, según el pensamiento de la época, a las condiciones propias de las travesías, como la mala dieta, el agua sucia, el trabajo duro y el alojamiento insalubre.

“El escorbuto era conocido desde la era hipocrática”, señala a OpenMind el especialista en historia de la medicina de la Universidad de Atenas (Grecia) Emmanouil Magiorkinis. Esta enfermedad era un enemigo temible para las flotas de todo el mundo. Algunas fuentes afirman que mató a millones de marineros durante la edad dorada de la exploración marítima, aunque según Magiorkinis “no podemos tener una estimación precisa de las muertes”.

El gran enemigo de la exploración marítima

Para el escritor Stephen R. Bown, autor de Escorbuto: Cómo un médico, un navegante y un caballero resolvieron el misterio de la peste de las naos (Juventud, 2005), “es probable que la mayoría [de las muertes] no hayan quedado registradas”, aunque “hay muchos, muchos registros que detallan horrendas epidemias de escorbuto a bordo de los barcos”, cuenta a OpenMind. En los relatos de la era de la navegación “el escorbuto siempre se menciona y deja empequeñecidas a otras causas de muerte”, dice Bown.

Lind-escorbuto-2Reconstrucción de la nave HMS Salisbury. Crédito: Journal of the Royal society of Medicine

En el siglo XVIII, Gran Bretaña se encontraba enzarzada en la Guerra de Sucesión Austríaca contra Francia y España. Y fue entonces cuando un cirujano escocés llamado James Lind (4 de octubre de 1716 – 13 de julio de 1794) comenzó a desentrañar los secretos del escorbuto. Nacido en Edimburgo, Lind ingresó en la marina como aprendiz de médico aún sin titulación. En marzo de 1747 fue asignado como cirujano al HMS Salisbury, una nave de 50 cañones encargada de patrullar el Canal de la Mancha.

El remedio: naranjas y limones

Tras ocho semanas en el mar, y cuando el escorbuto comenzó a hacer mella en la tripulación, Lind decidió poner a prueba su idea de que la putrefacción del cuerpo provocada por la enfermedad podía prevenirse con ácidos. El 20 de mayo dividió a 12 marineros enfermos en seis parejas, y a cada una de ellas le suministró un suplemento diferente en su dieta: sidra, elixir vitriólico (ácido sulfúrico diluido), vinagre, agua de mar, dos naranjas y un limón, o una mezcla purgante.

Como resultado del que algunos han considerado el primer ensayo clínico de la historia, sólo los dos marineros que tomaron la fruta mejoraron, a pesar de que las naranjas y los limones se acabaron a los seis días. “Los buenos efectos más repentinos y visibles se observaron con el uso de naranjas y limones”, escribiría Lind en 1753 en su histórica obra A treatise of the Scurvy. “Uno de los que los tomaron estaba apto para el servicio a los seis días; el otro fue el más recuperado de todos en su condición, y estando ya bastante bien, fue asignado como enfermero del resto”.

Con tales observaciones, parece obvio que Lind debería haber establecido una conexión evidente entre los cítricos y el escorbuto, y que la Marina debería haber adoptado medidas inmediatas. Pero no ocurrió ni una cosa ni la otra. En cuanto a lo primero, y pese a que Lind concluía que las frutas cítricas tenían una “ventaja peculiar”, continuó defendiendo que el escorbuto era el producto de múltiples causas: “dieta inadecuada, aire y confinamiento”. En opinión de Bown, tal vez Lind dudó de su propio experimento cuando posteriormente trató de concentrar el zumo de los cítricos mediante cocción para facilitar el transporte y el almacenamiento. Pero con ello destruía la vitamina C, el ingrediente activo aún entonces desconocido, y el producto hervido no funcionaba.

 

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