La verdad y otras mentiras | 05 DIC 16

Ni tecnócratas ni charlatanes, médicos

Acerca del modelo médico, lo que cambia y lo que permanece (y del inmenso privilegio de ser médicos)
Autor/a: Daniel Flichtentrei Fuente: IntraMed 

Gran parte de la medicina actual es un ejercicio de futurología sustentado en probabilidades estadísticas de grandes poblaciones. Tratamos “riesgos” más que “hechos”, “posibilidades” más que “sucesos”.  Sin embargo casi toda nuestra formación académica se orienta al reconocimiento de enfermedades concretas mediante el uso reglado de la clínica. Las habilidades cognitivas imprescindibles para uno u otro enfoque son muy diferentes.

Entre una medicina al pie de la cama del paciente y una medicina de escritorio hay mucho más que un cambio de escenario

Excepto en unas pocas especialidades –cirugía, cuidados intensivos, obstetricia- buscamos, encontramos e intervenimos sobre cosas que aún no han sucedido. De allí que una educación enfática sustentada en la identificación de acontecimientos clínicos del presente produzca con mucha facilidad profesionales perplejos antes las nuevas demandas. Quien espera encontrar lo que aún no está presente siente que no hay nada que buscar y que sus intervenciones son meros ejercicios de ciencia ficción. Eso los hace escépticos, incrédulos, frustrados y sujetos a la inercia en sus actuaciones.

Entre una medicina al pie de la cama del paciente y una medicina de escritorio hay mucho más que un cambio de escenario. Existe un giro epistemológico para el que se requieren habilidades y competencias muy diferentes para las que, en general, nadie nos ha preparado jamás. El riesgo de entender una probabilidad como un hecho nos transforma en técnicos ignorantes y peligrosos. La tentación de interpretar una recomendación epidemiológica como un mandato clínico individual nos convierte en dogmáticos e irreflexivos. Entre la epidemiología y la asistencia a personas únicas a irrepetibles está el territorio específico del trabajo médico.

Este terreno pantanoso del que huyen las certezas y donde la incertidumbre manda. Esa porción difusa y ajena a las verdades categóricas, eso es la Medicina. El resto es muy importante, funda la toma de decisiones, pero es ciencia básica, epidemiología, ensayos clínicos controlados, y muchas veces meras estrategias de marketing.

Nuestra tarea frente las críticas al modelo médico debería ser esmerarnos por no merecerlas

No existe otra manera de ejercer la Medicina que no sea frente a una persona en particular. Nuestros actos apuntan a un individuo con una historia, una biografía, un universo de valores y creencias situado en el complejo y contradictorio mundo real. Las evidencias son herramientas y no reglas. Se hace medicina en un espacio atravesado entre lo general y lo particular, entre la medición y el sentido. Entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Restringirnos a lo primero nos convierte en tecnócratas y aplicadores automáticos de algoritmos. Encerrarnos en lo segundo nos condena a la charlatanería y nos priva de la maravillosa inteligencia colectiva de la ciencia. Sobran ejemplos de los dos casos. Basta mirar a nuestro alrededor para encontrar a unos y a otros. Ser médico hoy es encontrar el delicado equilibrio que nos resguarde de ambos.

¿Qué hacer antes las críticas al modelo médico?

Las críticas al modelo médico vigente son muchas veces justas. Pero otras tantas no son más que el producto de la ignorancia o de la defensa corporativa de espacios de poder en especial de quienes desconfían, ignoran o repudian el método científico. Es ingenuo e interesado afirmar que la medicina científica implica su deshumanización. No es cierto. Cuando ello ocurre es debido a un desvío imperdonable que debe y puede corregirse. Lo que no tiene remedio -y es una irresponsablididad social- es asistir a personas sin poner a prueba las intervencioes y sin fundamento demostrado para aplicarlas.

La subjetividad ha sido siempre parte de la medicina, no solo por cuestiones básicas de relaciones humanas sino porque es completamente anticientífico no considerar ese aspecto indispensable. La realidad es estratificada, los niveles que la enfermedad afecta van desde lo molecular a lo social, la ciencia lo sabe, la medicina lo aplica. El contexto donde un problema de salud sucede es un determinante mayor de las causas, el curso y del pronóstico de una enfermedad. Esto no es un "descubrimiento" novedoso que nos llega desde fuera de la propia disciplina. Ha sido precisamente la medicina a lo largo de la historia quien lo ha puesto de manifiesto y lo ha demostrado científicamente. No hay novedad más vieja que esa. Lo que es un intolerable acto de analfabetismo científico es convertir el padecimiento humano en pura subjetividad desencarnada, en interpretación desaforada librada a su propia insensatez.

 

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