Aspectos para tener en cuenta al planificar un viaje con niños | 14 JUL 17

El niño que viaja

Cada vez son más los niños que realizan viajes a regiones con características muy diferentes a su lugar de origen.
Autor/a: María Laura Praino 
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencias Bibliográficas
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Introducción

Cada vez son más los niños que realizan viajes a regiones con características muy diferentes a su lugar de origen. Los motivos son variados, siendo el más frecuente el turismo, luego situaciones específicas como visitar a familiares, migraciones o competencias, entre otros.

Es frecuente que se desestimen los riesgos de estos viajes, sobre todo cuando el objetivo es visitar a la familia. De todos modos, es posible que la situación actual de las infecciones transmitidas por mosquitos en las Américas, hayan puesto de relieve la necesidad de una consulta específica previa al viaje.

El objetivo de la presente nota es mencionar, sin pretender ser una guía completa, algunos aspectos que deben ser tenidos en cuenta al planificar un viaje con niños. El pediatra o médico de familia será el primer interlocutor que orientará a los padres sobre los aspectos generales del viaje y determinará la necesidad o no de una consulta con un especialista en medicina del viajero.

La consulta busca prevenir lo que sea posible y asesorar o los padres o tutores que acompañarán al niño sobre las situaciones médicas que puedan presentarse para que sepan cómo actuar. Hasta un tercio de las personas que realizan viajes internacionales por al menos 2 semanas, presentarán un evento médico durante el viaje por lo que se recomienda, en lo posible, la contratación de un seguro de viaje.

El viajero

Lo primero a tener en cuenta son las características personales de quién viajará. Es así que la edad es un factor fundamental tanto para evaluar riesgos como para elegir la forma y el momento en que los mismos deben ser comunicados. Los lactantes presentan un sistema inmune inmaduro y es posible que no hayan completado los esquemas primarios de vacunas al momento del viaje. En algunos casos, puede ser oportuno adelantar los mismos. Por su edad, estarán menos expuestos (aún no deambulan, puede que solo se alimenten con leche humana) pero pueden presentar una evolución más tórpida en caso de adquirir una infección. En el otro extremo, se encuentran los adolescentes quienes biológicamente pueden tolerar mucho mejor las infecciones pero que es frecuente que tomen menos recaudos, no adhieran a las pautas de prevención sugeridas y se expongan a situaciones de riesgo (accidentes, ingesta de agua o alimentos no seguros, temperaturas extremas, entre otros).

Se debe realizar un control de salud completo teniendo en cuenta patologías preexistentes que puedan agravarse durante el viaje (por ejemplo, cinetosis, alergias, patología cutánea, respiratoria u odontológica) y que puedan resolverse o controlarse con antelación.

El viaje

Una vez valorado el estado de salud del paciente, es oportuno evaluar las características del destino y el tipo de actividades a realizarse.

Igualmente es  importante tener en cuenta el traslado en sí mismo. Los accidentes vehiculares son la primera causa de muerte en viajeros pediátricos y la consulta para el viaje es una buena oportunidad para reforzar las pautas de prevención mediante el uso de sillas de autos apropiadas para cada edad. Por otra parte, el viaje en avión, generalmente no presenta riesgos importantes en niños sanos luego del período neonatal.

Riesgos físicos o ambientales

Durante el viaje los niños estarán expuestos a un ambiente diferente al de su casa y es posible que realicen más actividades al aire libre. La exposición al sol puede tener consecuencias negativas sobre la salud a corto y largo plazo. Se debe evitar la exposición al sol en las horas cercanas al mediodía así como evitar hacer actividad física intensa en horarios de elevadas temperaturas. Se recomienda el uso de protectores solares con filtros UVA y UVB con un factor mayor a 15 o mayor a 30 si se colocarán repelentes de mosquito, ya que estos disminuyen la eficacia de los primeros. Se puede utilizar indumentaria con protección ultravioleta si se planea permanecer muchas horas al sol. La protección ocular con anteojos está recomendada especialmente en actividades deportivas en nieve. El uso de protectores solares no está adecuadamente estudiado en menores de 6 meses y los riesgos de exponerse al sol (quemaduras, golpe de calor, deshidratación) son mayores en este grupo etario, por lo que se debe ser sumamente cuidadosos.

Las complicaciones por exposición a la altura no son frecuentes  y habitualmente los síntomas son leves. Los niños pueden presentar cefalea  o irritabilidad, sobre todo en las primeras 48 horas de arribar al destino y en la mayoría de los casos cede con el uso de analgésicos habituales. Para quienes realizarán actividades de montañismo, se sugiere una consulta específica previa al viaje.

Otros aspectos a tener en cuenta son las recomendaciones de prevención de accidentes. Solo se mencionará, por su importancia, que los accidentes con agua son frecuentes y pueden llegar a ser muy graves. Son los adultos quienes deben cuidar de los niños en estas circunstancias y nunca otro niño mayor.  Al llegar a un lugar nuevo se debe prestar atención a los mismos riesgos que se tienen en cuenta en el hogar (ventanas, enchufes, estufas, etc) para tomar las medidas de precaución que sean necesarias.

 

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