Escepticemia por Gonzalo Casino | 18 ABR 16

Obesidad desenfocada

Sobre los desajustes en investigación, prevención y comunicación de la pandemia
Autor/a: Gonzalo Casino Fuente: IntraMed / Fundación Esteve 

Si realmente hay en todo el mundo 1.900 millones de adultos con sobrepeso y 600 millones con obesidad, como asegura la OMS, estamos ciertamente ante un grave problema de salud global. El exceso de peso parece recortar la duración de la vida porque se asocia con numerosas enfermedades, como las cardiovasculares, la diabetes y diversos tipos de cáncer, entre otras; pero también parece recortar la calidad de vida, pues estigmatiza y reduce las oportunidades en aspectos clave como la educación, el trabajo y los ingresos. La gordura crece en todo el mundo y se ha convertido en un claro estigma de enfermedad y desventura, cuya gravedad salta a la vista por los masivos, denodados y generalmente infructuosos esfuerzos por adelgazar. Pero la rampante epidemia de obesidad puede contemplarse también como un signo del fracaso de las políticas de prevención, quizá también de defectos de abordaje científico y, en todo caso, como un desastre comunicacional. Al menos en estos tres planos, la “fotografía” de la obesidad aparece desenfocada.

La obesidad, como asegura también la OMS, es evitable y prevenible, pero está claro que la prevención no funciona. Desde 1975 el peso medio de la población lleva aumentando un kilo y medio cada década. Las cifras del sobrepeso y la obesidad se han más que doblado desde 1980. En 2013 había ya más de 42 niños menores de cinco años con exceso de peso; en 2014, el 38% de los hombres y el 40% de las mujeres mayores de 18 años tenían sobrepeso. Si no fuera porque la obesidad mata y estigmatiza, habría que aceptar que el peso normal de la población ha cambiado. Pero millones de personas intentan adelgazar en todo el mundo y no lo consiguen. La dietas de adelgazamiento son soluciones temporales y problemas añadidos. ¿Cómo puede ser que tantas personas inteligentes y voluntariosas en su trabajo y en su vida personal no consigan adelgazar? Algo falla, y todo indica que las políticas de prevención de la obesidad deben rediseñarse.

Es posible que la investigación sobre la obesidad deba también reorientarse. El dogma de que engordar y adelgazar es una simple cuestión de ingesta y gasto de calorías puede ser una verdad matemática, pero no parece una verdad práctica y operativa. Lo cierto es que desconocemos el origen y las causas de la actual pandemia de obesidad, como reconocía en Nature (14 de abril de 2016) el epidemiólogo canadiense John Frank (Origins of the obesity pandemic can be analysed). Para mejorar su comprensión, venía a decir, hay que aplicar nuevos métodos biológicos y estadísticos, algunos de ellos aplicados con éxito en la economía. La obesidad es endiabladamente compleja, quizá tanto como la economía, pero merece una aproximación más científica. “The Guardian preguntó hace poco a nueve economistas si nos encaminamos a otra crisis financiera mundial y, como es natural, dieron nueve respuestas distintas”, escribía Timothy Garton Ash en El País (11 de febrero de 2016). La respuesta sobre el origen y la prevención de la obesidad debiera ser una y la misma. Y todavía no lo es.

 

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