Solo se podrá conocer la mente con un enfoque científico | 20 ENE 16

La conciencia emerge de los procesos cerebrales

Las neurociencias gozan de una productiva actividad científica. Gracias a las técnicas de neuroimagen podemos empezar a comprender el funcionamiento del cerebro.
Autor/a: Manuel Béjar  Madrimasd

La mente es aún hoy una gran desconocida para la ciencia a nivel fundamental. Los procesos cerebrales parecen tan complejos que es fácil dejarlos apartados de la comprensión física de la materia. Sin embargo, ahí están. Las evidencias experimentales exigen abrir un nuevo enfoque físico-neurocientífico.

FUENTE | Tendencias21    

Recientemente la cátedra de ciencia, tecnología y religión ha celebrado un breve seminario de dos conferencias acerca de los mecanismos cerebrales que permiten distinguir el comportamiento humano de una simulación computacional propia de una Inteligencia Artificial. Las conferencias fueron impartidas por Carmen Cavada (Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Madrid, UAM) y Juan Pedro Núñez (Facultad de Psicología, Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE). Los asistentes pudimos profundizar de la mano de estos expertos en el conocimiento de la funcionalidad del cerebro humano para marcar las diferencias específicas con la poderosa Inteligencia Artificial.

Podemos enunciar ya dos conclusiones básicas de sus intervenciones. Primero, el ser humano es capaz de construir mentalmente escenarios hipotéticos para planificar el futuro en función de su experiencia pasada y del conocimiento de las perspectivas de sus congéneres. Segundo, la mente funciona en un doble modo: la incesante mente inconsciente en procesamiento paralelo y la sutil mente consciente que opera en serie. De acuerdo con estas conclusiones la sensación humana de tomar decisiones libres requiere la construcción de una conducta adaptada a la información sensorial, emocional y visceral que procesa el cerebro. Así, entenderíamos que la libertad se ampara en una decisión orquestada por la mente consciente que no está determinada de antemano.

En este sentido, los expertos señalaron que la explicación de la libertad exige trascender el modelo mecanicista de la ciencia para que la dinámica neurofísica en la corteza orbitofrontal pueda monitorizar las experiencias, pasadas y presentes, que producen la sensación de estar viviendo libremente. La idea de vivir en libertad parece necesitar de una ontología de base que lo permita tanto en el nivel físico fundamental como en el nivel psíquico más operativo. Es decir, como fue suscitado recurridamente durante el seminario, es preciso estudiar la naturaleza física de la conciencia. Y es aquí donde me gustaría iniciar una reflexión personal.

¿QUÉ ES LA CONCIENCIA?

La conciencia es un producto emergente de la materia en actividad psíquica. No conozco una definición mejor, ni importa para conocer su naturaleza física. La falta de definición parece una dificultad insalvable para concretar los objetivos de una investigación científica de la conciencia. Algunos investigadores desisten y olvidan el estudio de la conciencia por ser un fenómeno que no está bien definido.

Cuando me encuentro con preguntas tan difíciles como la definición de la conciencia, suelo trasladar la cuestión al ámbito de las ciencias físicas. A diferencia de las neurociencia, la física ha demostrado una consolidación epistemológica, científica y tecnológica a lo largo de más cuatro siglos de historia. Evidentemente no interrogo al físico por el tema de la conciencia. Pero, ¿y si le pregunto por la definición de materia? La materia es una realidad que produce actividad física. El físico respondería a la pregunta sobre la materia de una forma parecida a nuestra definición de conciencia. La verdad, diría yo, es que la definición de materia produce la misma insatisfacción intelectual que la definición de la conciencia.

Sin embargo, un físico se olvida de la naturaleza de la materia y se aventura a descubrir más y más estructuras, interacciones y aplicaciones en distintos niveles energéticos. Después, una reflexión holística desde los experimentos y teorías físicas sí nos permite formarnos una idea sobre la naturaleza física de la materia. Por tanto, pienso que no es necesario una definición de conciencia, ni conocer su naturaleza física para poderla estudiar científicamente. Así lo creen los neurocientíficos. Y así, lo expresan en sus publicaciones.

¿CUÁLES SON LOS CIRCUITOS NEURALES DE LA CONCIENCIA?

Existen determinadas regiones del cerebro que entran en actividad neurológica cuando el sujeto psíquico percibe conscientemente el mundo físico. Una persona consciente del mundo necesita permanecer en un estado de vigilia. Cuando el cerebro está en un estado de vigilia entra en actividad el tronco del encéfalo y del hipotálamo. Si no funcionan adecuadamente el cerebro se hallaría en un estado fisiológico incapaz de producir conciencia. También es necesaria una actividad especial del tálamo y la corteza, así como múltiples conexiones talamo-corticales.

No siempre permanecemos conscientemente atentos al mundo exterior. En múltiples ocasiones el cerebro entra en un estado mental que se evade de la realidad y genera una actividad psíquica asociada a la experiencia del ensimismamiento. Es el denominado default mode que desatiende por un tiempo el aquí el ahora y se desentiende de la realidad inmediata. Solo la mente inconsciente permanece activamente procesando los cambios del entorno y si es necesario desencadena un proceso de alarma que devuelve el control a la mente consciente.

Pues bien, durante el estado consciente por omisión se activan tres regiones principales del cerebro: la corteza prefrontal medial, la corteza parietal lateral y el denominado precuneo. Se tratan de corteza asociativas que no están involucradas directamente en el procesamiento de los registros sensoriales. Estas tres regiones del cerebro manifiestan múltiples interconexiones mutuas cuyo dinamismo varía según el sujeto revisa su autobiografía, visualiza el futuro, analiza una situación moral o cuando se asume la perspectiva de otro individuo.

De alguna manera el cerebro produce en el estado por omisión simulaciones de situaciones futuras con relevancia para el sujeto. El cerebro recrea escenarios hipotéticos para someterlos a un análisis preventivo que nos prepara virtualmente para enfrentarnos a una situación con cierta probabilidad de llegar a ser real. Evidentemente la previsión y la visión real de los acontecimientos difieren notablemente. Pero aun con diferencias el cerebro está entrenado en el default mode para responder con éxito ante contextos semejantes.

¿CÓMO EXPLICA LA NEUROCIENCIA LA PÉRDIDA DE CONCIENCIA?

Hemos visto hasta el momento cómo la actividad del cerebro es incesante. Incluso cuando pensamos que estamos ociosos en realidad el cerebro trabaja en el estado por omisión. Sin embargo también es posible estudiar la actividad del cerebro en pacientes que sufren algún estado patológico de conciencia como es el caso de los estados vegetativos.

En los estados vegetativos existe una anomalía en la comunicación entre el tálamo y la corteza cerebral. Cuando algunos pacientes recuperaron la conciencia tras sufrir estados vegetativos temporales su actividad talamo-cortical fue progresivamente asemejándose a la de otros individuos conscientes que servían de control durante la monitorización. Especialmente relevante en los estados vegetativos es la ausencia total de actividad neural en el precuneo.

Igualmente es posible desvanecer la conciencia de manera inducida en un paciente mediante el uso de anestésicos. Los estudios de neuroimagen en pacientes sedados revelan que la máxima depresión de actividad cerebral se localiza principalmente en el tálamo. Estudios complementarios apuntan que el hipometabolismo del tálamo es inducido por la reducción de la actividad cortical debido a la conectividad talamo-cortical.

Sin llegar a situaciones radicales de pérdida global de conciencia, podemos conocer qué regiones de la corteza cerebral deben mantenerse activas para tener conciencia de las sensaciones. Está demostrado que es posible sentir de forma inconsciente. Es decir, el cerebro procesa la información sensorial del mundo sin producir una realidad consciente. Un ejemplo muy recurrido de esta percepción inconsciente es el caso de la denominada visión ciega donde el paciente percibe su campo visual de manera inconsciente.

Otro caso de disfunción parcial de la conciencia se ha estudiado con pacientes que no reconocen algunos de sus miembros como propios. Nos referimos a anomalías conciertes en la propiocepción de la persona. Generalmente estas pérdidas de la conciencia de alguna parte del propio cuerpo se correlacionan con una actividad anómala en la corteza insular.

¿POR QUÉ INVESTIGAR LA NATURALEZA FÍSICA DE LA CONCIENCIA?

La ciencia ya no puede dejar al margen el fenómeno de la conciencia. No es posible dejar fuera del estudio científico la realidad de la conciencia porque además de ser un hecho es también un fenómeno provisto de una importante carga experimental. La conciencia es un fenómeno observable muy vinculado a lo material.

No hay evidencia de una conciencia fuera del ámbito material. Es más, hemos visto que existe todo un correlato de actividad neurológica bien estudiado por las neurociencias cuyas anomalías manifiestan estados patológicos de conciencia. La conciencia es un fenómeno más de actividad de la materia. Y como fenómeno de la materia puede ser estudiado por las neurociencias.

Ahora bien el fenómeno en sí es algo escurridizo. No sabemos cómo emerge la conciencia de la materia. Desconocemos cómo explicar la realidad consciente a partir de entidades no conscientes. Apenas contamos con indicadores para cuantificar los niveles de conciencia. Pero todas estas carencias no deberían dejar en el olvido científico la tentativa de buscar un modelo neurocientífico de la conciencia. En realidad, tampoco sabemos cómo emerge la materia, ni conocemos cómo explicar la materia a partir de entidades no materiales, ni siquiera podemos entender qué puso en marcha la actividad física de la materia. La naturaleza física de la materia es hoy tan enigmática como lo fue siempre.

El gran logro de los físicos ha sido poner cotos en esta realidad material enigmática. La materia es inconmensurable. Los físicos solo trabajan con magnitudes que expresan las variaciones conmensurables relativas a los procesos físicos que acontecen en esos cotos de realidad. Hablamos así de la masa de los cuerpos en campos gravitatorios, o de energía interna de los cuerpos en un campo térmico, o de carga eléctrica de los cuerpos por su interacción con un campo electromagnético, o de fusión y fisión de partículas subatómicas en el interior del coto nuclear.

 

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