Efectos a largo plazo | 16 NOV 15

Efectos del bullying

Descripción de las características del bullying y de sus efectos a largo plazo.
Autor/a: Dieter Wolke1, Suzet Tanya Lereya2 Arch Dis Child 2015;100:879-885
INDICE:  1.  | 2. 

Definición y epidemiología

El bullying es un abuso sistemático de poder y es definido por un comportamiento agresivo o provocación de daño intencional por pares que se lleva a cabo en varias ocasiones e implica un desequilibrio de poder, ya sea real o percibido, entre la víctima y el intimidador.

El bullying puede tomar la forma de una intimidación directa, que incluye actos físicos y verbales de agresión como golpes, atracos o insultos, o de intimidación indirecta, que se caracteriza por la exclusión social (por ejemplo, evitación del juego) y la propagación de rumores. Los niños pueden estar involucrados en el bullying como víctimas y agresores, y también como víctimas/agresores, un subgrupo de víctimas que también muestran conductas de intimidación.

El bullying es un abuso sistemático de poder y es definido por un comportamiento agresivo o provocación de daño intencional por pares...

Recientemente ha habido mucho interés con respecto al acoso cibernético, que puede ser definido en términos generales como cualquier intimidación que se realiza a través de medios electrónicos, como teléfonos móviles o internet.

Uno de cada tres niños informan haber sido intimidados en algún momento de sus vidas, y un 10 a 14% experimentan bullying crónico durante más de 6 meses. Entre el 2% y el 5% son agresores y un porcentaje similar son víctimas/agresores en la infancia/adolescencia. Las tasas de acoso cibernético son sustancialmente inferiores, de alrededor del 4,5% para las víctimas y del 2,8% para los perpetradores (agresores y víctimas/agresores), con hasta un 90% de las víctimas de acoso cibernético siendo también tradicionalmente acosadas (cara a cara). Ser acosado por compañeros es la forma más frecuente de abuso detectada entre los niños, mucho más frecuente que el abuso de los padres u otros perpetradores adultos (Ver Cuadro 1).


El bullying no es un trastorno de conducta

El bullying se encuentra en todas las sociedades, incluidas las sociedades de cazadores-recolectores modernas y las civilizaciones antiguas. Se considera una adaptación evolutiva, cuyo objetivo es obtener un alto estatus y dominancia, conseguir acceso a recursos, lograr una vida segura, reducir el estrés y permitir más oportunidades de apareamiento. Los instigadores suelen ser bi-estratégicos, empleando tanto la intimidación como los actos de conducta agresiva “pro social” para mejorar su propia posición al actuar en público y haciendo que el destinatario se vuelva dependiente al no ser una actitud recíproca.

Por lo tanto, se ha reconocido que los instigadores puros (pero  no víctimas/agresores o víctimas) son fuertes, muy populares y con una buena comprensión social y emocional. Por lo tanto, es probable que los intimidadores no tengan un trastorno de conducta. Por otra parte, a diferencia de aquellos con trastornos de conducta, los agresores se encuentran en todos los grupos socioeconómicos y étnicos. Por el contrario, las víctimas han sido descriptas como personas reservadas, asertivas, fácilmente alterables a nivel emocional, y con pobre comprensión emocional o social, mientras que las víctimas/agresores tienden a ser agresivos, de fácil enojo, con baja popularidad, frecuentemente intimidados por sus hermanos y provienen de familias con bajo nivel socioeconómico (BNS), similar a los niños con trastornos de conducta.

Cómo opera el bullying

El bullying ocurre en ambientes donde las personas no tienen un perfil relacionado con el grupo al que quieren pertenecer. Esta es la situación de los niños en las aulas escolares o en el hogar con sus hermanos, y se ha comparado con estar 'enjaulado' con los demás. En un esfuerzo por establecer una red social o jerarquía, el intimidador tratará de ejercer su poder con todos los niños.

Aquellos que tienen una reacción emocional (por ejemplo, los que gritan, huyen, o se molestan) y que no tienen a nadie o a pocos para defenderlos, son los objetivos repetidos de los intimidadores. Éstos pueden llegar a unirse con otros (para burlarse, molestar, golpear, propagar rumores) como espectadores o incluso como secuaces (agresores/víctimas). Se ha demostrado que las condiciones que fomentan una mayor densidad y mayores jerarquías en las aulas (condiciones de desigualdad), en el hogar,  o incluso en las naciones, aumentan el bullying y la estabilidad de la victimización por acoso en el tiempo.

 Consecuencias negativas de ser intimidado

Hasta hace poco, la mayoría de los estudios sobre los efectos del bullying eran transversales o simplemente incluían breves periodos de seguimiento, haciendo imposible identificar si la intimidación era la causa o la consecuencia de problemas de salud. Por lo tanto, esta revisión se centra sobre todo en estudios prospectivos que fueron capaces de controlar condiciones de salud pre-existentes, la situación familiar y otras exposiciones a la violencia (por ejemplo, violencia familiar) en la investigación de los efectos del bullying en la salud, las autolesiones y el suicidio, la educación, el empleo y las relaciones sociales.


Infancia y adolescencia (6-17 años)

Son varias las consecuencias de la intimidación durante la infancia y la adolescencia hasta la edad de 17 años. Se ha encontrado que los niños víctimas de bullying están consistentemente en mayor riesgo de problemas somáticos comunes tales como resfríos, o problemas psicosomáticos como cefaleas, dolores de estómago o problemas para dormir, y que son más propensos a comenzar a fumar.

También se ha reportado que las víctimas desarrollan más a menudo problemas de internalización y trastornos de ansiedad o depresión. Diseños genéticamente sensibles permitieron la comparación de  gemelos monocigotos, que son genéticamente idénticos y viven en los mismos hogares, pero que eran discordantes para experiencias de bullying. Se halló que los problemas de internalización aumentaban con el tiempo sólo en aquellos que eran intimidados, proporcionando fuerte evidencia de que la intimidación más que otros factores explica los aumentos en los problemas de internalización.

Además, en las víctimas de acoso escolar se incrementa significativamente el riesgo de autolesiones o pensamiento suicida en la adolescencia. Por otra parte, se ha encontrado que el ser intimidado en la escuela primaria predice tanto los síntomas de personalidad límite como las experiencias psicóticas, tales como alucinaciones o delirios, en la adolescencia. Dónde fue investigado, los que fueron expuestos ya sea a varias formas de intimidación o fueron intimidados durante largos períodos de tiempo (bullying crónico) tendieron a mostrar más efectos adversos.

En contraste con las relaciones consistentemente moderadas o fuertes con los resultados somáticos y de salud mental, la asociación entre ser intimidado y el pobre desempeño académico no ha sido tan fuerte como se esperaba. Un meta-análisis sólo indicó un pequeño efecto negativo de la victimización en el rendimiento académico mayormente concurrente y los efectos difirieron si el acoso fue auto-reportado o declarado por compañeros o profesores.

Los estudios que distinguieron entre víctimas y agresores/víctimas generalmente informaron que los agresores/víctimas tenían un riesgo ligeramente más alto para problemas de salud somáticos y mentales que las víctimas puras. Por otra parte, la mayoría de los estudios consideraron a los agresores y a los agresores/víctimas juntos; sin embargo, como se indicó anteriormente, los dos roles son muy diferentes siendo los intimidadores generalmente manipuladores y cabecillas altamente competentes, mientras que los agresores/víctimas se describen como impulsivos y pobres en la regulación de sus emociones.

Se sabe poco acerca de los resultados de salud mental de los intimidadores en la infancia, pero hay algunas sugerencias de que también pueden estar en mayor riesgo de depresión o de autolesiones, pero en menor medida que las víctimas. Del mismo modo, la relación entre ser un intimidador y la salud somática es más débil que en el agresor/víctima, e incluso se ha hallado que los intimidadores son más sanos y más fuertes que los niños que no participan en bullying.

Se ha determinado que las conductas de intimidación aumentan el riesgo de problemas en la adolescencia; sin embargo, el análisis no distinguió entre agresores y agresores/víctimas y no incluyó información sobre poli-victimización (por ejemplo, ser maltratado por padres). Los agresores también fueron más propensos a mostrar conductas delictivas y a perpetrar violencia en el noviazgo ya en octavo grado.


De la niñez a la adultez (18-50 años)

Se ha hallado consistentemente que los niños que fueron víctimas de acoso escolar tienen un mayor riesgo para problemas de internalización, en particular, diagnósticos de trastorno de ansiedad y depresión en adultos jóvenes y en la edad adulta media (18-50 años de edad). Por otra parte, las víctimas se encontraron en mayor riesgo para la visualización de experiencias psicóticas a los 18 años de edad, teniendo además ideación suicida, intentos de suicidio y suicidios consumados. También se reportó que las víctimas tienen pobre salud en general, incluyendo más dolores corporales, cefaleas y una recuperación más lenta de las enfermedades. Por otra parte, se encontró que los niños victimizados tienen calificaciones educativas más bajas, tienen peor manejo financiero y ganan menos que sus compañeros, incluso a la edad de 50 años.

 

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